Por: Fernando Dávila
En 1975 ocurrieron muchas cosas en lo que al cine y la música respecta, había una inocencia muy especial rondando, era la época previa a la “Guerra de las galaxias” y en las salas de cine se podían disfrutar de John Huston dirigiendo a Michael Caine y Sean Connery en “The man who would be king” y del joven Steven Spielberg entregando uno de sus primeros trabajos de categoría mundial “Tiburón”, ahí, entre todas esas buenas cintas también apareció una del director Sidney Lumet quien ya a esa altura tenía una carrera de mas de 20 años, la película estaba basada en un hecho que tomo lugar en 1972, un robo a un banco en Nueva York, los ladrones buscaban dinero para la operación de reasignación de sexo de la pareja de uno de ellos y un atraco que debió durar 10 minutos se convirtió no solo en un crimen si no en un circo televisado a todo norte américa.
Sonny y Salvatore son los personajes principales, torpes pero afilados, interpretados por los jóvenes Al Pacino y John Cazale, quienes ya habían estado bajo el mando del visionario director, la película no solo es fuerte en su acento criminal, si no en el drama humano, y habla de temas poco explorados para la fecha como la reasignación de sexo de la pareja de Sal y la miseria que habitaba y habita en muchos barrios de la gran manzana donde hombres de familia se convierten en criminales para llevar de comer a casa.
Ese mismo año y muy cerca de ahí en Nueva Jersey se cocinó uno de los discos mas increíbles en la historia de la música contemporánea, esa ciudad que nos había dado ya a Frank Sinatra y Frankie Valli nos preparaba para la tercera entrega de un chamaco nacido en Long Branch que contaba con tan solo 26 años, Bruce Springsteen ya había entregado dos discos y la critica se había rendido ante el, pero para “Born to run” trajo la compañía del productor Jon Landau, quien alguna vez dijo, “He visto el futuro de la música y se llama Bruce Springsteen”.
Las 8 canciones eran claras muestras de una aventura del artista que decidió abordar su origen, arriesgarse con la intimidad de sus calles y mostrar el interior de una juventud llena de esfuerzo por sobresalir en una ciudad de la que parece, todos quieren huir; Bruce no estaba dispuesto a fracasar y su disquera aposto junto con todos los músicos a crear un clásico, lo lograron, el disco estaba lleno de discursos sociales que impactaron inmediatamente en una sociedad que trabaja largas jornadas y no lograba salir de una vida pobre y sin mayores esperanzas, “Thunder road” y ese camino incierto hacia un destino soñado, “Backstreets” y una gran introducción al piano, además de las fantásticas “Jungleland” y “Meeting across the river”, pero la joya de la corona, la canción emblema de la vida completa de un artista es esta pieza perfecta que engloba la historia misma de Springsteen, no voltear atrás, mientras te lleve de mi mano, mientras me jales, mientras te impulse, mientras estemos juntos, el saxofón de Clarence Clemmons es una inyección de adrenalina en la canción y te hace sentir justo así, listo para huir, esa es la clave del disco, agarrarte de tu pasado, de tu origen, para avanzar, para crecer, sin voltear atrás.
Escuchen ese disco y vean esa película y platiquen conmigo en @solosoyfernando en twitter.