Por “el chita”
En esta ocasión voy a escribir sobre un tremendo personaje y figura de los Diablos Rojos del Club Deportivo Toluca, y que llenó de historias y anécdotas a todos aquellos que tuvimos el placer y privilegio de conocer muy de cerca.
El héroe de “las mil batallas” respondía al nombre de Jesús González. Seguro que muchos estarán haciendo cara de ¡What! Y se estarán preguntando ¿De que jugaba este crack? Pues bien, Chucho era un auténtico “10” dentro, pero también fuera de la cancha.
Jugaba de todo, pero preferentemente pegado a la banda derecha o izquierda para él no había diferencia, manejaba los dos perfiles sin ningún problema. Era poli funcional, algunas veces estaba repartiendo juego, habilitando al equipo. Fue de esos jugadores que todos los equipos necesitan, era el jugador que entre más complicado era el juego, más se crecía, más aparecía.
Era un “todólogo” en la cancha y se hacía sentir, era jugador, técnico y psicólogo todo al mismo tiempo. Cada una de esas facetas la ocupaba en el instante justo, ni antes ni después. Las nuevas generaciones de los Diablos, pensaran que use drogas antes de escribir este relato, pero los aficionados de antaño lo recordaran perfectamente cuando en lugar de mencionar a Chucho González, les diga un apodo que es una leyenda; “El Zapa”.
Nuestros padre y abuelos hablaban y hablaban de él y sus hazañas. No había sobremesa de los aficionados de aquellos tiempos que NO tocaran el tema. de la gran mayoría. No hace falta ser adivino para imaginar que su apodo se deriva de lo que fue su oficio, Chucho era zapatero pero el futbol del Toluca lo conoció y bautizo como «El Zapa».
Cómo definir a esta leyenda historia, poco reconocida el día de hoy. Yo lo defino como un amigo, un guerrero, un gladiador de la vida con un corazón que latía por su amado Deportivo Toluca al que entrego su alma y su vida de forma literal.
Él vivía ahí, en la mítica «Bombonera», hoy Nemesio Diez, en un cuartito cuya ventana daba a la calle de Felipe Villanueva. Después de jugador, fue a veces utilero, algunas masajista, otras más como entrenador de porteros, siempre entregado, siempre un amigo. Nunca faltaba a los entrenamientos, era precisamente el quien le ponía sabor y color al mismo.
Protagonista y testigo de miles de anécdotas para contar que replicaba con su sarcasmo y humor infinito en algún asado, cuantas veces nos hizo reír a carcajadas cuando recordaba a tal o cual jugador al que literalmente había depilado al darle masajes con esa “lija de madera” que tenía como manos. Su presencia hacía realidad el sueño de muchos pues su rostro e imagen eran de las más conocidas, más que muchos jugadores, era ese personaje que representaba a la perfección el lugar al que querías pertenecer.
Cómo olvidar sus «tés de manzanilla» que sabían a «gloria» en las pretemporadas cuando el Nevado de Toluca quería asesinarte con su gélida temperatura. Muchos otros, entre risas no olvidan los «karatazos» que utilizaba y simulaba para abrir las puertas de las instalaciones de Metepec y guardar el camión del equipo.
El gran amigo de todos, y de TODOS lo escribo en mayúsculas porque así fue. “El Zapa” dejo miles de recuerdos en el corazón las afortunadas generaciones que pasaron por sus lijosas manos. Fue un héroe anónimo que disfrutó al máximo de su deporte favorito en la cancha y en las entrañas de su amado equipo.
Hay mil y una anécdotas, recuerdo aquella que contaba de Don Nacho Trelles, cuando debían viajar a Morelia a jugar y no llegaba Amaury Epaminondas. El técnico con esa enorme jerarquía dio la instrucción de partir sin el gran goleador y estrella del equipo. “El Zapa” preocupado intercede y se dirige al Don Nacho diciéndole; “Nacho no nos podemos ir, no ha llegado Amaury, hay que esperarlo –el técnico sin inmutarse le respondió- “Zapita” ya somos 11 no te apures” y ambos soltaron la carcajada.
Con otras generaciones de jugadores me viene a la mente otra; El gran “Zapita” ya no era joven, pero aun así ya entrado en años tenía la mala costumbre de sentarse en su carretilla al lado de la portería de entrenamiento para echarse su “coyotito”. Los jugadores maloras como siempre hay practicaban tiro a gol y también de “retratar” al “Zapa”. Y miren la clase de tiradores; Víctor Ruíz, Abundis, Alfaro y compañía, los balones le pasaban zumbando a lado de su cabeza, cuando este lo nota. Con sus 70 y pico de años encima, se incorpora de la carretilla y les grita; “¡Atínenle cabrones! ¡Hasta pa eso son weyes! Y todos se rieron de su puntada.
A manera de homenaje a su trayectoria “el Profe” Meza fue quien lo rescato de olvido llamándolo al primer equipo en esa gran época dorada. Al gran “Zapita” lo tenían relegado en fuerzas menores sin tomarlo en cuenta. Bien decía mi Padre; “hijo vale más una persona con “ángel” que un pseudointelectual, o un sabelotodo que no aporta” y si algo tenía Don Jesús González, era “angel” el gran “Zapita” influyó en el ánimo diario de muchas generaciones de diablos rojos con sueño, tuve el privilegio de ser parte de una de ellas. Para él mi recuerdo y mi agradecimiento eterno.
Ojalá en esta nueva etapa de nuestro querido equipo, el gran “Sinha”, le el real valor a muchos personajes que existen en el club, que como “el zapa” desde sus diferentes trincheras sin tantos reflectores se entregan en cuerpo y alma para su institución. Ellos estarán siempre ahí, es cuestión de valorarlos y reconocerlos.
Por hoy se me agoto el espacio, pero espero sus comentarios en mi cuenta de twitter que ya conocen @elchitavivenci1
“No hagas con el amor lo que un niño hace con su globo, que al tenerlo lo ignora, y al perderlo le llora” Pablo Neruda.