Artesanas otomíes del Valle de Toluca y su travesía para subsistir en pandemia
Cambiaron sus tradicionales artesanías por cubrebocas bordados para subsistir la pandemia ante la falta de apoyos y oportunidades
Por: Guillermo Rueda
Ante la falta de apoyos y oportunidades para vender sus artesanías en el Valle de Toluca, artesanas de origen otomí aprovecharon la situación sanitaria actual para subsistir con la elaboración de cubrebocas y su venta en la vía pública.
Cubrebocas de tela bordados a manos son la columna de su supervivencia ante la falta de dinero y la pobreza extrema a la que la mayoría de estas mujeres están sometidas por la falta de apoyos de las autoridades, así como de oportunidades para comerciar sus artesanías.
Además, estos instrumentos de protección sanitaria tienen el plus de ser exclusivos, pues cada uno de ellos muestra bordados diferentes, con hilos de colores que plasman distintas figuras. Los venden en la vía pública, en ocasiones en espacios en los que pueden colocarse y ofrecerlos a quienes deseen protegerse.
En entrevista, la señora Rosa Pérez Jacinto, artesana de textiles de la comunidad de San Cristóbal Huichochitlán, perteneciente al municipio de Toluca, explicó que al ya no poder acudir a las plazas públicas a ofrecer sus creaciones por la propagación de Covid-19, optó por cambiar momentáneamente las muñecas otomíes por cubrebocas de tela con los bordados característicos de la zona indígena del norte de la capital mexiquense.
Sin embargo, destacó que en un principio la demanda del artículo fue alta, vendía hasta 20 piezas diarias, pero ante la falta de personas en la vía pública bajó la venta; no obstante, opta por colocarse en puntos estratégicos, como mercados. Cada pieza la vende en precios que van de 60 a 80 pesos, según la complejidad del bordado.
Aunque las ventas han disminuido, reconoció que las piezas que vende, afortunadamente, la ayudan a solventar los gastos de su casa, en la que habita con sus dos hijos; su esposo se dedica al campo y ella colabora con ingresos adicionales.
Cabe destacar que sus puestos son temporales y nómadas, ya que al ser parte del comercio informal, se ve en la necesidad de estar toreando a las autoridades, antes de que la desalojen.
Vestida con su tradicional enagua, con sombrero para protegerse del intenso sol y con aguja en mano, reconoció que le da temor contagiarse de Covid-19, pero la necesidad la ha llevado a tener más cuidado, y a evitar los espacios con mucha gente así como los cambios de temperatura.