El problema del agua en Estados Unidos: entre el diluvio y la sequía
Los tótems tradicionales de la Nación Indígena Quinault se elevan sobre el pueblo costero de Taholah, en el estado de Washington, donde se encuentra su reserva.
Tallados en cedro, los tótems retratan costumbres ancestrales, desde la pesca hasta el piragüismo, honrando la conexión con la tierra y sus animales.
En los últimos años, el pueblo mismo se ha convertido en un tótem que retrata el impacto de una amenaza más moderna en Estados Unidos: el cambio climático. Las inundaciones provocadas por la subida del nivel del mar y las condiciones meteorológicas extremas están obligando a esta pequeña comunidad de 650 habitantes a abandonar las tierras en las que han vivido durante miles de años para trasladarse a tierras más altas.
Evacuaciones por tsunami
Puede que la palabra tsunami no sea un término habitual cuando se habla de los sistemas meteorológicos estadounidenses, pero para Ryan Hendricks, concejal quinault de Taholah, los simulacros de emergencia eran una parte habitual, aunque aterradora, de su infancia.
«He asistido a cuatro evacuaciones por tsunami desde que era pequeño», afirma. «Y lo que más me preocupa, ahora que tengo mi propia familia, es que se produzcan por la noche. Tenemos la suerte de contar con sirenas de tsunami, pero dicen que sirven para un lapso de evacuación de 10 a 15 minutos. Eso significa que no hay pertenencias (que llevarse), no hay fotos. Te conformas con salir solo con vida«.
En noviembre de 2022, el Gobierno de los Estados Unidos concedió 75 millones de dólares a repartir a partes iguales entre tres comunidades indígenas, una de ellas los quinault. Hasta la fecha, este es uno de los mayores esfuerzos del país para trasladar a comunidades que corren peligro por los efectos catastróficos del cambio climático.
Para la Nación Quinault, autogobernada desde 1990, el proceso de reubicación comenzó hace dos décadas, incluido el traslado del centro de salud de la comunidad.
«Estamos muy agradecidos por los dólares que hemos recibido hasta
ahora, pero es una cuarta parte de lo que va a costar el traslado a la colina», dijo Guy Capoeman, presidente de la Nación Quinault.
La crisis climática es la crisis del agua
Johannes Cullmann, vicepresidente de ONU-Agua, explicó que la crisis climática «es ante todo una crisis del agua».
Entre la subida del nivel del mar por el deshielo de los glaciares y de las placas de hielo ártica y antártica, así como el cambio de la pluviosidad, afirmó que los periodos de sequía que ahora son más prolongados están relacionados con el aumento de los incendios.
«Todo nuestro entorno cambia si cambian las precipitaciones, porque es esa humedad en nuestros ecosistemas [y] en los suelos la que permite crecer a nuestras plantas, pero también la que nos protege del calor extremo y la aridez», afirmó.
Sequía en Arizona
A unos 1500 kilómetros de distancia, en Phoenix, en el estado norteamericano de Arizona, situada en el desierto de Sonora, una megasequía que ha durado ya 23 años está suscitando preocupación sobre cómo podrá la ciudad mantener su suministro de agua. La ciudad se enfrentó este verano a una ola de calor. En julio se registraron 31 días consecutivos de temperaturas superiores a 43°C, superando el récord anterior de 18 días, establecido en junio de 1974.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) declaró julio de 2023 el mes más caluroso jamás registrado.
Un equipo de empleados y voluntarios de la recién creada Oficina de Respuesta y Mitigación del Calor de la ciudad de Phoenix (la primera de este tipo en Estados Unidos) trabaja para suministrar rápidamente agua a la población sin hogar de la ciudad.
Michelle Litwin, directora del Programa de Respuesta al Calor, lleva a cabo actividades comunitarias en zonas vulnerables cuatro veces por semana.
«Definitivamente, hay una mayor sensación de urgencia», afirmó. «Lamentablemente, cada verano estamos viendo que el número de muertes relacionadas con el calor aumenta«.
Alerta de pantano muerto
El que antes era suministro sólido de Phoenix procedente del sistema de los ríos Salado y Verde y del río Colorado, que abastece a 40 millones de personas en el oeste de Estados Unidos, ha disminuido. El agua en los principales embalses del río ha descendido a niveles peligrosamente bajos, gran parte de ello causado por la sobreexplotación constante y la sequía.
«Alrededor del 60% de nuestra agua procede de estos ríos, un poco menos del 40% procede del río Colorado, y una pequeña cantidad es agua subterránea», explicó Kathryn Sorensen, directora de Investigación del Centro Kyl para Política del Agua de la Universidad Estatal de Arizona. «Esto supone un reto para nosotros, sobre todo si tenemos en cuenta la escasez y la posibilidad de que se produzca un ‘pantano muerto'».
El amenazante término «pantano muerto» se utiliza para describir el hecho de que el agua de un embalse descienda tanto que no pueda fluir agua abajo de la presa. Para solucionar este problema, explicó, Phoenix invirtió unos 500 millones de dólares en el traslado del suministro de agua de los sistemas de los ríos Salado y Verde a zonas que hoy dependen del río Colorado.
Se necesitan enfoques regionales y globales
Johannes Cullmann, de ONU-Agua, señala que las sequías no respetan fronteras y deben abordarse a escala regional, incluso mundial.
Con motivo de la reciente Semana Mundial del Agua el 20 de agosto en Estocolmo (Suecia), los expertos y afectados por la crisis del agua se reunieron «para explorar cómo el agua puede ser una poderosa herramienta para hacer frente a la crisis climática, el calentamiento global, la pérdida de biodiversidad, la pobreza y muchos otros retos relacionados con el agua», afirmó.
No cabe duda de que tanto Sorensen, de Arizona, como Capoeman, del estado de Washington, se sentirán identificados con los temas que se habrán de debatir.
«En nuestra ciudad desértica, nunca nos hemos permitido el lujo de dar el agua por sentada», dijo Sorensen. «Creo que es muy importante cambiar la cultura».
Aunque Capoeman dijo que no obligará a nadie de su comunidad a trasladarse, añadió que el cambio debe producirse para garantizar su seguridad y su modo de vida.
«Porque sin ese modo de vida, sin esa visión del mundo que emana de este entorno, ¿qué somos?, dijo. «¿Seguiremos siendo quinault?».