Cataluña ha decidido tomar medidas para frenar el enorme consumo de agua del turismo. Pero tiene truco
Hay muchas formas de definir a un turista. Pero en un país en el que el 85% de ellos decide pernoctar en zonas de sequía, el turista es, sobre todo, un enorme sumidero de agua. Y es que, según explicaban desde hace unos años desde el Foro de Economía del Agua, «el turista medio gasta entre tres y cuatro veces más que el residente».
Por eso, en Cataluña, han decidido acabar con ello.
La Cataluña (cada día más) seca. Aunque hay partes del estado en los que la sequía ya es solo un recuerdo del pasado, gran parte de Cataluña sigue en fase de emergencia. Al fin y al cabo, las lluvias de marzo solo consiguieron que las reservas crecieran un 4%. El Área Metropolitana de Barcelona (y, por extensión, e sistema Ter-Llobregat) sigue teniendo unos pronósticos muy complicados de cara al verano.
Con esto en mente, el Govern de la Generalitat ha aprobado un nuevo decreto que adapta las medidas que ya están en marcha y pretende adaptarlas ante la inminencia de la temporada turística.
¿Y qué ha hecho? A partir de ahora, los turistas tendrán los mismos umbrales de consumo que los ciudadanos catalanes. De esta forma será de 115 litros en situación de excepcionalidad, 100 litros cuando se declare la fase de emergencia y 90 litros en emergencia II.
La clave, según explicaban desde el Govern, es que la inmensa mayoría de establecimientos turísticos están conectados a las redes de distribución en las mismas condiciones que los domicilios. Es más, aunque no son «domésticos» en sentido estricto, sí tienen el mismo grado de prioridad que estos frente a otros usos industriales, agrícolas o ganaderos.
Es decir, no tiene sentido un trato desigual.
Igualdad, sí; pero con truco. Porque, en realidad, estos límites solo son obligatorios para hoteles que se encuentren en municipios que incumplan el consumo máximo durante tres meses consecutivos.
Es decir, las limitaciones no se podrán empezar a aplicar hasta julio como pronto. Y, de facto, en muchas zonas podrían superarse estas cantidades con mucho sin que las restricciones se aplicasen hasta después de la temporada.
El lío de las piscinas. Además, el ejecutivo catalán ha abierto una puerta curiosa al llenado de piscinas privadas. Se podrán llenar este tipo de piscinas si «se censan como refugios climáticos». Y eso conlleva que tendrán que posibilitar a la ciudadanía «un acceso y un uso en las mismas condiciones» en que funcionan las piscinas públicas.
Nadie oculta que la medida (junto a la posibilidad de usar «desalinizadoras privadas») está orientada a facilitar que clubes deportivos u hoteles puedan abrir sus instalaciones; pero, en el proceso, las piscinas comunitarias han quedado a merced de los criterios que quieran fijar los ayuntamientos (en pleno periodo electoral).
Imagen | Cory Bjork
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