El estudio de los cuerpos de 25 monjes guerreros de la Orden de Calatrava arroja una sorpresa. Había una mujer
La Orden de Calatrava, de carácter militar y religiosa, se fundó en el siglo XII con el objetivo de proteger la villa de Calatrava frente a Ciudad Real. Hombres, guerreros de élite en su tiempo, cuyos cuerpos yacen en el interior de una de sus mejores construcciones: el castillo Zorita de los Canes en la provincia de Guadalajara. Un estudio reciente de 25 de estos guerreros ha arrojado una singular sorpresa: había una mujer.
Hallazgo en la necrópolis. Dentro del recinto del castillo, la Orden había construido el “corral de los condes”, el lugar sagrado donde descansaban sus cuerpos enterrados. Hasta allí se desplazó un grupo de investigadores con la idea de estudiar 25 cuerpos que fueron inhumados entre los siglos XII y XV: de fondo, recoger muestras de la dieta que llevaban.
Sin embargo, la sorpresa ha sido doble, ya que los restos enterrados en la necrópolis mostraron que 23 de los individuos murieron en batalla, pero los dos restantes eran muy diferentes: una mujer y un bebé (sin relación entre ambos) entre los monjes guerreros.
Pruebas irrefutables. El proyecto, de la Universitat Rovira i Virgili (URV) y el Instituto Max Planck, analizó la presencia de isótopos de carbono 14 y nitrógeno 15 en los huesos de los 25 individuos. Se estudiaron para determinar la edad, sexo, morfología y salud de los individuos, además de determinar su estilo de vida y causas de muerte.
De los 25 esqueletos, 23 presentaban marcas compatibles con una muerte violenta, principalmente de heridas punzantes y contundentes que se encontraban en las partes del cuerpo más vulnerables y desprotegidas de las armas de la época. Sin embargo, los esqueletos de hombres y mujeres tienen características específicas que los diferencian, ya que la morfología de los huesos faciales y la pelvis son ejemplos evidentes. Así llegaron a la sorprendente conclusión.
Características y dieta de la mujer. Cuentan en el estudio que las heridas llevaron a pensar que la mujer participó y murió en batalla, ya que no había signos de recrecimiento óseo en las mismas. «Es posible que haya muerto de una manera muy similar a la de los caballeros varones, y es probable que llevara algún tipo de armadura o cota de malla», explican.
Además, no tenía los mismos indicadores dietéticos de la mayoría de los individuos analizados, y observaron un menor nivel de consumo de proteínas, «lo que podría indicar un estatus más bajo en el grupo social», concuerdan en el estudio.
¿Quién podría ser? A falta de certezas, algunos investigadores han planteado la hipótesis de que se trataba de una sirvienta que habría sido llamada a unirse a los caballeros en la defensa del castillo si fuera necesario, aunque desde la URV no lo creen así: «Su trabajo como sirvienta habría dejado huellas en sus huesos, indicadores de ciertos tipos de actividad física que ahora podemos identificar».
Un cuerpo de guerrera. El cuerpo de la mujer, al parecer, también presentaba atributos similares a los de los otros monjes guerreros. En este caso hablamos de actividades donde se les exigía entrenarse en el uso de la espada, un esfuerzo que deja marcas comprobables y que también se observaron en los huesos de la mujer. Dicho esto, se necesitarán más análisis para determinar si fue o no realmente una guerrera.
Dieta de élites. En cuanto al trabajo original que buscaba estudiar las dietas de estos guerreros, los resultados determinaron que los 23 individuos murieron en batalla y que los caballeros de la orden seguían una dieta propia de la alta sociedad medieval, con un aporte considerable de proteínas animales y pescado de mar, en una zona lejos de la costa.
La mujer en la Edad Media. Lo cierto es que la situación de torno a la Orden de Calatrava, marcada por hombres, es un reflejo de la sociedad de aquellos tiempos donde había claras restricciones de género determinadas por la Iglesia y la aristocracia. Así todo, las mujeres de la época medieval no fueron víctimas pasivas del patriarcado religioso y a menudo encontraban formas de superar los obstáculos.
Dicho esto, el éxito y los avances de las mujeres no logró revertir el orden establecido, y se impusieron más restricciones a las mujeres incluso cuando la sociedad entró en la era más ilustrada del Renacimiento.
Desigualdad, del medievo a hoy. A este respecto, el año pasado se publicó en la revista PNAS un estudio que analizó más de 10.000 restos dentales recopilados en 140 yacimientos medievales en Europa para identificar la discriminación de género que había durante la Edad Media, y si actualmente persistía en las zonas.
¿Los resultados? Las personas que viven en áreas donde históricamente se han favorecido los hombres por encima de las mujeres siguen mostrando más desigualdades de género respecto a las ciudades donde ha habido un trato más igualitario entre géneros.
Imagen | Romanoski, Pedro de Villafranca