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Sam Altman ha estado regalando millones de dólares en secreto. Su objetivo: el mayor estudio sobre la renta básica universal

Toda la estructura social y financiera actual se basa en que las personas intercambien sus habilidades y conocimientos por dinero en forma de salario, y con ello obtener bienes y servicios de terceros que mejoran su calidad de vida. Pero, ¿qué sucedería si se rompiera la cadena por el primer eslabón y las personas ya necesitaran trabajar porque lo hace una máquina (o IA)?

Esa es la pregunta sobre el futuro de la humanidad que un día se hizo Sam Altman, CEO de OpenAI, y una de las respuestas fue la renta básica universal. Un estudio realizado por OpenResearch y financiado por Altman ha analizado durante ocho años qué sucedería si todos recibiéramos una determinada cantidad de dinero mensualmente sin necesidad trabajar.

Las paguitas de Silicon Valley. Aunque la renta básica universal es un concepto con varias décadas a sus espaldas, no ha ganado la suficiente importancia hasta que líderes relevantes de Silicon Valley como Sam Altman y Elon Musk la han señalado como solución a los para el desempleo humano causado por la automatización y el avance de la IA.

Hace casi una década, Sam Altman ya abogaba, desde el blog de la plataforma Y Combinator que dirigía, por la necesidad de implementar este ingreso recurrente. «Nos gustaría financiar un estudio sobre la renta básica. He estado intrigado por la idea [de la renta básica universal] durante un tiempo, y aunque ha habido mucha discusión, hay muy pocos datos sobre cómo funcionaría». Por su parte, Elon Musk aseguraba en una entrevista para CNBC en 2016 a la renta básica que “Va a ser necesario. Cada vez habrá menos trabajos que un robot no pueda hacer mejor”.

45 millones regalados por el bien de la humanidad. Para que el estudio fuera lo más fiable y preciso posible, OpenResearch buscó a 3.000 participantes residentes de los estados de Texas e Illinois, en poblaciones de distinto tamaño, con ingresos inferiores a 28.000 dólares. A un tercio de esos participantes les entregó 1.000 dólares mensualmente sin más condiciones durante tres años, mientras que al resto del grupo de control le pago 50 dólares al mes.

En total se entregaron 45 millones de dólares. 14 millones salieron directamente del bolsillo de Altman, que se encargó personalmente de recaudar otros 60 millones más completar el pago y financiar a los autores del estudio dirigido por la investigadora Elizabeth Rhodes, directora de investigación en OpenResearch.

Resultados del estudio: cubrir las necesidades y ayudar a otros. Los datos del estudio de OpenResearch revelan que aquellos que recibieron los pagos de 1.000 dólares mensuales, incrementaron su gasto mensual en un promedio de 310 dólares al mes, pero utilizaron ese incremento para comprar alimentos, pagar el alquiler o el transporte. Las personas de este grupo ofrecieron un mayor apoyo a otras personas necesitadas que el resto de participantes en el estudio.

Mejoría en su salud mental. Los investigadores no encontraron «evidencia directa de un mejor acceso a la atención médica o mejoras en la salud física y mental» entre quienes recibieron los 1.000 dólares.

Sin embargo, sí que apreciaron “reducciones significativas en el estrés, la angustia mental y la inseguridad alimentaria durante el primer año, pero esos efectos se desvanecen en el segundo y tercer año del programa”. Los investigadores apuntan «El dinero en efectivo por sí solo no puede abordar desafíos como las condiciones de salud crónicas, la falta de cuidado infantil o el alto costo de la vivienda».

El orgullo de ser útil. La renta básica universal surge como respuesta de subsistencia para las personas que pueden verse desplazadas del mercado laboral para ser sustituidos por un robot o una IA, de forma que la plusvalía que ofrece esa tecnología cubra las necesidades de la persona a la que sustituye.

Jaron Lanier, informático y padrino de la Realidad Virtual, es una de las voces más críticas con la idea de una renta básica universal en una entrevista a The Guardian recogía su opinión. Según declaraba en Forbes, la renta básica universal despertaría un sentimiento de desapego entre quienes reciban esa renta sin trabajar: “Me gustaría ver a la gente convertirse en orgullosos proveedores de datos en una nueva economía. La gente no dirá [respecto a la renta básica universal]: ‘Eres tan amable’. Dirán: ‘Te odio, me estás diciendo que tú eres útil y yo no, y dependo de tu generosidad'».

Los otros estudios sobre la renta básica universal. Este estudio de larga duración impulsado por Sam Altman no es el primero que se lleva a cabo en el mundo. La organización filantrópica GiveDirectly lleva 12 años desarrollando un estudio similar en Kenia. Desde los 80, Alaska reparte entre sus ciudadanos los pagos anuales por los derechos de explotación de sus reservas de petróleo y gas.

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Imagen | Wikimedia Commons (TechCrunch)

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