Un sarcófago romano con un perro de tres cabezas ha estado sellado 2.000 años. La ciencia acaba de abrirlo
Para la arqueología hay pocas cosas más fascinantes que abrir la puerta a lo desconocido, a un pasado milenario al que nadie se había acercado hasta ahora. Tenemos muchos ejemplos de ello, pero las tumbas y los sarcófagos seguramente sean la joya de la corona. Por eso, cuando unos investigadores anunciaron que iban a abrir el ataúd italiano de Cerbero, el mismo en cuya entrada se encuentran las inscripciones de los perros de tres cabezas, las miradas se dirigieron allí.
La Tumba de Cerbero. Así se ha llamado a este sarcófago de una antigua tumba encontrada en 2023. Sellada desde hace 2.000 años, la descubrieron en la ciudad de Giugliano, Nápoles, al sur de Roma. El año pasado, cuando se supo de la reliquia descubierta, la Superintendencia de Arqueología, Bellas Artes y Paisaje de Nápoles lanzó un comunicado explicando que la tumba se encontró en “perfecto estado de conservación” en una antigua necrópolis romana.
Los arqueólogos dedujeron de su “lujoso diseño” que la tumba probablemente fue construida por una familia influyente. En cuanto a su apodo, se debía a los murales que representan al mítico perro de tres cabezas. Hace unas semanas, los investigadores anunciaron que se disponían a abrir su contenido por primera vez. Dicho y hecho.
El famoso perro. Cuentan los investigadores que los frescos en las paredes y el techo de la tumba no solo representaban a Cerbero, el “perro del Hades” que supuestamente guardaba las puertas del infierno, sino también ictiocentauros, o centauros marinos que poseen cabezas y torsos humanos, patas delanteras de caballo y colas de pez.
Abriendo una puerta al pasado. Con estos datos, los arqueólogos han estado sondeando donde excavar. Durante su investigación, utilizaron una cámara en miniatura para sondear el ataúd sin abrir durante 2.000 años. ¿Qué encontraron? En su interior descubrieron tres altares con jarrones donde se hacían ofrendas. También había lechos funerarios con ataúdes que contenían los restos de los antiguos miembros de la familia.
Había un esqueleto envuelto en un sudario mineralizado, tal como había estado durante 2.000 años, y yacía en posición supina, boca arriba, en “un excelente estado de conservación”. Los arqueólogos han explicado que fue enterrado rodeado de frascos de cristal que contenían perfumes y ungüentos de tocador para el difunto. También se descubrió un estrígilo, una herramienta que se usaba para raspar la piel y limpiarla.
Cremas para los difuntos. Como ha detallado Mariano Nuzzo, superintendente de arqueología, bellas artes y paisaje de Nápoles, en un comunicado, expertos de múltiples disciplinas han pasado los últimos meses analizando muestras del ataúd de piedra. Por ejemplo, un arqueólogo textil está estudiando la tela del sudario para determinar el origen de su hilo, y un biólogo vegetal está estudiando el contenido de los recipientes de vidrio.
Hasta ahora, los investigadores han determinado a través de muestras de polen que los ocupantes de la tumba fueron frotados con cremas que contenían ajenjo y pata de ganso. Estos ungüentos pueden haber sido destinados a conservar los cuerpos, según el comunicado.
Nuevos anuncios en el futuro. El estudio no ha terminado, ni mucho menos. Los investigadores esperan obtener más resultados de las pruebas genéticas, las cuales podrían revelar más sobre los orígenes e identidades de la familia fallecida. También se espera que las investigaciones arqueológicas continuadas revelen más sobre la tumba y la propia necrópolis circundante, lo que puede iluminar la historia social de la antigua comunidad napolitana que la utilizó.
Imagen | Superintendency of Archaeology, Fine Arts and Landscape of Naples
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