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La ciencia lleva años buscando la forma más eficaz de tratar la depresión. Ahora tiene un candidato peculiar: el vinagre

Un grupo de investigadores de la Universidad Estatal de Arizona, en Estados Unidos, acaba de descubrir que es bastante probable que en las baldas de tu cocina tengas un valioso aliado contra la depresión. Uno tan prometedor como inesperado y común, sobre todo si te gusta aliñar bien las ensaladas: el vinagre. Tras realizar un experimento con una treintena de personas con cierto grado de depresión, los expertos han llegado a la conclusión de que un par de cucharadas de este líquido agrio y astringente tiene un efecto sorprendente sobre el organismo.

El estudio tiene algunos puntos débiles, pero sus autores reivindican que las conclusiones son lo suficientemente significativas como para abrir las puertas a nuevos experimentos sobre la ingesta de vinagre y el tratamiento de la depresión.

Vinagre para aliñar… ¿Y curar?. Esa es la hipótesis que se plantearon los investigadores de la Universidad Estatal de Arizona (ASU): comprobar si el consumo de vinagre tiene efectos positivos sobre las personas con depresión.

Para averiguarlo plantearon un experimento relativamente sencillo con un grupo de voluntarios, hombres y mujeres de entre 18 y 45 años que compartían además algunas características. Ninguno fumaba ni bebía grandes cantidades de alcohol, no presentaban enfermedades crónicas y todos tenían algo de sobrepeso. En la muestra había otra característica, claro: cierto nivel de depresión.

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Unas cucharaditas al día. Lo primero que hicieron los investigadores fue dividir a los participantes en dos grupos de forma aleatoria. A uno le suministraron dos cucharadas de vinagre de vino tinto dos veces al día. Al otro, una pastilla diaria con vinagre, aunque en cantidades bastante más reducidas que al primer grupo. La prueba se realizó en 2023, duró cuatro semanas y la completaron 28 personas.

Una vez finalizada, los científicos reunieron todos los datos y examinaron cómo estaban los integrantes de cada uno de los grupos. ¿Cómo? Con análisis de sangre, registros dietéticos, mediciones y exámenes para determinar su estado emocional. Para ser precisos, los investigadores de la ASU les pidieron que respondieran a las preguntas de dos evaluaciones sobre salud mental: el cuestionario sobre depresión del Centro de Estudios Epidemiológicos (CES-D) y el conocido como PHQ-9.

¿Y qué comprobaron? Para que el experimento resultase lo más concluyente posible, al empezarlo todos los participantes mostraban un perfil parecido: edades similares, índice de masa corporal semejantes y resultados en las evaluaciones sobre su estado emocional que tampoco mostraban grandes diferencias.

En la cuarta semana los investigadores obtuvieron sin embargo un resultado llamativo: entre los pacientes que habían ingerido mayor cantidad de vinagre las puntuaciones sobre depresión se habían reducido de forma notable, un 42%, más del doble que entre el grupo del control al que se suministraba las pastillas. Entre estos últimos los síntomas también habían remitido, pero «solo» un 18%.

Lo que nos dicen los análisis. Hay otro dato incluso más interesante. Al examinar a fondo las muestras recogidas de uno y otro grupo de pacientes los científicos comprobaron que había tres sustancias con diferencias relevantes: el ácido isobutírico, la L-isoleucina y la nicotinamida, una forma de vitamina B3 que arrojó unos resultados llamativos. En el grupo que había ingerido vinagre líquido a cucharadas sus niveles se habían disparado ni más ni menos que un 86%. Aunque menor, el aumento era también notable para la L-isoluecina: un 35%.

Interesante, pero… ¿concluyente? El estudio es interesante, sobre todo, recuerda News Medical, porque recurrió a herramientas como la cronomatografía de gases-espectometría de mases (CG-MS) para analizar las muestras de sangre, pero presenta algunos puntos débiles importantes. Por ejemplo, su muestra no es muy amplia: la prueba la empezaron 45 personas, pero la concluyeron muchas menos, 28. Tampoco la duración del experimento, limitado a cuatro semanas.

Otra cuestión interesante es que las puntuaciones iniciales de depresión entre los participantes no era especialmente alta. El cuestionario CES-D no arrojó cambios significativos entre los dos grupos del estudio y, si bien el estudio PHQ-9 sí lo hizo, las mejoras que mostró entre los pacientes del primer grupo se volvieron menos contundente cuando los resultados se ajustaron a las puntuaciones iniciales.

¿Significa eso que el estudio no tenga validez? No. Reveló por ejemplo cambios importantes en el organismo de los participantes, sobre todo en la nicotinamida. Y para sus autores señala un interesante camino que puede seguir explorándose para buscar formas de ayudar a los pacientes con cuadros de depresión.

Un camino aún por explorar. «Se justifica la realización de futuras investigaciones que examinen los efectos de la administración de vinagre en poblaciones clínicamente deprimidas o en riesgo, y en aquellas que toman medicamentos antidepresivos», concluyen los investigadores en su estudio, publicado hace unas semanas en la revista académica CN Nutrients.

«Estos datos brindan respaldo adicional a la idea de que la ingestión diaria de vinagre durante cuatro semanas puede mejorar la sintomatología de depresión autoinformada en adultos generalmente sanos y que las alteraciones en el metabolismo de la niacina pueden influir en esta mejora».

Buscando nuevos aliados. Los autores señalan que los antidepresivos que suelen recetarse presentan «efectos secundarios graves» y una eficacia que «varía de forma considerable» y abogan por buscar «serapias complementarias sencillas».

El estudio que acaban de publicar los investigadores de la ASU no es el primero que indaga en el potencial del vinagre. Hace años científicos del mismo centro de EEUU publicaron también una estudio que concluía que el vinagre de manzana puede reducir de forma significativa el riesgo de depresión, lo que se añade a sus propiedades nutricionales y demás beneficios para el organismo humano.

Imágenes | Bulbul Ahmed (Unsplash), Eric Ward (Unsplash) y Mike McCune (Flickr)

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