Japón ha tenido una idea para evitar que la crisis de natalidad esquilme su defensa: inspirarse en EEUU para su armamento
Japón no lo tiene fácil en materia de defensa. Le crecen enanos dentro y fuera de casa. En clave nacional, el país arrastra desde hace tiempo una empecinada crisis de natalidad que se lo pone cada vez más difícil a la hora de reforzar su Fuerza de Autodefensa (JSDF). Si ese desafío no fuese suficiente, más allá de sus fronteras el escenario geopolítico se le complica, con tensiones a nivel regional y la perspectiva de que Estados Unidos dé un viraje en materia de política internacional si Donald Trump se impone en las urnas en noviembre y regresa a la Casa Blanca.
Así las cosas su Gobierno acaba de mover ficha: han decidido impulsar un centro de investigación de tecnología defensiva inspirándose en el modelo de EEUU.
Japón, de estreno. La noticia la han avanzado medios locales como la agencia Kyodo. En octubre el Ministerio de Defensa de Japón prevé inaugurar un instituto de investigación en Tokio. Eso sí, uno muy particular. Su cometido será agrupar talento, aprovechar la experiencia del sector privado y desarrollar tecnologías de defensa capaces de marcar la diferencia en el campo de batalla.
Se calcula que el centro lo formarán un centenar de personas y gran parte de sus integrantes será ajeno al ministerio, procedente de empresas o universidades. De entrada, el presupuesto del año fiscal reserva unos 21.700 millones de yenes —equivalente a 147 millones de dólares— para su puesta en marcha.
Buscando su propio DARPA. El planteamiento es ambicioso. Kyodo explica que las autoridades niponas se han inspirado en la famosa Agencia de Proyectos de Investigación Avanza de Defensa de Estados Unidos, la archiconocida DARPA, que ha jugado un papel clave en los orígenes de tecnologías tan revolucionarias como el GPS, Internet, los drones, vehículos militares «urtivos» o satélites meteorológicos.
El objetivo: servir de puente entre el sector privado y la rama estatal encargada de la defensa del país, para lo que, entre otras cuestiones, en Tokio se plantean fichar a expertos en inteligencia artificial o ingeniería robótica, entre otras áreas clave.
«Cambiar las reglas». En una crónica sobre el nuevo centro tecnológico, el diario South China Morning Post (SCMP) va más allá y asegura que el objetivo del Gobierno nipón es lograr armas «que cambien las reglas del juego». ¿Cuáles? Por lo pronto han trascendido algunas de sus líneas de trabajo: el desarrollo de vehículos no tripulados con IA capaces de moverse de forma autónoma en la oscuridad, nuevas (y mejores) formas de detectar a submarinos o misiles hipersónicos.
«Tecnologías de vanguardia de usos múltiples que ayuden a la creación de equipos de defensa», como lo definía ya en 2022 la Estrategia de Defensa Nacional.
Cuestión de vocación… y yenes. Como telón de fondo está el aumento del esfuerzo presupuestario de Japón en materia de defensa. En abril Nikkei revelaba que sus autoridades han decidido incrementar el gasto en esa área hasta elevarlo al 1,6% del PIB, lo que en dinero contante y sonante se traduce en 56.700 millones de dólares, si bien parte de esa suma se destina a la Guardia Costera y operaciones de la ONU. Todo apunta que el esfuerzo inversor será también notable en 2025.
Un escenario complejo. El anuncio del Ministerio de Defensa es importante, pero más lo es incluso el contexto. Japón ha decidido mover ficha en un escenario complicado marcado por las tiranteces regionales, los desencuentros entre Seúl y Pyongyang, la creciente tensión entre China y Taiwán que se extiende a Estados Unidos o entre Pekín y Filipinas, sin contar con la disputa abierta entre Tokio y el gigante asiático a cuenta de la soberanía de las aguas de las islas Senkaku.
Mirando al tablero global. A ese panorama se añade que China, Corea del Norte y su aliado Rusia, disponen de armas nucleares, y las consecuencias que podría acarrear un hipotético retorno de Trump a la Casa Blanca en otoño.
«Japón tiene que hacer más por sí mismo», aseguraba hace poco Kuazuto Suzuki, de la Universidad de Tokio, a This Week in Asia. «Somos conscientes de que EEUU es nuestro aliado más importante, pero también de que si no hacemos lo suficiente para protegernos es posible que un futuro gobierno no nos ayude […]. Ha habido un cambio en nuestra idea de que no podemos depender de EEUU para siempre».
Atento a EEUU. A la perspectiva de lo que pueda ocurrir en la política estadounidense en noviembre se añade otro factor, recuerda SCMP: la decisión de EEUU de pausar por sorpresa su proyecto Next Generation Air Domination para un caza de sexta generación, seguido con interés desde Japón por su potencial en el pulso con China. EEUU dispone de la base área de Kadena en el Océano Pacífico y hace poco el propio Cuerpo de Marines estadounidense explicaba que la unidad establecida a finales del año pasado en la base naval de la isla japones de Okinawa está pensada para «contrarrestar la agresión de la República Popular China».
Un enemigo a batir. No todos los desafíos del Ministerio de Defensa de Japón están fuera del país. En casa lidia con otro, probablemente el mayor de todos: una crisis demográfica que ha hundido los nacimientos a mínimos históricos y le está complicando reforzar las filas de su Fuerza de Autodefensa (JSDF).
A finales de 2023 The New York Times calculaba que, tras años sin lograr sus objetivos de reclutamiento para el ejército, la marina y la fuerza aérea, el país había visto cómo sus fuerzas activas se quedaban en alrededor de 247.000 personas, casi un 10% menos que a principios de la década de los 90. A lo lago del año fiscal 2023 Defensa solo logró fichar a 9.959 personas para las JSDF, muy lejos de un objetivo que rondaba los 19.600 reclutas. Y las expectativas, reconocía hace poco el titular de Defenesa, no son buenas: «Se espera que la situación siga siendo difícil».
«Necesitamos recurrir a la tecnología». Con ese panorama, reconoce el profesor Suzuki, el país se ve abocado a buscar soluciones: «Necesitamos recurrir a la tecnología porque Japón tiene escasez de mano de obra. Ya estamos afrontando tiempos difíciles para reclutar suficiente personal para el ejército y es probable que empeore en el futuro, por lo que necesitamos cambiar nuestra idea de cómo operar tropas y equipos, sobre todo en el ámbito marítimo». Ya está ocurriendo.
La fragata Noshiro, por ejemplo, puesta en servicio hace no mucho, se ha diseñado para operar con dos tercios de la tripulación que necesitaba el modelo anterior. Y al menos a finales de 2023 estaba operando incluso con menos personal.
¿Al ejército o a las empresas? Para revertir la situación Japón necesita frenar su crisis de natalidad y buscar soluciones para la competencia que supone el sector privado a la hora de captar talento joven. «Hay poca información disponible para convencer a un joven graduado universitario de que unirse a las SDF es mejor que lograr un empleo en Toyota», reconoce un experto a Japan Times. A pesar de que ha aumentado la edad máxima para los reclutas y reforzado su inversión en defensa, el país sigue viendo cómo miles de soldados renuncian cada año.
Imagen | Miki Yoshihito (Flickr)
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