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Los metales Kagome pintan bien desde su descubrimiento. Este experimento los ha consagrado definitivamente

En Japón tienen un entramado que utilizan en tejidos y cestas tradicionales llamado Kagome. Este patrón se caracteriza por tener triángulos y hexágonos entrelazados, lo que le da una apariencia muy peculiar y un tanto exótica. Hay una razón de peso por la que he decidido abordar este artículo con esta explicación: de alguna forma el patrón de los tejidos Kagome es su auténtico protagonista. Aunque, eso sí, no vamos a hablar de tejidos. Vamos a hablar de metales.

Y es que, como podemos intuir, los metales Kagome se caracterizan porque están conformados por una red cristalina que tiene exactamente el mismo patrón que los tejidos Kagome japoneses. Esto nos recuerda, una vez más, que la naturaleza es una fuente de inspiración infinita, aunque no puedo garantizaros que la persona que ideó el tejido Kagome realmente conocía la existencia de estos metales. Probablemente no. Pero esto no importa. Lo que realmente importa es que los metales Kagome son extraordinariamente prometedores en los ámbitos de la superconductividad y la computación cuántica.

Comprobado: los metales Kagome exhiben un tipo único de superconductividad

Un equipo internacional de investigadores liderado por el profesor de física teórica Ronnie Thomale, de la Universidad de Wurzburgo (Alemania), ha estudiado a fondo las propiedades fisicoquímicas de varios metales Kagome, y en uno de sus experimentos ha confirmado algo que les confiere un potencial enorme: en determinadas condiciones exhiben un tipo único de superconductividad. Un apunte breve antes de seguir adelante: cuando un material adquiere la propiedad de superconductividad consigue conducir la corriente eléctrica sin resistencia y sin que se produzca ningún tipo de pérdida de energía.

La superconductividad de los metales Kagome deriva de la habilidad con que los pares de electrones que están emparejados se desplazan a través de la red al unísono

En este artículo no necesitamos profundizar en las propiedades que confiere a estos metales la peculiar geometría de su red cristalina. Si lo hiciésemos se complicaría excesivamente. Solo un apunte: la superconductividad de los metales Kagome deriva de la habilidad con que los pares de electrones que están emparejados se desplazan a través de la red al unísono. Esto sucede únicamente cuando el metal está expuesto a una temperatura muy baja, tal y como sucede con muchos otros superconductores.

Curiosamente, el equipo de científicos que ha confirmado la teoría que elaboró inicialmente Ronnie Thomale pertenece a la Universidad de Ciencia y Tecnología de Shenzhen (China). «Los resultados que hemos obtenido son otro hito en el camino hacia dispositivos cuánticos eficientes desde un punto de vista energético. Aunque estos efectos actualmente solo se observan a nivel atómico, una vez que la superconductividad Kagome se pueda alcanzar a escala macroscópica será posible crear nuevos superconductores. Esto es, en realidad, lo que impulsa nuestra investigación en ciencia básica», ha apuntado Thomale.

Estos compuestos metálicos pertenecen a la familia de los metales Kagome (aunque algunos de ellos solo cuando son sometidos a ciertas condiciones ambientales): Co₃Sn₂S₂ (cobalto-estaño-azufre), V₃Si (vanadio-silicio) o Fe₃Sn₂ (hierro-estaño). Los científicos que han participado en esta investigación siguen trabajando para entender mejor las propiedades de estos metales, pero han anticipado que confían en que su trabajo a medio plazo les permita desarrollar nuevas tecnologías cuánticas, nuevos superconductores, y, quizá, incluso una nueva electrónica. Ahora mismo esta afirmación parece un poco exagerada, pero, quién sabe, quizá consigan sorprendernos.

Imagen | Pixabay

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