Hay un cómic del Joker visitando Madrid: su autor nos explica por qué el villano de Batman se siente como en casa
Buenos tiempos para el Joker: una nueva película que ya está despertando enfervorecidas opiniones, y algunos lanzamientos de cómics en español dirigidos como un torpedo de gas de la risa al corazón de los fans. Por una parte, una serie de volúmenes titulado ‘Joker: Biografía no autorizada’ recopilando las historias más señeras del personaje, y por otra, un singularísimo recopilatorio de historias titulado ‘Joker: El mundo’ que, a imagen y semejanza de uno anterior dedicado a Batman, recopila historias cortas con el Payaso Príncipe del Crimen viajando por distintos países.
Todo ello con autores autóctonos de los distintos lugares que visita, claro. En el caso de España, DC y ECC, su editora aquí, han contado con David Rubín, uno de nuestros autores con más proyección internacional (‘El fuego’, ‘El héroe’, ‘Gran Hotel Abismo’, ‘Cosmic Detective’, ‘Ether’…), para que narre los desmanes del Joker. Y Rubín se lo ha llevado a Madrid, donde el villano se siente como si estuviera en la mismísima Gotham. O mejor, si cabe.
El volumen está lleno de autores y ambientaciones de los países más diversos: Alemania, Italia, Brasil, República Checa, México, Turquía, Corea del Sur y hasta 13 distintos, aunque la aportación de Rubín es con diferencia una de las más destacables. Nos muestra a un Joker que no solo recorre lugares emblemáticos de la ciudad (la Gran Vía, el Prado) haciendo de las suyas, sino que reflexiona por escrito, en una postal que manda a Batman, acerca de lo cómodo que se encuentra: se persigue a los buenos ciudadanos, se protege a quienes fomentan el odio, se premia a los delincuentes… o como él mismo dice, «Aquí yo ni sería noticia».
Es decir, es la historia con un elemento de crítica social más acusado de todo el volumen, un despiadado y a la vez compasivo retrato de una de las ciudades más odiadas y queridas de España. Hemos hablado con Rubín para que nos desvele algunas de las claves de esta historia, y empieza contándonos cómo nació el proyecto, que en principio no necesariamente tenía que transcurrir en Madrid: «Le di vueltas a dónde podía desarrollarse, y coincidió en que cuando me lo encargaron estaban teniendo lugar las manifestaciones en Ferraz«.
Ese fue el caldo de cultivo para retratar a una Madrid tan crispada como cualquier barrio oscuro de Gotham: «Ese caldo de cultivo que se respiraba, esos días, esa violencia en el ambiente, esa rabia. Era gente que estaba protestando porque no le gustaba el resultado de las elecciones y que decían que venían a defender España, cagándose en la democracia. Era un rollo tan loco y tan caótico que vi que claramente ahí tenía un filón del que tirar». E insiste en la conveniencia de Madrid por encima de otros lugares: «A mí me hubiera hecho muchísima ilusión ambientarlo en mi tierra, en Galicia. Pero en cuanto vi esa veta virgen de la que podía empezar a sacar oro decidí que tenía que seguir por ahí».
Cuando le preguntamos si un contenido tan radical generó algún problema con la editorial nos dice que «en DC desde el principio se dieron cuenta que era una historieta que iba a traer cola. Aún así, lo único que hicieron fue meter a todo el ejército de abogados que tienen en Warner para analizar cada línea de texto y cada dibujo». De hecho, tras una primera revisión y viendo la calidad del trabajo, DC le cedió dos páginas extra para que redondeara la historia. «Cero problemas de ni censura, ni discusiones, ni cosas raras, ni nada de nada», nos dice: «Lo entendieron perfectamente bien».
En cuanto al contenido de la historia, Rubín tiene claro que no ha hecho una crítica descarnada: «Utilizo Madrid porque, parafraseando a nuestra presidenta, ‘Madrid es España dentro de España’. Lo que cuento son problemas no solo de Madrid, que también, sino de toda España y ya no solo en España tampoco, sino de gran parte de Europa y en gran parte de Occidente también». Y especifica: «El auge del fascismo, del racismo, del machismo, de un montón de temas que yo considero problemáticos y que me gustaría que no estuvieran tan presentes en una ciudad a la que amo y en la que vivo desde hace diez años como es Madrid».
«Yo no veo en ningún momento esta historieta como un ataque a Madrid», continúa, «sino como un aviso a navegantes para intentar pararnos a pensar un poco qué rumbo le estamos dando a esta ciudad, a España y a nuestras vidas en general. El camino por el que vamos no es hacia el futuro que me gustaría para mi hija cuando crezca. Pero el Madrid que sale son, de hecho, las partes que más me gustan de la ciudad: la Gran Vía, Cascorro, el Prado, el Madrid de los Austrias, una serie de lugares que me gustan, que disfruto, que me parecen chulísimos».
Y todo esto está bañado, por supuesto, en un sentido del humor que encaja en un personaje como el Joker. Afirma Rubín que «de todos modos, a mí el Joker nunca me ha parecido un comediante, digamos. Yo creo que más bien es un tío que se ha buscado este rol de que le da todo igual, de que todo le parece gracioso, de tener que hacer chistes con todo simplemente porque el mundo es un desastre y quiere moldearlo a como él, en su perturbada cabeza, cree que debería ser».
Es así como sale la idea del Joker turista, ausente de la mayoría de las otras historias, en las que más bien se entra en la idea del terrorista global o de la franquicia internacional de criminales: «El punto de partida del Joker aquí es el de un turista, el del típico guiri extranjero que viene a pasar unos días a Madrid. Eso me da pie a mostrar todas las cosas chungas que quería mostrar desde los ojos sorprendidos de un turista, con la circunstancia de que es un ser sin empatía y un psicópata asesino».
Joker es, en cierto sentido y según Rubín, un vistazo al futuro. Afirma que «el futuro que prometen estas políticas socioeconómicas que se están llevando a cabo en Madrid es una auténtica locura. Creo que se está volviendo una ciudad bastante hostil con la ciudadanía, más centrada en el turismo, en el visitante esporádico, y menos en crear una calidad de vida digna y adecuada».
El mensaje más contundente que hemos podido leer en los últimos tiempos en un cómic de superhéroes viene, de este modo, de un sociópata peligroso como Joker: «Vivimos en una comunidad donde la presidenta ha firmado un rollo por el cual murieron casi 8.000 personas en residencias. Y aquí no pasa absolutamente nada. Me parece un telón de fondo más que adecuado para situar en él al Joker».
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