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Tras conquistar el aguacate, Andalucía quiere empezar a producir un cultivo hasta ahora impensable en Europa: el café

Millones de personas en el mundo somos socios del club cafetero. Ese en el que, cada mañana, preparamos un café no ya por sus efectos beneficiosos para la salud, sino para terminar de despertarnos. Ese café suele venir de países lejanos como Colombia, Etiopía, Vietnam o Brasil. Esos son los principales productores de café, pero dentro de poco puede que hablemos más y más del café europeo y, concretamente, del español.

El motivo es que España está decidida a convertirse en la potencia europea del café. Y Andalucía parece la mejor opción para dar forma a la industria cafetera europea.

Tradición. La historia del café es de lo más curiosa y está plagada de historias peculiares, amén de alguna que otra leyenda y muchos mitos. En España tenemos una gran tradición cafetera —no voy a entrar en la calidad del torrefacto— que viene de los tiempos en los que los árabes estaban asentados en la península y ya consumían una bebida muy similar al café turco. Sin embargo, parece que fueron los miembros de la Casa de Borbón, con Felipe V de España, los impulsores definitivos para el desembarco del café en el país.

El café español. Este café llega desde países lejanos con las mejores condiciones para su cultivo, pero lo cierto es que el cultivo de café en España no es nada nuevo. Llevamos años investigando y sacando adelante cafetos de variedad robusta en la península, pero también intentando cultivar la variedad arábica, que es la más apreciada. Hasta ahora, se trataba de experimentos para ver cuánto aguantaban las plantas, sus condiciones y qué café se puede obtener.

Sin embargo, España ya tiene una plantación sostenible de café, la de Agaete. Se trata de una variedad muy exclusiva que se cultiva en Gran Canaria y es única en Europa, pero la idea que tienen otros agricultores es poder llevar las plantaciones a otro nivel y dentro de la península, similar a lo que hemos conseguido con aguacates, mangos o papayas (aunque con mucha polémica debido al uso del agua).

Kamikaze. Teniendo esto en cuenta, hay que poner el foco en Andalucía. En el Cortijo Chaves, en Almuñécar, Manolo Mateos está cultivando… de todo. Mango, aguacate, chirimoyo, papaya, mano de buda y hasta lichis. Entre esa exótica variedad, el agricultor está probando suerte con los cafetos. La inspiración para plantar café en Andalucía vino, precisamente, del de Agaete. En un artículo de Ideal, Manolo explica que vio que en Canarias había una plantación y se animó a visitarla.

«El clima es similar y soy un poco friki, quería probar para ver qué pasaba. Quizás soy un kamikaze, pero hace décadas tampoco había aquí plantaciones subtropicales. Tenemos un clima muy singular, estamos protegidos por montañas, el mar está a un escaso kilómetro de aquí y sirve como regulador de las temperaturas. Además, la humedad del río Jate y de la vegetación también hace que la tierra sea muy próspera», comenta. Si la temperatura media acompaña, parecen las condiciones son óptimas para el cultivo del café.

Café sexitano. En 2022, Manolo ya probó suerte. Plantó 120 cafetos, pero la cosecha no salió adelante. Su error fue que, tras recoger las cerezas, no las protegió de la humedad, por lo que se estropearon. El año pasado volvió a la carga con la lección aprendida y nuevos trucos que ya usan en los principales países productores, como que hay que supervisar constantemente las plantas o que la maduración de los frutos no se produce al unísono.

Su idea es ampliar esos 120 cafetos a una hectárea, algo que ya está en marcha. Manuel Mateo comenta que «quizá no sea el mejor del mundo, pero sí el mejor de Europa. La idea es que tenga un sabor único y que la gente lo disfrute y lo adopte como un producto propio».

Ojo con Italia. Hay varias zonas españolas que están bien posicionadas para, en el futuro, ser un pulmón de producción de café en Europa. A las plantaciones de Agaerte y Almuñécar se suman otras experimentales en Málaga, pero en esta particular competición por ver quién es capaz de producir el primer café europeo en masa, no habría que perder de vista a Italia. El país tiene otra enorme tradición  cafetera que, como ocurre en España, no tiene que ver con la producción, sino con el tostado y, sobre todo, con la elaboración de postres y bebidas.

Y, como ocurre en España, hay quien lleva décadas empeñado en producir café a nivel comercial. En este caso, tenemos que echar la vista a Sicilia, donde las condiciones únicas de la isla y los efectos del cambio climático están favoreciendo que los cafetos que hace 100 años morían por las heladas, ahora consigan florecer y salir adelante en zonas en las que no hay supervisión humana.

Imágenes | Takeaway, Noyolcont

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