España ha convertido la paternidad en un factor de riesgo de pobreza: criar a un niño cuesta ya 758 euros al mes
«Tener hijos es un factor de riesgo de pobreza». La frase, lapidaria, es de Save the Children y resulta interesante por varias razones. Primero porque no es una reflexión al aire. Se incluye casi a modo de conclusión en un informe detallado en el que analiza, con cifras y porcentajes concretos, cuánto pesa la crianza en las economías domésticas. Segundo, porque ese estudio se ha centrado en España, país que si bien ha alcanzado un nivel récord de población gracias al impulso de la inmigración, sigue arrastrando una tasa de natalidad baja y en claro retroceso.
El informe deja de hecho botando una pregunta fundamental, que ya se deslizaba en estudios anteriores del CIS o INE: ¿Hasta qué punto está frenando el coste de la crianza la natalidad?
¿Cuánto cuesta tener un hijo? En España 758 euros mensuales. Y ese es el coste medio. En algunas regiones esa cifra se aproxima o incluso supera los 900 euros. En general, ese dato de referencia supone un 13% más que en 2022 y un 29% por encima de 2018, cuando la economía de los hogares todavía no habían subido el golpe de la pandemia y la crisis inflacionaria de los últimos años.
Hay otra razón por la que esos 758 euros de gasto mensual en crianza suponen un dato cuanto menos llamativo. Si se multiplican por los 12 meses del año representan una parte significativa del gasto medio de los hogares españoles, que en 2023 se situó en algo más de 22.600. Además revelan que la «inflación específica» asociada a la crianza fue mayor que la general. Entre 2022 y 2024 la primera, la factura de tener un hijo, se disparó un 13%, mientras que la diferencia en el IPC fue de apenas el 9,5%.
¿Qué supone para las familias? Una parte notable de su presupuesto. Para su estudio, Save the Children analizó el impacto que tienen los costes de la crianza en diferentes tipos de familia, clasificándolas en función de su decil de renta. Es decir, indagó en cuánto pesa el coste de tener un niño para los hogares con las rentas más altas y los más humildes. Las diferencias entre unos y otros son evidentes, pero a nivel general la ONG concluye que una de cada dos familias con niños a su cargo tiene que destinar al menos el 57% de su renta disponible a costear la crianza.
En algunos casos esos porcentajes son considerablemente superiores e incluso acaban desbordando la hucha de los hogares. «El coste de la crianza sigue suponiendo algo inasumible para el 20% de familias con niños y niñas, las de menos renta», anota la organización: «Estos hogares, que cuantificamos en 895.649, no podrían cubrir los costes derivados de la crianza ni destinando todos los recursos a ello». Curiosamente, señala que ese fenómeno sucede a pesar del «incremento sostenido» de las rentas.
Los técnicos de Save the Children han apreciado además «un avance de la porción de renta» que destinan a la crianza las familias situadas en los deciles intermedios o medios-bajos, que son precisamente aquellas que reciben menos apoyos. Por ejemplo, no pueden optar al ingreso mínimo vital. «Son grupos de hogares con buenas tasas de empleo, pero a los que el coste de la vida y la crianza les supone una porción creciente de sus rentas».
¿Hay diferencias entre regiones? Sí. considerables. El informe sitúa el coste medio de la crianza en el conjunto de España en 758 euros mensuales por hijo, pero en algunas comunidades ese dato es bastante superior. En Madrid está en 896 euros, en Euskadi en 866, en la Comunidad Valenciana en 839 y en Cataluña el dato se dispara a hasta los 938. También hay territorios por debajo de esa media. En Andalucía el coste de la crianza es de 722.
Las diferencias son también sensibles en lo que respecta a la evolución de ese coste: en Cataluña los gastos aumentaron un 15% desde 2022, en gran medida debido al dinero que destinan allí las familias a vivienda; mientras que en Madrid el incremento ha sido del 10% y en Andalucía del 13%. La palma entre las comunidades analizadas se la lleva la valenciana, con un alza del 18%.
¿Y a qué se destina el dinero? La otra gran pregunta que ayuda a responder el estudio de Save The Children. Sus técnicos también han indagado en cómo se reparten los gastos y han descubierto que hay cuatro grandes partidas que se llevan un buen bocado: la alimentación, que representa el 19,4% de la crianza; la conciliación (15,4%), en la que se incluye el coste de las guarderías, actividades extraescolares o canguros; la educación (12,8%) y la vivienda (12,2%).
Para ese último concepto, el residencial, los técnicos intentaron valorar las diferencias entre no tener y tener hijos, lo que obligado por ejemplo a decantarse por apartamentos de mayor tamaño y que dispongan de uno o dos cuartos extra.
¿Hay más? Bajar al detalle deja también algunas conclusiones curiosas, muy conectadas con la deriva macroeconómica. Por ejemplo, los gastos dedicados a vivienda han engordado un 9,5% en cuestión de dos años, entre 2022 y 2024, y un 26,1% si se compara con 2018. La factura de la comida también ha crecido de forma exponencial: hoy es un 41,6% más alta que antes de la pandemia.
Otro factor que influye en el bolsillo de los hogares, y mucho, es la edad de los retoños. Cuanto más mayores, más gastos generan. 758 euros es la «foto» general para una amplia horquilla que abarca desde los bebés recién nacidos a los jóvenes a punto de cumplir la mayoría de edad, pero en ella se engloban realidades tan distintas como las que hay entre los niños más pequeños (de hasta tres años) y los adolescentes de entre 13 y 17. La crianza de los primeros se traga cerca de 604 euros mensuales. La de los segundos es considerablemente superior y sobrepasa los 800.
¿Qué lectura deja? Save the Children lo tiene claro. En su opinión, en España, la paternidad es «un factor de riesgo de pobreza». «A igualdad de condiciones sociodemográficas, tener hijos aumenta un 70% la probabilidad de estar bajo el umbral de la pobreza», sentencia el organismo. La conclusión se acompaña además de una serie de datos e ideas que invitan a la reflexión, incluido el hecho de que en España en 2023 algo más de un tercio (34,5%) de los niños viven en riesgo de pobreza o exclusión social, dato que se situaría 10 puntos por encima de la media europea (24,8%).
La ONG advierte además que el encarecimiento de la crianza «supone una dificultad añadida para millones de hogares». Y recuerda que en ciertos casos ese hándicap se traduce en decisiones que afectan directamente a los hogares y los niños: renunciar a determinados alimentos, prescindir de dentistas y oculistas o no acudir a clases de refuerzo escolar. «El porcentaje de niños cuyos hogares presentan carencias severas de acceso a bienes y servicios fundamentales ha pasado del 10,1% previo de la pandemia al 12,3%».
¿Influye en la natalidad? Todo indica que sí. Lo desliza la propia Save the Children en su informe, en el que alerta de que el elevado coste que implica criar a los hijos influye entre quienes se plantean tenerlos. «La brecha entre la fecundidad deseada y la efectiva es una de las mayores de Europa. El 20% de las mujeres de más de 40 años con hijos habría querido tener más. Y de las que no tenían, casi la mitad hubieran querido. En estas dinámicas las causas económicas, laborales o de conciliación juegan un papel importante», recoge la organización, para la que hay una forma de «romper el ciclo de la pobreza y ayudar a las familias a tener los hijos que deseen»: políticas que respalden la crianza.
¿Es el único que lo detecta? No. El estudio de Save the Children es interesante porque aporta datos detallados y actualizados, pero no es el primer organismo que advierte de cómo el coste de la vida, el ámbito laboral y la conciliación están frenando en cierto modo la natalidad española. Otra perspectiva valiosa la aportaba hace unas semanas el CIS en su encuesta sobre fecundidad.
Tras realizar más de 5.700 entrevistas, sus técnicos llegaron a algunas conclusiones elocuentes: cuando preguntaron a los encuestados las razones por las que, en su opinión, la gente no tiene retoños, el 77,3% señaló la «falta de medios económicos», el 44,1% habló de «problemas de conciliación» y el 26,4% de los retos para compaginar la crianza y proyección profesional.
«El 80,7% coincide en que los hijos suponen una carga económica para los padres y un 69,9% está ‘muy de acuerdo o de acuerdo’ en que tener hijos reduce las oportunidades de trabajo y progresión de uno de los padres o de ambos», precisan desde el CIS.
¿Afecta de otras formas? Sí. Retrasa la maternidad. Lo señalaba ya el INE en su encuesta de fecundidad de 2018, en la que desgranaban unos cuantos porcentajes que, de nuevo, invitan a la reflexión. El primero es que el 42% de las mujeres residentes en España con entre 18 y 55 años aseguran haber tenido su primer hijo más tarde de lo que consideran «ideal». En esa demora influyen varios factores, como la falta de una pareja sentimental estable, la salud o sencillamente que no se consideran preparadas.
En la lista vuelven a colarse sin embargo las motivaciones laborales, de conciliación familiar y económicas, las principales entre las mujeres más jóvenes, que aún no han llegado a la treintena. Para las que tienen entre 30 y 39 años también son factores decisivos. Los segundos, de hecho, muy por encima de otras razones, como reparos por la edad o la falta de pareja.
Imágenes | Picsea (Unsplash), Priscilla Du Preez ca (Unsplash) y Save The Children