Llevamos meses esperando a La Niña, pero la NOAA cree que este enorme impás climático ha acabado. Ahora toca prepararnos
El Niño despareció antes de verano y, desde entonces, estamos esperando. Para sorpesa de los expertos, la verdad. Lo decíamos hace tres meses: todas las agencias se preguntaban dónde se ha metido La Niña.
Llevamos medio año en un enorme impás climático. Pero, el según Climate Prediction Center de la NOAA, esta espera parece estar llegan a su fin.
Neutralidad en el Pacífico. Durante el mes de noviembre las condiciones de ENSO-Neutral continuaron con fluctuaciones dentro de los promedios habituales de esta fase. Sin embargo, los indicios de cambio empiezan a acumularse: es probable que La Niña llegue a nuestras vidas en las semanas que nos quedan hasta enero 2025 (59% de probabilidad).
Sin embargo, eso no es lo más interesante: los mismos modelos señalan que es muy probable que la ENSO vuelva a condiciones de neutralidad entre marzo y mayo 2025 (61% de probabilidad). Es decir, están pronosticando una La Niña muy débil y breve.
¿Qué implica todo esto? Muchas cosas, la verdad. A priori, un fenómeno débil es buena noticia. Al fin y al cabo el catálogo de ‘teleconexiones’ e impacto en el planeta que origina La Niña es enorme.
Se producen sequías en el Cuerno de África y en la parte meridional de América del Sur, por un lado. Por el otro, aumentan las precipitaciones por encima de la media en Asia suroriental y el oeste de Oceanía. En México, suele disminuir las lluvias en el norte y centro del país, mientras que incrementa las precipitaciones en la vertiente del Pacífico, el sur del Golfo de México y la Península de Yucatán.
En Europa, su impacto es menor porque «el clima está más afectado por otros factores meteorológicos»; pero en España sí tiene algún efecto claro: como vienen explicando desde AEMET, «se puede empezar a pensar que La Niña es la que provoca este patrón tan seco y persistente» en el país. O sea, a corto plazo, un evento pequeño es una buena noticia después de los años que llevamos.
Sin embargo, pone encima de la mesa la incógnita sobre El Niño. Porque, como sabemos, El Niño es peor. No solo por su impacto sobre zonas concretas del planeta, sino porque su efecto de calefactor planetario golpea al sistema por completo.
Evidentemente, ahora mismo no sabemos qué va a pasar. Es posible que nos espere un El Niño también descafeinado, pero es momento de prepararnos para un futuro cada vez más inestable y difíciles de predecir.
Imagen | NOAA