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Las separaciones entre personas de más de 50 años están creciendo. Y hay dos palabras que lo explican: divorcio gris

El término quizás resulte llamativo, pero algo hay que reconocerle: no da mucho lugar a equívocos. Los «divorcios grises» son ni más ni menos que eso, separaciones protagonizadas por parejas con los cabellos grises, cónyuges que pasan de los 50 años y a menudo llevan varias décadas casados. Hasta hace no mucho suponían un fenómeno relativamente extraño, pero a medida que la pirámide poblacional se ensanchaba en su extremo superior y cambiaba la sociedad han ido ganando peso. Tanto de hecho que hay ya expertos indagando en sus causas para comprenderlos mejor.

Nuevos tiempos, nuevas tendencias.

Divorcios con apellido. Sobre el amor no hay nada escrito. Sobre el desamor, tampoco. Hay quienes ponen fin a sus matrimonios solo unos años después de darse el “sí quiero”, quienes lo hacen al cabo de décadas y quienes firman los papeles del divorcio ya pasados los 60 años, cuando ambos cónyuges peinan canas. A estos últimos los sociólogos y académicos especializados en fenómenos demográficos les han puesto incluso nombre: «divorcios grises».

El término no es del todo nuevo. En 2004 lo usaba ya la Asociación Estadounidense de Personas Jubiladas (AARP)y en 2012 los investigadores de la Bowling Green State University hablaban incluso de una «revolución gris del divorcio», pero desde entonces ha atraído la atención de cada vez más expertos. Hoy la expresión se replica en un buen número de ensayos, incluido un amplio artículo publicado este año que busca indagar en sus causas.

Bennett Tobias 9oskler9eqo Unsplash

Un fenómeno al alza. Llega con repasar algunas cifras para comprender ese interés. En EEUU la tasa de divorcio entre los adultos de al menos 50 años se ha más que duplicado en cuestión de dos décadas hasta el punto de que en 2010 podían considerarse «divorcios grises» casi el 25% de las separaciones. Algunos expertos han detectado que su incidencia se ha estabilizado a lo largo de la última década o que incluso han disminuido tras la pandemia, pero aún así casi el 40% de las personas que deciden disolver sus matrimonios en EEUU siguen pasando de los 50 años. 

Más allá de USA. El fenómeno no es exclusivo de EEUU. El INE deja también algunas pinceladas interesantes sobre lo que ocurre en España. Por ejemplo, que casi un tercio (32%) de los divorcios registrados en 2023 estaban protagonizados por parejas que llevaban dos décadas casadas. 

Otro dato clave es que, si bien el mayor número de separaciones se da entre cónyuges que están en la cuarentena (de 40 a 49 años), la edad media a la que estos deciden seguir caminos distintos no ha parado de crecer en los últimos años hasta aproximarse a los 50. Entre los hombres ya roza de hecho los 49 años. En general, el INE estima que a lo largo de las últimas tres décadas los divorcios senior, entre parejas de más de 50, se han disparado alrededor de un 40%.

Acentuado de los 65 en adelante. «El divorcio en la vejez está aumentando en el mundo occidental, incluso en sociedades orientadas a la familia como Israel, en las que el estado familiar más común para los adultos mayores, de 60 o más año, es estar en un matrimonio heterosexual de larga duración con hijos adultos», reflexionaban hace unos meses un grupo de investigadores de la Universidad de Haifa en un artículo centrado precisamente en la deriva y causas de los divorcios grises. En su análisis aprecian además un alza especialmente acentuada entre las parejas con miembros que tienen 65 o incluso más años.

¿Y por qué se separan? La gran pregunta. Y no hay una única respuesta. La primera y evidente es que no solo han cambiado quienes se divorcian; lo ha hecho la propia sociedad, cada vez más envejecida en regiones como Europa o EEUU. Si se tiene en cuenta que la edad media de los estadounidenses ha ido creciendo de forma paulatina desde la década de los 70 o que la bolsa de población de más de 64 años no ha parado de engordar, tiene sentido que cada vez haya también más divorcios protagonizados por parejas que han soplado las 50 velas. La esperanza de vida se ha estirado además, lo que amplía el horizonte vital de las parejas.

«Ha mejorado su capacidad de disfrutar». «En estas sociedades los adultos mayores gozan de una salud y un funcionamiento relativamente buenos y esas condiciones han mejorado su capacidad para disfrutar de la vida», añaden los investigadores de Halifa, quienes apuntan tanto a las transformaciones de la pirámide poblacional como a nivel cultural y social. «El divorcio en la tercera edad está aumentando debido a los cambios en las estructuras maritales y familiares y tendencias demográficas».

Aunque ese es el marco general, hay quien aprecia matices importantes. Tras constatar una leve caída en las tasas de divorcio entre las parejas de 50 a 60 años desde 2022, un estudio reciente de la Universidad Estatal de Bowling Green deja botando una reflexión interesante: los divorcios grises podrían ser «en gran medida» un fenómeno asociado a las parejas Baby Boomers, formadas por cónyuges nacidos hacia mediados del siglo XX.

Un proceso, dos fases. Durante su estudio los investigadores de la Universidad de Halifa descubrieron algo más: concluyeron que los divorcios que eclosionan ya pasados los 50 años o incluso en la vejez suelen ser fruto de un proceso «complejo» y largo, de varios años, durante el que se pueden identificar dos fases bien diferenciadas. «La primera es la continua y prolongada de permanecer juntos a pesar del distanciamiento. La segunda capta el momento de la decisión final de separarse, con un punto de no retorno o inflexión y varios factores acelerantes de fondo».

Los expertos también han identificado dos grandes capas en los divorcios entre parejas de mayor edad: las «interpersonales» y las «demográficas», como el aumento de la esperanza de vida. De las dos, las más curiosas son las primeras, ya que —destacan los investigadores— no difieren mucho de los motivos que llevan a romper a las parejas más jóvenes: distanciamiento, infidelidades, problemas de salud o financieros, una mala comunicación, cambios de comportamiento o un desequilibrio de roles en el hogar.

Segundas oportunidades al amor. Otro fenómeno que ha captado la atención de los investigadores es el de quienes experimentan varios divorcios grises a lo largo de su vida. De hecho, los expertos le han creado un término: «multiple gray divorces», que define a las personas que vuelven a casarse después de haber puesto fin a un matrimonio anterior con 50 o incluso más años.

En la BGSU han echado cuentas para averiguar su incidencia: entre los hombres que han pasado por «divorcios grises», el 8,5% se enfrenta a más procesos similares, porcentaje que baja ligeramente entre las mujeres hasta situarse en el 6,5%. En cualquier caso, lo habitual es que los separados vivan un solo divorcio gris.

¿Por qué es importante? Por varias razones. La primera, y obvia, es que nos ayuda a tomar conciencia y comprender mejor un fenómeno social que ha ido ganando peso con el paso de las décadas. La segunda es que entender los «divorcios grises» y sus circunstancias nos permite tener una imagen más precisa de las capas de población de mayor edad a la hora de estudiarlas.

«El enfoque tradicional de los estudios gerontológicos sobre la viudez debe ampliarse para incluir el divorcio como otra forma de disolución matrimonial», concluía hace ya años un estudio firmado por Susan L. Brown y I-Fen Lin, y advertía: a pesar de que en 2010 se habían divorciado más de 600.000 personas con 50 o más años, no tenemos claro cuáles son sus consecuencias en la población.

Imagen | Sven Mieke (Unsplash) y Bennett Tobias (Unsplash)

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