EEUU ha conseguido bajar su tasa de obesidad por primera vez en años. Ahora le toca lo más difícil: averiguar la razón
Estados Unidos se ha despedido de 2024 con una buena noticia… y una enorme incógnita. Un estudio publicado a mediados de diciembre en JAMA Health Forum revela un aparente «cambio de tendencia» en uno de los grandes desafíos sanitarios que afronta el país: la obesidad. Tras analizar datos históricos y millones de mediciones, los expertos han constatado un ligero descenso en las tasas de sobrepeso de la nación, lo que supone la primera caída en más de una década.
El dato resulta esperanzador, pero llega acompañado de un interrogante. Si bien los expertos manejan algunas teorías al respecto, aún no saben cuál es la razón de ese descenso. Entre las posibles explicaciones que manejan hay dos claves: el papel de fármacos como Ozempic y los efectos de la pandemia.
¿Qué ha pasado? Que por primera vez en años EEUU puede mirar sus tasas de obesidad con cierto optimismo. Esa es al menos la lectura que se desprende de los datos publicados en diciembre por un grupo de investigadores en la revista JAMA Health Forum, en la que hablan abiertamente de «cambios de tendencia» entre la población adulta. El motivo es sencillo: aunque se trata de un giro muy tenue, su estudio revela que la tasas de obesidad de la nación cayeron en 2023. Y eso no ocurría desde hacía más de una década.
¿Qué dicen los datos? En su ensayo los investigadores manejan dos indicadores: el Índice de Masa Corporal (IMC) medio de la población y la prevalencia de la obesidad entre los adultos. Ambos mostraron un buen comportamiento en 2023. Tras aumentar de forma sostenida entre 2013 y 2021, el IMC acabó estabilizándose en 2022, quedándose en 30,24, y registró un ligero descenso en 2023 hasta situarse en 30,21. Es un retroceso mínimo, pero significativo.
«Este mismo patrón se observó en los cambios porcentuales de adultos con obesidad», explican los investigadores antes de destacar en concreto la caída detectada en el sur de EEUU, sobre todo en la población de mayor edad, entre 66 y 75 años, principalmente mujeres. «La caída de la prevalencia de la obesidad en 2023 también se observó usando datos no ponderados: 46,2%, 46,0% y 45,6% en 2021, 2022 y 2023, respectivamente», añaden.
¿Y cuál es la razón? Esa es la pregunta más difícil. Los investigadores recuerdan que la prevalencia de la obesidad en el país aumentó durante décadas, incluso en plena pandemia, y que tampoco hay consenso en lo que respecta al futuro: hay quien pronostica que la incidencia de la obesidad seguirá creciendo y quienes, por el contrario, consideran que se estabilizará.
«A medida que EEUU sale de las condiciones de la pandemia y el uso de fármacos para la pérdida de peso, como la semaglutida, se vuelven más común, los cambios a corto plazo y la prevalencia de la obesidad no están claros», reconocen los investigadores. Para su estudio usaron más de 47,8 millones de mediciones de IMC y peinaron datos de obesidad adulta obtenidos entre 2013 y 2023.
Pero… ¿Hay teorías? Sí. Los autores del estudio deslizan algunas ideas que ayudan a comprender ese aparente cambio de tendencia en las tasas de obesidad estadounidense. Al fin y al cabo «la disminución más notable» se registró en el sur del país, una región que destaca por otros dos factores: su elevada tasa de dispensación per cápita de medicamentos agonistas del GLP-1 y también el severo golpe que asestó allí la pandemia de COVID-19.
«La dispensación no significa necesariamente consumo y el sur también experimentó una mortalidad COVID-19 desproporcionadamente elevada entre las personas con obesidad», zanja el informe. Queda botando por lo tanto la duda de en qué medida han podido influir en los datos de obesidad el consumo de fármacos para la pérdida de peso, como Ozempic o Wegovy, o los efectos de la pandemia.
¿Por qué importan esos factores? En el caso de los medicamentos con semaglutida, por su novedad y expansión. New Scientist recuerda que las autoridades estadounidenses aprobaron su uso en el país en 2017 para tratar la diabetes tipo 2 y que cuatro años después, en 2021, se dio luz verde a su consumo para casos de obesidad. En 2023 se calcula que casi cinco millones de personas recibieron semaglutida, lo que supone el 1,7% de la población.
Al examinar las reclamaciones de seguros para su estudio, los investigadores comprobaron que el uso de la semaglutida estaba sensiblemente más extendido en el sur que en otras regiones.
¿Herencia del COVID-19? La pandemia es otro factor clave. Y por varias razones. «La gente empieza a ser más activa y abandona los hábitos sedentarios que adquirió durante el COVID», reflexiona Benajimin Rader, coautor del estudio y profesor de la Facultad de Medicina de Harvard, en declaraciones a ABC News.
Desde la Universidad Tufts, en Massachusetts, Dariush Mozaffarian desliza otra interpretación mucho menos halagüeña: la caída de las tasas de obesidad podría estar reflejando «la trágica pérdida de vidas a causa del COVID-19, que afectó a personas obesas y con otras afecciones».
Optimismo… moderado. Los últimos datos sobre obesidad pueden dejar lecturas positivas e insinuar un «cambio de tendencia», pero eso no significa que EEUU esté en condiciones de lanzar las campanas al vuelo.
El estudio de JAMA Health Forum se publicó poco después de otro, recogido por The Lancet, que advierte sobre la prevalencia del sobrepeso y la obesidad entre niños, adolescentes y adultos de EEUU y, lo que resulta más preocupante, hasta qué punto podría convertirse en un problema en solo unas décadas. Sus autores advierten que si no se toman medidas, en 2050 en EEUU podría haber 260 millones de personas con sobrepeso u obesidad.
Imágenes | Sandra Cohen-Rose and Colin Rose (Flickr) y AllGo – An App For Plus Size People (Unsplash)