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El valle de la muerte se está tragando a los fabricantes de coches eléctricos, y solo Tesla conoce la salida

Tesla ha logrado lo imposible: es el único fabricante puro de coches eléctricos que ha conseguido escapar del temido «valle de la muerte», ese período inicial en el que las startups gastan enormes cantidades de dinero en poner en marcha sus operaciones mientras apenas generan ingresos.

Por qué es importante. La gráfica de flujo de caja libre acumulado desde su creación de cada fabricante retrata una realidad demoledora: mientras Tesla ha conseguido alcanzar los 13.400 millones de dólares de flujo positivo, el resto de fabricantes puros de eléctricos siguen hundiéndose en números rojos cada vez más profundos, según el gráfico publicado por el analista financiero AJ (@alojoh).

En cifras:

  • Rivian lidera las pérdidas: acumula un flujo de cada negativo de 22.200 millones de dólares. Se prevé que supere los 24.000 este año.
  • Lucid le sigue con 11.000 millones en pérdidas.
  • Ford, en su división de eléctricos, acumula 10.500 millones en rojo.

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Imagen: AJ (@alojoh).

Entre líneas. Este gráfico transmite bien la crueldad de este sector: fabricar coches eléctricos requiere inversiones descomunales antes de poder vender la primera unidad. Y no todos los fabricantes nacen con el respaldo con el que lo hizo Xiaomi.

Las empresas necesitan construir sus gigafactorías, desarrollar caras tecnologías propias y crear redes de suministro… mientras queman dinero a un ritmo muy complicado de sostener.

Tesla contra el mundo. Musk jugó bien sus cartas: lanzó primero un Roadster para cautivar a las élites, consiguió una alianza estratégica con Toyota que le proporcionó la fábrica de Fremont, y puso patas arriba el concepto de automóvil con una tablet gigante en el salpicadero cuando nadie se atrevía a tanto.

Los nuevos fabricantes como Rivian o Lucid han llegado a un mercado mucho más complejo: la competencia es feroz, el entusiasmo inversor se ha enfriado y el debate sobre el coche eléctrico se ha politizado, especialmente en Estados Unidos. Ya no basta con prometer un futuro eléctrico; hay que demostrar viabilidad en un sector que requiere inversiones multimillonarias.

Profundiza. Tesla tardó casi una década en salir de su propio valle de la muerte. Hoy es un éxito incontestable en prestigio, ingresos, resultado neto y cotización, pero es un rara avis que contrasta con competidores como Fisker –quebrado– o Faraday Future –1.300 millones en pérdidas, empadronado en una situación extremadamente precaria–.

La pregunta es si alguno de los nuevos fabricantes va a poder replicar la hazaña de Tesla o si el valle de la muerte va a seguir siendo su tumba definitiva. Tesla tardó casi una década en salir de él, pero lo hizo cuando era prácticamente el único jugador serio en el mercado. Hoy, con gigantes tradicionales y fabricantes chinos compitiendo ferozmente, cruzar ese valle parece una hazaña casi imposible para los recién llegados.

El rastro del dinero. Solo dos de estas empresas tienen previsiones optimistas para 2025:

  • Tesla, que sigue en tendencia alcista no libre de nubarrones.
  • Y Lucid, que planea limitar sus pérdidas a 14.100 millones de dólares.

El resto del sector parece abocado a seguir consumiendo capital a un ritmo difícil de sostener. No todos quebrarán, pero tampoco todos sobrevivirán. La mayoría, como mínimo, plantean dudas sobre su viabilidad a largo plazo.

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