Suecia no se creía los datos económicos de Rusia. Ha encontrado la prueba que buscaba observando Moscú desde el espacio
Si la duda es cómo va la economía de Rusia, la respuesta seguramente depende a quién preguntes. Hace unas semanas, el New York Times publicaba un reportaje donde explicaba las tensiones que se viven entre las élites rusas a medida que se desacelera el crecimiento económico de la nación. Se apuntaban las sanciones y la propia guerra, pero frente a la retórica, Moscú respondía que aguantaban todos los envites. Suecia no lo tenía tan claro, y dice tener pruebas de la situación real.
Estancamiento y señales de desaceleración. Como hemos contado otras veces, la economía de guerra que Rusia puso en marcha a toda máquina tras la invasión de Ucrania parece estar mostrando signos de desaceleración significativa. De hecho y como subrayaba el Times, incluso generando tensiones entre la élite económica del país mientras el conflicto entra en su cuarto año.
Según datos oficiales recientes, muchos sectores civiles han dejado de crecer e incluso han comenzado a declinar, lo que ha exacerbado la incertidumbre económica. La moneda rusa, el rublo, cayó hace tres semanas a su nivel más bajo en dos años, y las empresas enfrentan dificultades para obtener nuevos préstamos o recibir pagos de clientes, reflejando un entorno financiero cada vez más restrictivo.
Subida de las tasas de interés. La respuesta del Banco Central de Rusia ha sido una drástica subida de las tasas de interés de referencia, alcanzando el 21% en octubre, el nivel más alto desde la caída de la Unión Soviética. A pesar de los esfuerzos por contener la inflación, la previsión de crecimiento económico para el nuevo año ha sido revisada a la baja, situándose entre el 0.5% y el 1.5%, muy por debajo del 3.5% al 4% registrado en 2024.
De fondo, el elefante en la habitación: la desaceleración se produce a pesar del continuo gasto gubernamental récord destinado a financiar la guerra, lo que indica que los estímulos económicos ya no están surtiendo el mismo efecto. Economistas y funcionarios han comenzado a advertir sobre el riesgo inminente de la denominada coomo estanflación, una peligrosa combinación de aumento de precios sin crecimiento económico.
El impacto de las sanciones y la respuesta rusa. Las estrictas sanciones económicas impuestas por Occidente en respuesta a la invasión de Ucrania han limitado la capacidad de Rusia para mantener su crecimiento impulsado por el gasto militar. A este respecto, el Kremlin ha insistido en que ha resistido el impacto de las sanciones, pero la desaceleración del crecimiento y el aumento de la inflación indican lo contrario.
Las empresas civiles, en particular, han sido las más afectadas por la crisis económica. Por ejemplo, Ferrocarriles Rusos, el mayor empleador del país, informó de una caída del 9% en el volumen de carga transportada el pasado octubre en comparación con el año anterior. Para contrarrestar esta caída, la compañía ha anunciado un aumento de precios de más del 10% y ha reducido sus planes de inversión para este 2025 en un tercio. Pese a ello, los expertos consideran que la crisis aún no es lo suficientemente grave como para obligar al presidente Vladímir Putin a reconsiderar sus ambiciones en Ucrania.
Conflicto Banco Central y la élite industrial. Uno de los principales puntos de conflicto dentro de la élite económica rusa es la relación entre el Banco Central de Rusia y los principales industriales del país. La gobernadora del banco, Elvira Nabiullina, ha implementado una política monetaria estricta para frenar la inflación, lo que ha generado críticas de los empresarios, quienes argumentan que las tasas de interés récord están asfixiando el crecimiento.
En respuesta a estas, Nabiullina defendió hace poco su estrategia ante el Parlamento, argumentando que todos los recursos económicos del país están siendo utilizados al máximo y que la estabilidad macroeconómica no debe ser sacrificada por un crecimiento acelerado. Sin embargo, su posición ha quedado cada vez más aislada en un entorno en el que los intereses empresariales exigen medidas más flexibles para sostener sus operaciones en un contexto de creciente incertidumbre.
La desconfianza en las cifras oficiales. Y frente a la retórica nacional, funcionarios occidentales han manifestado su escepticismo respecto a la veracidad de los datos económicos proporcionados por el Kremlin, argumentando que las cifras oficiales no reflejan con precisión la realidad de la economía rusa. A este respecto, la ministra de Finanzas de Suecia, Elisabeth Svantesson, expresó durante el Foro Económico Mundial en Davos que Rusia está presentando una imagen de estabilidad económica que no concuerda con la situación real.
Según Svantesson, las estadísticas gubernamentales, que sitúan la inflación en un 9.5%, no son creíbles considerando que el Banco Central de Rusia ha elevado las tasas de interés a 21%, una discrepancia que sugiere una presión inflacionaria mucho mayor de la que se reconoce oficialmente. Además, la continua fuga de capitales es otro indicador de las dificultades económicas del país, lo que a priori contradice la narrativa de resistencia del Kremlin frente a las sanciones occidentales.
El «truco” del espacio. Así, y ante la falta de confianza en los datos rusos, funcionarios occidentales han recurrido a métodos alternativos para evaluar la salud económica de la nación, incluyendo en la ecuación el análisis de imágenes satelitales nocturnas de Moscú.
Svantesson señaló que la iluminación de la ciudad en 2023 era visiblemente más tenue en comparación con 2021, lo que, a su juicio, sugiere un menor consumo de energía y, por ende, un declive en la actividad económica. De hecho, fotografías comparativas de medios como Business Insider mostraban que, aunque factores como la cobertura de nubes y la hora del día pueden influir en la percepción, en general se observa una disminución pronunciada de las áreas iluminadas, especialmente en los suburbios de la capital, lo que podría apuntar a ese deterioro del nivel de vida y a posibles recortes en el suministro eléctrico.
Manipulación de la narrativa económica. Svantesson fue un poco más allá, e incluso enfatizó que la narrativa oficial del gobierno ruso busca convencer a Ucrania y a sus aliados de que las sanciones no han tenido el impacto deseado. Sin embargo, los datos (y los alternativos como el análisis de las luces nocturnas), sugieren que la realidad económica es algo diferente de la imagen proyectada por Moscú.
La ministra concluyó que, aunque no se puede conocer con certeza el estado exacto de la economía rusa, lo que sí está claro es que «la versión oficial promovida por el Kremlin no es verídica».
Imagen | NASA
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