La procrastinación está más cerca del desorden mental que de la pereza: las tres causas que la provocan y cómo evitarlas
A menudo se tiende a vincular la procrastinación con la pereza a la hora de hacer una tarea. Sin embargo, la realidad acostumbra a estar muy lejos de eso, y el empeño por aplazar las tareas se relaciona con problemas en la gestión de las emociones que se dan en situaciones de estrés, ansiedad, rebeldía o, simplemente, aburrimiento.
La escritora y experta en gestión de tiempo Elizabeth Grace Saunders, recomienda en un artículo publicado en FastCompany analizar qué está causando ese rechazo a realizar una determinada tarea te servirá para encontrar una vía de escape y afrontarla antes de que sea demasiado tarde.
Ansiedad: solo pensar en la tarea ya te da miedo
Ante un proyecto complicado o tedioso, el simple pensamiento de tener que enfrentarte a ese reto ya puede hacer que evites hacerlo, incluso sabiendo que es un autoengaño, y que al final vas a tener que hacerlo igualmente, pero con el componente añadido de la ansiedad por no llegar a tiempo.
En definitiva, el miedo y la ansiedad que genera afrontar una tarea que te produce inseguridad porque no sabes si vas a ser capaz de hacerla, ya te bloquea para afrontarla de nuevo y, de forma subconsciente, el cerebro intenta evitarla a toda costa.
En estos casos, la clave es tener presente que la ansiedad que genera la tarea no va a hacer otra cosa que incrementarse a medida que va expirando el plazo. No va a desaparecer hasta que la termines.
Una estrategia para afrontar ese bloqueo inicial, puede ser la de convertirte en tu propio asistente. Dedicar algo de tiempo cada día a preparar el material, los datos o los documentos que necesitas para la tarea puede ayudar a reducir la resistencia emocional de iniciar el proceso.
Si nunca antes has hecho un proyecto similar, tal vez hablar con algún compañero que sí lo haya hecho para saber cómo lo afrontó, o pedir alguna idea a herramientas de IA.
Si ya has hecho algo similar en el pasado, pero no salió del todo bien y el miedo a volver a fracasar te está bloqueando, piensa en qué errores cometiste y cómo puedes mejorar el trabajo que hiciste en aquella ocasión. El simple hecho de realizar acciones proactivas para afrontar la tarea ya te pone en la senda de reducir la incertidumbre y la ansiedad que te genera.
Rebelión: no te alineas con la tarea
En ocasiones, la procrastinación aparece cuando no te alineas con una tarea. Por ejemplo, cuando te han encargado hacer un determinado proyecto que crees que es el equivocado o que no es la mejor solución, pero igualmente tienes que hacerlo porque te lo han ordenado y es tu trabajo.
Gretchen Rubin, autora del libro ‘Las cuatro tendencias’, recomienda alinear esa tarea que, por rebeldía, te niegas a hacer, con algún valor de tu identidad. Por ejemplo, pensar que, aunque creas que no va a servir de nada, forma parte de tu responsabilidad y tu ética de trabajo te impide hacer algo mediocre o, directamente, mal hecho a propósito, cuando sabrías hacerlo bien.
Ese cambio de enfoque vincula una tarea que se percibe de forma negativa como algo «que te obligan» a hacer, a algo que «quieres hacer» porque eres un profesional responsable…aunque no estés de acuerdo con ello.
Aburrimiento: nada te motiva a iniciar la tarea
El aburrimiento también puede ser un activador que lleve a la postergación de las tareas, al igual que la curiosidad puede ser el motor que te lleve a iniciar otras. El componente emocional en este caso, está muy vinculado a la motivación que se siente a hacer esa tarea. Si es una tarea tediosa, o que percibes de poca importancia, tu cerebro puede preferir no hacerla.
Una forma de afrontarlo es ponerla en un contexto que justifique por qué debe realizarse. Uno evidente es: si no hago esta tarea me despedirán. Pero ese es un caso extremo. Por ejemplo, aunque sea una tarea tediosa introducir datos en un Excel, ese trabajo puede ser muy importante para tus compañeros o como herramienta para tu empresa.
El experto en hábitos James Clear, autor de ‘Hábitos atómicos‘ señala que, «Si te cuesta mantener un hábito porque te parece una molestia, elige una versión diferente de ese hábito. A cada persona le gustan cosas diferentes. Encuentra la versión más agradable de cada hábito que practiques. Haz que tus hábitos sean divertidos».
Esto, extrapolado a iniciar una tarea que consideras aburrida consiste en encontrar la forma de amenizarla. Una opción puede ser, por ejemplo, escuchar algo de música o un podcast mientras realizas la tarea. La asociación de una actividad placentera con una monótona o aburrida hace que la segunda se haga menos pesada.
Otra alternativa que propone Kirsten Milliken, psicóloga y autora del libro ‘Playdhd‘, es aplicar la gamificación a la tarea.
Esta estrategia consiste en fijarse pequeños retos que hagan que la tarea sea más interesante. Una especie de zanahoria en forma de juego que te lleve hasta su finalización. ¿Cuántos datos eres capaz de introducir en un determinado periodo de tiempo? ¿Cómo puedes optimizar la tarea para eliminar pasos y hacerlo más rápido o con menos esfuerzo?
El objetivo, en definitiva, es desvincular la sensación de tedio y aburrimiento de esa tarea concreta. De ese modo, no resoplarás cuando tengas que ponerte a hacerlo, sino que lo verás como una ocasión para escuchar el último episodio de tu podcast favorito o hacer una revisión de los temazos de tu playlist.
Imagen | Unsplash (Johnny Cohen, The Drink)