China ha descubierto una ventaja para ganar la carrera de los portaaviones a EEUU: una "burbuja" en su defensa
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Hace poco más de una década, la flota de portaaviones de Estados Unidos echaba la vista atrás y no veía absolutamente a nadie. No había una sola nación que se acercara a la supremacía operativa y cuantitativa de la Marina. Y, sin embargo, apenas diez años después algo ha cambiado. En 2024, su flota demostró seguir siendo el primero de la liga al enfrentar ataques masivos de drones y misiles en el Mar Rojo, pero cuando ahora mira atrás, alguien se acerca a toda pastilla: China.
El dato que lo cambia todo. En poderío mostrado por Estados Unidos en el Mar Rojo es posible gracias a la poderosa flota de 11 portaaviones de la Armada estadounidense, que domina tanto el Atlántico como el Pacífico. Sin embargo, un nuevo rival está emergiendo rápidamente: China, que pasó de no tener un solo portaaviones hace poco más de una década a contar actualmente con tres y un ambicioso plan de expansión con un cuarto en camino que podría ser de propulsión nuclear.
Históricamente, China ha sido una potencia terrestre, pero en su camino para convertirse en una superpotencia naval ha priorizado la modernización de su flota. Desde la adquisición del Liaoning en 2012, un casco soviético reconstruido, hasta el lanzamiento del avanzado Fujian en 2022, la nación no solo ha demostrado que puede construir portaaviones, sino que puede diseñarlos y operarlos de forma independiente. Plus: cuenta con una burbuja defensiva que le da una ventaja.
2049, la fecha marcada en rojo. El objetivo chino es claro: contar con al menos siete portaaviones para 2049, centenario de la Revolución China y fecha en la que Beijing ha fijado, a priori, su meta de reunificación con Taiwán, por medios pacíficos (o militares).
Actualmente, la Armada del Ejército Popular de Liberación (PLAN) ya supera a la Armada de Estados Unidos en número de buques, con más de 370 embarcaciones frente a las 295 estadounidenses. Qué duda cabe, si China logra expandir su flota de portaaviones y mejorar su tecnología al ritmo actual, podría desafiar directamente la supremacía naval estadounidense en el Indo-Pacífico.
El futuro de la guerra de portaaviones. Si Estados Unidos y China mantienen sus actuales tasas de desarrollo, la década de 2040 será un punto de inflexión en el equilibrio naval global. Estados Unidos desplegará su caza de sexta generación Next Generation Air Dominance (NGAD), diseñado para superar las debilidades del F-35 y ofrecer mayor alcance y capacidad de ataque. Con un mix de F-35C y NGAD, la flota estadounidenses tendrá una ventaja en combate aéreo de largo alcance.
China, por su parte, desarrollará el caza J-35, su versión del F-35, y posiblemente introducirá un nuevo avión de combate naval (J-XX). También contará con su propio avión de alerta temprana KJ-600, equivalente al E-2 Hawkeye.
Una estrategia diferente. A diferencia de la Marina de Estados Unidos, donde los portaaviones son el eje central de su estrategia marítima, China no parece depender de ellos como la piedra angular de su poder naval. En lugar de utilizarlos para proyectar poder globalmente, la Armada del Ejército Popular de Liberación (PLAN) opera sus portaaviones dentro de un entorno altamente protegido, resguardado por su avanzada estrategia de anti-acceso/denegación de área (A2/AD en inglés).
Este sistema defensivo ha sido diseñado para dominar la Primera Cadena de Islas (que incluye Japón, Taiwán y Filipinas) y neutralizar cualquier intento de intervención militar estadounidense en la región. Dicho de otra forma, los portaaviones chinos no son, por sí mismos, una herramienta de supremacía naval global. Son, más bien, multiplicadores de fuerza dentro del escudo defensivo A2/AD, lo que les permite operar con mayor seguridad y apoyar la creciente influencia de Beijing en el Indo-Pacífico.
La expansión de portaaviones en la estrategia. Contaban en The National Interest que el desarrollo de la flota de portaaviones de China ha sido rápido y metódico. Lo que comenzó con el Liaoning, ese viejo casco soviético reconstruido e incluso menospreciado por las potencias navales, se ha convertido en un programa de construcción naval cada vez más avanzado y ambicioso.
Como decíamos al comienzo, actualmente China cuenta con tres portaaviones. A saber: el Liaoning (2012), y el primero de su clase utilizado principalmente para entrenamiento y pruebas. Luego está el Shandong (2019), una versión mejorada del Liaoning, pero aún con limitaciones tecnológicas, como su sistema de despegue por rampa (ski-jump), y finalmente el Fujian (2022), el más avanzado hasta ahora, con catapultas electromagnéticas (EMALS) y un diseño que lo acerca a los estándares de los portaaviones estadounidenses.
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El Liaoning
Un cuarto en camino. El cuarto portaaviones, cuyo lanzamiento está previsto en los próximos años, podría marcar un hito para China si realmente es de propulsión nuclear, lo que aumentaría significativamente su autonomía y capacidad de operaciones lejos de la costa china.
La clave: una burbuja. El concepto de anti-acceso/denegación de área (A2/AD) se basa en la combinación de misiles de largo alcance, radares avanzados y sistemas de guerra electrónica para crear un escudo defensivo que dificulte la entrada de fuerzas enemigas en una región específica. A este respecto, China ha desarrollado una sofisticada red de A2/AD en el Indo-Pacífico, utilizando misiles balísticos antibuque (como el DF-21D y el DF-26), sistemas de defensa aérea avanzados, submarinos silenciosos y tecnología de interferencia electrónica para disuadir y neutralizar la presencia militar estadounidense en la región.
De hecho, gracias a esta especie de burbuja de defensa, los portaaviones chinos no necesitan operar de forma independiente ni aventurarse lejos de sus costas. En cambio, pueden moverse con relativa seguridad dentro del área protegida, utilizando sus aviones para reforzar el control de Beijing sobre Taiwán y el Mar de China Meridional.
Por su parte, los portaaviones de Estados Unidos no tienen este nivel de protección en el Pacífico Occidental. Si bien la Marina estadounidense sigue siendo la fuerza naval más poderosa del mundo, sus grupos de ataque de portaaviones pueden verse amenazados al operar dentro del radio de alcance de los misiles chinos, lo que los expone a un riesgo mucho mayor.
Impacto estratégico. Así las cosas, la estrategia de Beijing cambia por completo las reglas del juego en el Pacífico. En lugar de competir directamente con Estados Unidos en la cantidad de portaaviones y su capacidad de proyección de poder, China está construyendo una fuerza naval diseñada para hacer que los portaaviones estadounidenses sean menos efectivos dentro de su esfera de influencia.
Esto lleva irremediablemente a un supuesto: si estallara un conflicto en la región, Estados Unidos enfrentaría grandes dificultades para operar cerca de la costa china sin sufrir ataques masivos. En contraste, los portaaviones chinos, resguardados por su burbuja A2/AD, podrían operar con relativa libertad, reforzando la presencia aérea y marítima de Beijing sin necesidad de desafiar directamente a la Marina estadounidense en alta mar.
La respuesta estadounidense. La ventaja china en A2/AD, por tanto, plantea un dilema para el Pentágono. Si bien Estados Unidos sigue liderando en términos de capacidad operativa y experiencia en combate de portaaviones, su dominio en el Pacífico ya no es absoluto. Por eso están desarrollando nuevas estrategias como el uso de fuerzas dispersas para evitar que China pueda destruir grandes agrupaciones navales con un solo ataque, nuevos misiles hipersónicos y sistemas de guerra electrónica para neutralizar la burbuja A2/AD, o la integración de drones avanzados y aviones de sexta generación para aumentar el alcance y la letalidad de las fuerzas estadounidenses sin exponer a sus portaaviones al peligro directo.
Con todo, el tiempo y los hechos en los últimos 10 años parecen jugar a favor de China, donde cada año que pasa, su red A2/AD se vuelve más sofisticada… y su flota de portaaviones no para de crecer.
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