República Checa llevaba años retrasando la construcción de una presa carísima. Unos castores la han hecho por ella
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Mientras que en España tenemos una especie de thriller rural con la aparición de unos animales muy particulares por los ríos del país, hay otras historias que cuentan la importancia que ha tenido esta familia de criaturas en el ecosistema alrededor de las riadas y los asentamientos de civilizaciones. Nos referimos a los castores y su capacidad de construir presas naturales que ayudaron a moderar la fuerza de las inundaciones. Su última obra los ha encumbrado.
Un proyecto paralizado. Durante siete años, las autoridades del gobierno de la región de Brdy en la República Checa intentaron llevar a cabo un proyecto para construir una represa en el río Klabava, ubicado a unos 40 kilómetros al suroeste de Praga. Su propósito era proteger el ecosistema local, especialmente a una especie de cangrejo en peligro crítico de extinción, al evitar que sedimentos y agua ácida provenientes de dos estanques cercanos contaminaran el río.
Sin embargo, el proyecto, aprobado en 2018 con más de un millón de dólares en financiamiento y con todos los permisos necesarios, quedó paralizado debido a prolongadas negociaciones sobre el uso de terrenos que anteriormente habían servido como campo de entrenamiento militar. Y entonces llegaron los castores.
Castores al rescate. Mientras la burocracia retrasaba la construcción, un grupo de castores se adelantó a los humanos y, sin esperar permisos ni estudios, edificó una serie de presas de manera natural. Su intervención no solo resolvió el problema por el que las autoridades habían planeado la represa, sino que además amplió la zona de humedales a casi 20.000 metros cuadrados, el doble de lo que los ingenieros habían proyectado.
No es un hecho baladí. Estamos hablando de un trabajo espontáneo de las criaturas que ahorró a las autoridades aproximadamente 1,2 millones de euros, según informó la Agencia de Conservación de la Naturaleza de la República Checa.
Ingenieros naturales. Como decíamos al inicio, los castores son conocidos por su extraordinaria capacidad de construcción y modificación del paisaje. Para edificar sus represas, comienzan colocando pequeñas piedras en el cauce de un río, compactándolas con barro y repitiendo el proceso hasta formar un estanque, un espacio que luego expanden hasta crear un humedal.
¿Por qué demonios hacen esto? Los investigadores creen que su motivación principal es la seguridad: son excelentes nadadores capaces de aguantar hasta 15 minutos bajo el agua, pero en tierra son bastante torpes y vulnerables a depredadores como osos, lobos y pumas. De esta forma, construir un hábitat acuático les permite refugiarse de cualquier amenaza.
Y no es la primera vez. Sorprendentemente, el caso de la República Checa no es el primero en el que los animales han tomado la iniciativa en proyectos de conservación. En California, los castores ayudaron a restaurar una llanura de inundación al noreste de Sacramento, generando beneficios ecológicos y ahorrando dinero a las autoridades. Y en Idaho, tras el incendio de Sharps, las zonas donde había castores quedaron intactas y verdes, mientras que los alrededores fueron devastados.
En lugares donde su introducción está prohibida, como en algunas zonas de California, grupos como la tribu Yurok han comenzado a construir estructuras que imitan los diques de castores para atraerlos de forma natural y aprovechar sus beneficios. En Oregón, científicos descubrieron que las represas de castores filtraban metales pesados y contaminantes con el doble de eficacia que una costosa planta de tratamiento de aguas pluviales.
El «pero». Con todo, y como hemos contado hace poco en España, a pesar de su enorme contribución a la regeneración de ecosistemas, los castores son muchas veces vistos como una molestia por los daños que causan a los árboles y cultivos, así como por la posibilidad de inundar campos y carreteras.
El resurgimiento de los castores. Los castores euroasiáticos fueron cazados casi hasta la extinción en Europa, pero han sido reintroducidos en varias regiones, incluida la República Checa. El periodista científico Ben Goldfarb, autor de Eager: The Surprising, Secret Life of Beavers and Why They Matter, destacaba que los castores han ayudado a la humanidad durante siglos, y que la historia reciente de la República Checa es una muestra de cómo estos animales pueden resolver problemas ambientales de manera eficiente.
Contaba en National Geographic Gerhard Schwab, experto en castores en Baviera, que no se sorprende de la efectividad de los roedores, aunque duda de que hayan construido la represa “de la noche a la mañana”, sugiriendo que simplemente nadie se había percatado de su trabajo hasta que estuvo terminado el pasado mes de enero. No obstante, reconoce su extraordinaria capacidad para transformar el paisaje y modificar el flujo del agua.
El dilema de la conservación. Es posiblemente la última de las patas a tratar con estas criaturas. A pesar de su impresionante capacidad de ingeniería, la imprevisibilidad de los castores representa un desafío para los proyectos de conservación.
A este respecto, explicaba al New York Times Emily Fairfax, profesora de ecología en la Universidad de Minnesota, que los castores transforman radicalmente el flujo de agua y la biodiversidad del paisaje, pero esto también supone un reto para los humanos, ya que sus construcciones no pueden ser planificadas con precisión y muchas veces se los considera una especie invasiva.
Es posible, por tanto, que esa tendencia a subestimar su impacto positivo haya llevado a que sus acciones pasen desapercibidas o sean directamente ignoradas en la planificación de proyectos ambientales. Dicho esto, cada vez más estudios y casos concretos demuestran que su papel en la restauración de humedales es invaluable. Permitir que estas criaturas actúen libremente, en lugar de intervenir con soluciones artificiales y costosas, podría representar una alternativa natural y sostenible para la conservación de ecosistemas hídricos.
Imagen | GlacierNPS