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El frío extremo lleva dos años sin tocar España y los expertos temen que estemos a punto de ver un tercero. Con todo lo que eso implica

La primavera está a la vuelta de la esquina y, nos guste o no, esto significa que ya podemos empezar a sacar conclusiones. La primera es que cada minuto que pasa es más probable que acabemos el invierno sin ver ninguna «ola de frío».

Y eso ni siquiera es lo que más preocupa a los meteorólogos. Porque el verdadero problema es que sería el segundo invierno consecutivo sin olas de frío y un tercero estaría al alcance de la mano. Con todo lo que ello conlleva.

¿No es un poco precipitado dar el invierno por muerto? La verdad es que no. Aunque esta misma semana una masa de aire extremadamente frío cubrirá buena parte de Europa, España conseguirá escaparse de ella. Y el 1 de marzo (que es cuando comienza la primavera climática) está muy cerca como para poder albergar esperanzas realistas sobre un episodio de frío extremo.

Y, en el fondo, lo que vamos a ver esta semana resume muy bien lo que lleva pasando ya dos inviernos: no hemos sufrido irrupciones potentes de frío. Todas se han quedado al norte. Es una historia que se repite una y otra vez.

Pero tampoco es tan raro, ¿no? Eso sí es verdad. Los episodios de frío se van volviendo cada vez más raros en España. De hecho, este enero solo puede calificarse como muy cálido (pese a que hemos sufrido un puñado de noches frías).

Un ejemplo que pone Roberto Granda es el de Molina de Aragón. La media de mínimas entre 1991 y 2020 es de -3,3º, pero este año ha estado en -0,3. Los datos hablan por sí solos. Al final, como señalaba hace unos años nuestro compañero Javier Pastor, «no es que haga mucho frío ahora, es que nos sorpdente que lo haga porque ya no es tan común».

Con esto en mente, la pregunta empieza a ser… ¿hasta cuándo puede durar esto?

«Insólito y preocupante». Es decir, ¿qué pasaría si el invierno de 2026 sigue en la misma línea? La respuesta, según Samuel Biener de Meteored, se resume en esas dos palabras: «insólito y preocupante». Porque sí que tenemos documentados otros inviernos cálidos consecutivos (los del 97 y el 98, los del 2000 y el 2001 o los del 2023 y 14); pero no hemos visto aún tres consecutivos.

Y sabemos que va a llegar. Porque, como señala Biener, los inviernos cálidos están siendo cada vez más frecuentes. Es cuestión de tiempo que encadenemos tres.

¿Y cuál es el problema? Más que un problema (que también), hablamos de un temor: que los inviernos cálidos dejen de ser una anomalía y pasen a ser la norma. Ese cambio supone una disrupción a gran escala del sistema socio-ecológico del país. No es casualidad que, a pocos meses de dar por muerta la sequía, los datos empiecen a ser tan malos. De nuevo.

No solo las presiones climáticas nos golpean más fuerte que nunca, es que no nos dejan reponernos. Y eso nos va a llevar al borde del precipicio una y otra vez.

Sí, es verdad. El clima actual está lleno de paradojas: mínimos históricos de hielo conviven con máximos de nieve, estudios sobre el debilitamiento de la corriente del Golfo coexisten con otros que apuntan a que nada ha cambiado en términos sustanciales y así un largo etcétera. Sin embargo, hay algo que sí sabemos es que somos vulnerables y si no nos preparamos, vamos a serlo mucho más

Imagen | ECMWF

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