De 10.000 euros anuales a 500: así es como las empresas aprovechan la repatriación a la nube para ahorrarse una verdadera fortuna
Amazon, Microsoft y Google se han hecho de oro convenciendo a todo tipo de empresas de que «sus nubes» eran la gran solución a sus problemas. AWS, Azure y Google Cloud dominan este mercado con marcha imperial, pero en los últimos tiempos ha aparecido un competidor singular: la repatriación a la nube.
Ese competidor ni siquiera compite directamente con esas gigantescas plataformas de infraestructura como servicio (IaaS). La repatriación a la nube simplemente consiste en dejar de utilizar las soluciones sobredimensionadas que ofrecen esas plataformas para apostar por tener servicios y datos en infraestructura local.
La razón principal es absolutamente contundente: la repatriación a la nube permite ahorrar verdaderas fortunas. No siempre puede o debe hacerse, por supuesto, y existen muchos casos en los servicios de AWS, Azure o Google Cloud son fantásticos, pero para quienes han dado el paso, el resultado está siendo espléndido.
Es lo que nos han asegurado cuatro profesionales del sector que han aplicado este proceso en sus empresas actuales o pasadas. Los cuatro nos cuentan de dónde partían, qué les llevó a tomar la decisión de migrar, y cuál ha sido el resultado de esa migración. Y en todos los casos, como veréis, el ahorro es espectacular.
Para contrastarlo todo, también hemos podido contactar con el cofundador de una empresa española que precisamente se dedica a ofrecer servicios parecidos a los que ofrecen AWS, Azure o Google Cloud, y que nos da su visión de lo que está ocurriendo. He aquí sus testimonios.
De 10.000 euros al año en infraestructura a 500 euros al año
Jerónimo Palacios (@giropa832) es experto en metodologías ágiles y desarrollo organizaciona. En su empresa, explica, usaban la nube para todo, pero en cierto momento notaron algo. El coste de esa infraestructura costaba más del doble de lo que costó cuando comenzaron a usarla. Aun así, explica, «el servicio era bueno, no teníamos downtime y no teníamos que preocuparnos de la infraestructura».
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Pero como indica Palacios, el año pasado recibieron «la factura del proveedor de hosting gestionado y ya ascendía a más de 2.000 euros anuales, así que este año, antes de la renovación, empezamos a mirar alternativas». Tras investigar quisieron probar:
«Vimos que podíamos obtener el mismo servicio por el que pagábamos más de 2.000 euros anuales a un servidor VPS de 70 euros al año más el servicio Edge Professional de Cloudflare por 250€. Eso supone casi un 90% de ahorro. Ahora que lo hemos implementado, hemos ido trasladando servicios de proveedores cloud como AWS y Azure y estamos pagando un 95% menos por despliegues a servidores en Hetzner. Eso supone reducir una factura de 10.000 euros al año a apenas 500 euros al año».
Este experto apuntaba que está viendo también esta tendencia de repatriación a la nube de grandes clientes, como empresas medianas y grandes, incluidas algunas cotizadas en el IBEX35. Algunas de ellas «están sopesando seriamente si toda la infraestructura que tienen montada sobre Google Cloud, AWS y Azure porque incluso con los costes de gestión de infraestructura propia, valoran una reducción de costes mínima del 80% al pasar de PaaS a una capa sobre hierro propio o gestionado».
Hay otro factor interesante más, apunta: «la nueva normativa bancaria DORA sobre resiliencia obliga a las grandes compañías a tener sus datos alojados en hierro propio para poder retomar la actividad en caso de un corte de servicios en la nube y muchas compañías están viendo una oportunidad para reducir costes en la nube».
Palacios, como otros de nuestros protagonistas, no le quita valor a las opciones de infraestructura a la nube, pero ahora tiene claro que hay alternativas que pueden ser más interesantes y que puede «suponer el riesgo de estar vendido a las exigencias de los proveedores. Sinceramente observamos un gran abuso donde los servicios que se prestan definitivamente no valen un sobrecoste del 200, 400 u 800%».
Algoritmos de inspiración cuántica 10 veces más baratos de ejecutar
Alfonso Santos Luaces es ingeniero de telecomunicaciones y licenciado en física. Toda su carrera profesional ha estado ligada al desarrollo software, y ha trabajado para HP, Indra, Paradigma Digital o startups como Tinybird.
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Desde hace un año es CTO en Inspiration-Q, un espinof del CSIC cuyos fundadores son expertos en computació cuántica. la empresa se centra en algoritmos de inspiración cuántica: «es decir, no necesitamos un ordenador cuántico para llevarlos a cabo, pero obtenemos resultados inalcanzables con algoritmos clásicos». Un buen ejemplo, nos comenta, es el problema del viajante, que no es abordable con aproximaciones tradicionales, pero a los cuales ellos pueden dar la solución exacta.
Santos nos explica que son un SaaS, y que al ponerlo todo en marcha hicieron pruebas con AWS y con Azure. «Sin embargo, nosotros tenemos un rasgo particular. Tanto para nuestras pruebas internas como para nuestros clientes, tenemos que hacer cálculos. MUCHOS cálculos».
Finalmente se decidieron por Azure, del que obtenían «más rendimiento a igualdad de coste y máquinas similares. En ambos casos, estábamos utilizando los créditos que ofrecen a startups durante un tiempo limitado». Acabaron teniendo «una plataforma bastante típica de SaaS, donde incorporamos toda la capacidad de cálculo que podemos: muchas máquinas».
Cuando los créditos se acabaron, analizaron los costes de ese uso «MUY intensivo» de capacidad computacional, nos recalca este experto. Según sus estimaciones, dichos costes eran de entre 6.000 y 7.000 euros al mes.
Eso imponía un problema para el futuro, y decidieron evaluar alternativas manteniendo parte de su infraestructura en la nube, pero migrando el grueso de los cálculos a otro sitio.
«Por supuesto, teníamos en mente los comentarios de DHH sobre la nube. Empezamos hace poco a hacer pruebas con una máquina dedicada de Hetzner, para evaluar el rendimiento. Obviamente, no nos basta con tener una sola, pero es crítico que conozcamos el rendimiento y los costes».
Tras esas pruebas pudieron llegar a una conclusión sorprendente. «Una máquina AX-102 de Hetzner, con un coste de 106 euros al mes, puede darnos el mismo número de cálculos por día (nuestra métrica fundamental), en igualdad de condiciones, que una máquina D32asv4, bastante equivalente, en Azure, con un coste aproximado de 1.100 euros al mes». La reducción para los costes de cálculo era de 10x.
Aun así, explica, «eso no quiere decir que la nube sea algo a evitar por completo. Hay parte de la infraestructura que sigue y seguirá allí. Pero desde luego, dependiendo del caso de uso, merece la pena, y mucho, plantearse alternativas».
Un ahorro del 80% en la factura
Otro de nuestros protagonistas es Álvaro Gómez (@lito_ordes), «aunque todos me conocen como Lito», nos avisa. Es programador y administrador de sistemas en una empresa que integra IA en el sector educativo. Además, explica, lleva cerca de 30 años desarrollando software y gestionando servidores, «lo que me ha permitido participar en proyectos muy diversos».
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En su nueva empresa las cosas ya están aprovechando «un modelo más centralizado y optimizado», pero quiso hablarnos de una migración anterior en la que participó hace tiempo.
En dicha empresa, explica, «la infraestructura estaba alojada en AWS. Se seguía una filosofía de microservicios con varios componentes separados». Así, usaban instancias de EC2 (capa de aplicación), RDS (bases de datos), S3 (almacenamiento), adema´s de algunos servicios adicionales «como CloudWatch y balanceadores ELB/ALB para repartir la carga y detectar problemas de rendimiento».
Dicha arquitectura, señala Lito, era muy flexible, pero «se observó que muchas funcionalidades y servicios que AWS ofrecía no eran realmente necesarios para el volumen de tráfico que se manejaba, y esto terminaba influyendo muchísimo en la factura mensual».
Tras analizar detalladamente cargas, picos de tráfico y complejidad de los servicios, «se observó que gran parte de la infraestructura estaba sobredimensionada para las necesidades diarias». Daba igual que AWS ofreciera poder crecer de forma casi ilimitada: esa opción no se estaba aprovechando. Fue entonces cuando decidieron migrar a máquinas de Hetzner.
«El resultado mostró que, con un par de VPS en Hetzner bien configurados, se podían cubrir las necesidades de forma fiable y con un coste mucho menor. En este caso, los VPS ofrecían una mayor garantía de SLA que los servidores dedicados».
«Esta decisión no se tomó porque AWS fuese malo o poco fiable», destaca. «Al contrario, es muy potente. Se tomó porque en este caso la relación coste-beneficio no era la adecuada». El resultado en términos de ahorro fue una vez más espectacular: «se logró un ahorro de aproximadamente el 80% en la factura mensual de infraestructura«, de unos 1.500 euros a unos 250 euros aproximadamente.
No solo eso: el rendimiento era muy superior en cuanto a CPU, RAM e I/O de disco. Para las cargas de trabajo habituales, «los servidores elegidos demostraron rendir mucho mejor que las instancias de EC2 que se usaban».
El mantenimiento también se volvió más sencillo, y aunque AWS es más flexible, en la práctica es posible escalar la infraestructura actual «en unos pocos pasos en cuestión de minutos. La migración se realizó hace unos 2 años y nunca ha sido necesario ampliar recursos para hacer frente a picos de carga». Como el resto de nuestros expertos, Lito quiso aclarar algo respecto a Amazon:
«No pretendo demonizar AWS, que ofrece soluciones muy potentes para proyectos que requieren una escalabilidad muy fina o una distribución a gran escala. Sin embargo, para muchas organizaciones de tamaño medio, resulta más rentable evaluar opciones de cloud alternativas, donde se paga solo por lo que realmente se usa».
AWS es fantástico, pero solo cuando lo necesitas de verdad
César Martín (@iworkwithyou) es CEO de Chatwith.io, un CRM basado en WhatsApp que ofrecen a microempresas a nivel mundial. «Tenemos más de un millón de usuarios en todo el mundo y generamos más de un millón de contactos al mes». Actualmente, como señalan en su sitio web, han generado casi 18 millones de contactos.
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César nos explica que al igual que otras startups que empiezan, aprovecharon los créditos gratis que tenían disponibles. Inicialmente usaron AWS, pero «para un servicio como el nuestro que es de muy bajo coste, el precio se nos disparaba sobre todo por el tráfico. AWS no ofrece en sus planes tráfico incluido lo cual es muy raro, pero normalmente para almacenamiento es una buena opción». Lo que comprobaron es que no necesitaban muchos de los servicios que ofrecía AWS y que confiesa «están muy bien y pueden ser muy relevantes para infraestructuras complejas».
Sin embargo, tras comprobar esos costes decidieron pasar «la instalación que teníamos a servidores en Hetzner de una manera bastante sencilla. No fue un proceso crítico. Nuestro servicio es un monolito, todo el código está en un mismo sitio y no tenemos demasiados servicios externos.
En su caso, nos destacaba «hemos pasado de gastar miles de euros mensuales a menos de 500 euros al mes para todo lo que tenemos montado que es bastante intenso». La lección para él ha sido clara tras este tiempo: a nivel de costes AWS es interesante en una fase de escalado global con mucha demanda, pero para las fases iniciales de un proyecto, «un servidor de hosting «normal» puede ser más que suficiente».
La visión desde el otro lado: la condena de los egress costs
Pudimos también contactar con alguien «del otro lado», es decir, una persona cuya empresa se decida a proporcionar servicios de infraestructura como hacen Amazon con AWS, Microsoft con Azure o Google con Google Cloud.
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En concreto, tuvimos la oportunidad de contactar con Javi Santana (@javisantana), exCTO de Carto y cofundador de Tinybird. Nos explicaba cómo «igual que AWS ofrece sus base de datos, nosotros ofrecemos la nuestra. Todo nuestra computación está en AWS y GCP. La razón no es que sea mejor, la razón por la que estamos allí se llama «egress costs«».
Los egress costs son los costes de salida de datos desde la infraestructura de la nube hacia el exterior. En el contexto de AWS y GCP, se refiere a las tarifas que cobran estos proveedores cuando los datos salen de sus redes, por ejemplo, al ser transferidos a otra nube, a un centro de datos propio o a los usuarios finales.
Santana señalaba además algo importante: «cuando una empresa empieza a desarrollar su producto los proveedores de cloud les dan créditos«. Sale gratis (o casi) montar el sistema en la nube, y como al principio no tienes muchos usuarios «los costes son bajísimos y 300 dólares en créditos dan para mucho».
Sin embargo, apunta, tarde o temprano esos créditos se acaban toca empezar a pagar. Todos los proveedores de infraestructura en la nube clouds tienen precios muy similares, explica, «así que la migración se hace complicada, pero si vas a proveedores de infra más tradicional te das cuenta que es mucho más barato». Pero ahí llega el verdadero problema:
«Ok, te empiezas a plantear tener algunos servicios en ese proveedor pero entonces es cuando aparecen los costes de «egress», es decir, cada byte que sale de AWS/GCP cuesta una auténtica barbaridad, al nivel que no tiene ningún sentido plantearte moverte porque todo el ahorro que tienes por estar fuera, te lo comes pagando el impuesto revolucionario a tu proveedor de cloud favorito».
Para Tinybird, confesaba Santana, «esto se convierte en prohibitivo ya que nosotros trabajamos con muchos gigabytes que se envían por la red». Ellos mantienen su infraestructura dentro de estos proveedores para minimizar gastos, y tienen algo claro: «mi servicio nunca podrá ser más barato que lo que ofrece el proveedor de cloud».
Santana ya realizó pruebas de cargas reales de producción, y «en términos de capacidad por dólar, la nube es aproximadamente ocho veces más cara que «el hierro»«. Aun así, aclara,
«Nada es tan sencillo y el cloud tiene una parte muy buena: los servicios que ofrece hacen que necesites menos manos (son muy buenos y robustos) y por tanto el análisis del coste de infra sin tener en cuenta la parte humana es absurdo, no es lo mismo un servicio con muchos picos, donde necesitas algo muy elástico a un servicio con ya años a la espalda, donde todo es relativamente estable y el margen operativo es super importante».
Para este profesional hay una posible luz al final del túnel. «veremos en qué queda», explica, pero «la Unión Europea va a regular este tema con la el Data Act«. Dicha normativa obliga a los proveedores de servicios en la nube a que reduzcan o eliminen las tarifas de salidas de datos para facilitar la portabilidad entre plataformas.
Eso evitaría el efecto bloqueo (vendor lock-in) que desde hace años perjudica a ciertas empresas. «Solo quedan 8 meses y dependiendo como se aplique, puede tener bastante impacto. Soy optimista«, dice: ya ha habido cambios en Google que permiten que los clientes «migren gratis» gracias a esta ley.
Imagen | CommScope