La última idea de China para aumentar su fertilidad: despedir a empleados si no se casan y tienen hijos
Octubre de 2024. El New York Times destapa una de las últimas iniciativas auspiciadas por el gobierno de China para levantar su maltrecha natalidad y que despegue de una vez por todas: literalmente, ir puerta por puerta en busca de mujeres para intervenir en las decisiones cruciales sobre la maternidad. Han pasado varios meses desde entonces y, lejos de rebajarse la tensión, las propuestas han escalado varios niveles.
Política empresarial sin precedentes. Lo contaba también el Times esta semana. En un intento extremo por revertir la caída en las tasas de matrimonio y natalidad, la empresa química Shandong Shuntian Chemical Group emitió un aviso dirigido a sus empleados solteros.
La propuesta: exigir casarse y formar una familia antes del 30 de septiembre o enfrentarse a la terminación de su contrato laboral. Aquel mandato, que rápidamente se viralizó en redes sociales, fue presentado como un llamamiento a la lealtad y la responsabilidad social, alineándose con los esfuerzos gubernamentales para fomentar un entorno más «amigable con la fertilidad» en China.
No es la primera vez. Lo cierto es que la empresa química no fue la primera en intervenir en la vida personal de sus empleados. Recientemente, la cadena de supermercados Pangdonglai prohibió a sus trabajadores exigir «precios de novia» (dotes que los hombres pagan a la familia de la futura esposa), argumentando que encarecen el matrimonio y desincentivan la formación de familias. Además, limitó la cantidad de invitados en las bodas de sus empleados a cinco mesas. A pesar de las críticas en redes, el People’s Daily, periódico oficial del Partido Comunista, defendió la medida como un paso hacia un matrimonio más accesible y civilizado.
Sea como fuere, ante la reacción negativa, Shandong Shuntian retiró la orden que se hizo viral y se vio obligada a someterse a una «rectificación» por parte del gobierno local, aunque la polémica puso en evidencia el grado de injerencia que algunas empresas privadas parecen estar asumiendo en la crisis demográfica.
El trasfondo de la crisis matrimonial (y demográfica). Lo contábamos esta semana. La nación está tan desesperada por solucionar la natalidad que incluso están barajando rebajar la edad legal para casarse. De fondo, una drástica disminución en sus tasas de matrimonio y natalidad. En 2023, solo 6,1 millones de parejas contrajeron matrimonio, un 20% menos que el año anterior y la cifra más baja desde que el gobierno comenzó a registrar datos en 1986.
Además, la población ha disminuido por tres años consecutivos, lo que ha generado una preocupación creciente sobre el impacto en la economía y el futuro laboral del país.
Otras estrategias extremas. Como contamos en octubre del año pasado, el gobierno había implementado diversas estrategias para incentivar la natalidad, desde subsidios hasta la eliminación de la política del hijo único. Algunas de las acciones más llamativas incluían esas visitas domiciliarias a mujeres para preguntarles sobre sus planes de embarazo, pero también todo tipo de propaganda oficial asegurando que el embarazo «hace a las mujeres más inteligentes», o incluso llamadas a crear un ambiente social propicio para la fertilidad, incluyendo incentivos en el lugar de trabajo.
Con todo, estas medidas han sido recibidas con escepticismo, especialmente entre los jóvenes chinos, quienes citan razones económicas, falta de estabilidad laboral y un deseo de autonomía personal como principales motivos para evitar el matrimonio y la paternidad.
Empresas como herramientas de presión. Contaba el New York Times que si bien el gobierno chino no ha emitido órdenes directas como lo hizo en el pasado con la política del hijo único, sí ha fomentado un modelo de presión social indirecta. Según la activista feminista Lu Pin, en lugar de imponer medidas drásticas, el Partido Comunista estaría delegando la presión en empresas privadas, utilizando normas sociales para influir en el comportamiento de los ciudadanos.
La intervención de empresas como Shandong Shuntian y Pangdonglai sugiere que muchas compañías consideran aceptable implementar reglas alineadas con la agenda gubernamental. Aunque oficialmente el gobierno no obliga a casarse ni a tener hijos, permite y en algunos casos respalda públicamente acciones empresariales que fomentan estas prácticas.
Control social. De hecho, un ejemplo de este enfoque fue un borrador filtrado de la comisión de salud de Quanzhou, el cual proponía que empleados gubernamentales «tomaran la iniciativa en la implementación de la política de los tres hijos». Aunque el documento no especificaba cómo debían hacerlo, las similitudes con la política del hijo único han generado preocupación sobre una posible presión estatal más directa en el futuro.
En definitiva, las medidas parecen reflejar un cambio en la estrategia de control demográfico del gobierno, que ha pasado de imponer restricciones de natalidad a todo lo contrario: fomentar activamente el matrimonio y la reproducción. En tela de juicio, por supuesto, la erosión de los derechos individuales y la autonomía de los propios trabajadores.
Imagen | Josh Vaughn