Los sedimentos acumulados son un enorme problema para los embalses. Y en el del Ebro han tomado medidas drásticas
Los embalses, tanto los de uso hidroeléctrico como los de uso consuntivo, son un elemento vital en el panorama hidrológico. Sin embargo, desde hace ya un tiempo los expertos advierten de un problema que se agrava con el tiempo y que afecta a la funcionalidad de estos. El problema de los sedimentos.
Medio año de obras. Las obras iniciadas el pasado mes de agosto para recuperar el desagüe del embalse del Ebro se extenderán, previsiblemente, hasta 2026, según han indicado desde El Diario Montañés. Los trabajos, además de introducir mejoras en uno de los desagües del pantano, pretenden recuperar su funcionalidad ante la acumulación de sedimentos en este.
Las tareas, explica el diario local, requerirán de un equipo de buzos para la draga de 3,5 metros de limo acumulado junto a las compuertas del desagüe. Las obras, con un presupuesto de 2,5 millones de euros, implicarán la instalación en cada uno de los conductos de la presa compuertas de seguridad con by-pass y compuertas para la regulación de caudales.
El pantano de Arija cuenta con dos desagües, uno lateral y el otro ubicado en la presa. Es este último el que, como consecuencia de la acumulación de sedimentos, ha perdido la capacidad de desempeñar su función.
Embalse clave. El embalse del Ebro o pantano de Arija es un elemento clave en la cuenca hidrográfica del Ebro. Se trata de uno de los mayores embalses en esta demarcación hidrográfica (detrás de los de Mequinenza y Canelles).
Ubicado en las inmediaciones de la ciudad cántabra de Reinosa, por el pantano discurre parte de la frontera entre esta Comunidad Autónoma y la de Castilla y León en la provincia de Burgos. Según los últimos datos, el embalse alberca ahora 348 hm³ de agua, el 64,3% de su capacidad (541 hm³).
Unos datos que no siempre reflejan la realidad, precisamente debido al problema de los sedimentos.
Limitando la capacidad. El problema de los sedimentos no solo afecta a la funcionalidad de los desagües de los embalses: también limitan su capacidad. Décadas de uso han llevado a una significativa acumulación de lodos y sedimentos en los embalses, sedimentos cuyo volumen implica una reducción importante de la capacidad de almacenaje de los pantanos.
Las estimaciones de esta pérdida varían notablemente, pero las más pesimistas hablan de una pérdida de hasta el 40% del volumen en algunas cuencas. Un estudio realizado en 110 embalses lanzaba una estimación más optimista pero aún alarmante, una pérdida del 5%.
Las últimas lluvias parecen haber ayudado a revertir la situación de sequía que aún afectaba a algunas áreas. Sin embargo nuestra capacidad de prepararnos para la siguiente sequía se ve limitada por esta acumulación de sedimentos en los embalses.
Donde faltan los sedimentos. Por si esto fuera poco, el problema de los sedimentos que sobran en un lado es el problema de los que faltan en otro. En este caso, en el delta del Ebro. El delta del Ebro no es sino el resultado de la acumulación de sedimentos arrastrados por la corriente fluvial.
La instalación de numerosas presas en esta cuenca hidrográfica ha reducido la llegada de esta materia a la desembocadura, lo que, unido a la natural erosión costera, ha puesto en riesgo el ecosistema del delta. Un ecosistema del que no solo depende la fauna local, sino también una parte de la agricultura y de la economía de la región.
Imagen | Josu Aramberri, CC BY-SA 3.0