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Tesla tiene un grave problema: sus acciones están cayendo en picado desde el comienzo del año y cada día van a peor

Cuando escribimos estas líneas, una acción de Tesla cuesta 222 dólares. La cifra ya es inferior a la registrada el 5 de noviembre de 2024, día en el que se celebraron las elecciones de Estados Unidos. Y está muy cerca de igualar los 213 dólares que costaba una acción a finales del mes de octubre, la cifra más baja en los últimos seis meses.

¿Qué ha sucedido?

Un 15%. Eso es lo que se ha dejado Tesla en la última jornada en la bolsa antes de escribir este artículo. Es la última caída y la confirmación de que la compañía se acerca a la frontera de los 200 euros en un descalabro que no parece encontrar suelo.

Con los 222 dólares con los que se cerró ayer se confirma que la compañía se ha zampado todo el crecimiento registrado desde que Donald Trump fuera confirmado como nuevo presidente de los Estados Unidos en las pasadas elecciones del 5 de noviembre de 2024.

40 dólares. Es el valor por acción que ha perdido Tesla durante el pasado fin de semana. El viernes, tener una pequeña parte de la compañía costaba 262 dólares, una cifra que ya era otros 22 dólares inferior a la registrada ese mismo lunes 3 de marzo cuando se cifraba en 284 dólares el coste de la misma.

La caída de Tesla del lunes 10 de marzo estuvo, eso sí, en sintonía con el resto de las compañías de la bolsa de Nueva York. Alphabet, Meta, Apple, Nvidia, Microsoft… las principales compañías perdieron dinero pero en ningún caso registraron la caída de Tesla en un día en el que, eso sí, se produjo la mayor caída en la bolsa desde 2022.

Elon Musk, un valor. El rendimiento de las últimas semanas incide en la idea de que las acciones de Tesla cumplen a rajatabla lo que algunos definen como cult stock: acciones que basan su rendimiento en las promesas a futuro en lugar de sus resultados actuales. Es la explicación para entender cómo la compañía ha sido sostenida por los inversores pese a dar pérdidas durante años y años.

Ese culto ciego a la figura de Elon Musk y sus continuas promesas sobre productos de todo tipo que han ido llegando tarde (y no demasiado bien) hicieron disparar las acciones por su cercanía a Donald Trump cuando se supo que éste último se hacía con el asiento en el Despacho Oval.

Un crecimiento desproporcionado. «Cuando las acciones se sobrevaloran tanto al alza, se espera una caída del mismo tamaño». Con estas palabras ha explicado Gina Bolvin, presidenta de Bolvin Wealth Management Group, a CNN por qué el desempeño de las acciones de Tesla en las últimas semanas está siendo tan malo.

Reajuste. El 17 de diciembre, apenas un mes y medio después de las elecciones de Estados Unidos, las acciones de Tesla alcanzaron su pico máximo con un valor de 476 dólares. Hoy valen menos de la mitad de ese precio. El desplome ha sido sostenido pero salvo repuntes puntuales, ha caído con estrépito hasta rozar la barrera de los 200 dólares/acción.

Con la cercanía de Musk a la Casa Blanca, se dio por hecho que Tesla ganaba fuerza. El dueño de la compañía ha apoyado la retirada de los subsidios a la compra de coches eléctricos y eso, a corto plazo, debería favorecer a una compañía en clara ventaja competitiva dentro del mercado estadounidense. También se esperaban avances en la conducción autónoma y su futuro robotaxi.

Los crudos números. Sin embargo, las perspectivas de las acciones se han encontrado con un muro: la realidad. El pasado año fue el primero en el que Tesla no consiguió superar en ventas al ejercicio anterior, pese a intentar evitarlo por todos los medios posibles. Y los dos primeros meses han dejado caídas estrepitosas en todos los mercados, desde China a Estados Unidos, pasando por Europa.

Hablamos de caídas del 54% en Alemania (el mayor mercado de coches eléctricos de Europa) y del 63% en Francia. En España, donde dejar de vender coches repercute en caídas de ventas porcentuales más acusadas, se dejó un 75,50% en enero.

Y el problema no es sólo dejar de vender vehículos. Su mayor problema es que otras compañías demuestren con ventas que no están tan lejos de Tesla. Más allá de una cuestión de bajas ventas por una mala reputación, que Tesla haya pasado de una cuota de mercado entre eléctricos del 29% en Europa al 6% actual es una malísima noticia para la compañía.

Dar la vuelta a las ventas. Tesla parece necesitar dos empujones. El primero, claro está, dar la vuelta a sus números de ventas. Sus números deberían empezar a mejorar poco a poco. El Tesla Model Y, su coche más vendido, tiene que ir llegando a Europa con su actualización y debería suponer un impacto comercial que todavía tardaremos en ver en números, ya que las matriculaciones del mismo empezarán en marzo.

Actualización. Después de meses rumoreándose, es muy probable que un buen número de compradores haya esperado al refresco de imagen para hacerse con el mismo. Se empezó vendiendo a un precio alto pero ya está disponible en todas sus versiones. Queda saber hasta qué punto Tesla puede confiar en esas ventas aplazadas.

Eso sí, también el tiempo dirá si Tesla se sigue desinflando en China. En un país donde el coche eléctrico se está renovando a un ritmo endiablado, habrá que ver si la actualización del Tesla Model Y no se le queda atrás a un país que ha visto cómo en los últimos días el Xiaomi SU7 Ultra arrasaba en reservas y BYD ya lanza drones desde sus coches.

Y el robotaxi. También debemos permanecer muy atentos al futuro de la conducción autónoma de Tesla. El robotaxi es la gran promesa de la compañía, la que le debería permitir abrir una línea de negocio que la llevara a otra dimensión financiera. La gran promesa es que esté funcionando y generando rendimiento en 2027.

Sin embargo, los competidores más duros han quemado miles de millones de dólares durante años y sus resultados están siendo muy pobres. El corto espacio de tiempo para poner un robotaxi en el mercado y el desempeño que hasta ahora han tenido las funciones de conducción autónoma de Tesla no incitan a ser optimistas con que, al menos, se cumplan los planes anunciados.

Foto | Tesla y Google

En Xataka | Elon Musk admite que se equivocaba: nueve años después, Tesla no cumplirá una de sus grandes promesas con la conducción autónoma

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