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Ha llovido un 143% más de lo normal y la agricultura española ha entrado de repente en modo crisis. No les faltan motivos

Tras más de 20 días de lluvias continuas y cuatro enormes borras de alto impacto, los suelos de la Península están prácticamente saturados. Y no debería de ser una sorpresa: la cantidad de agua que ha caído ha estado un 143% por encima de lo normal.

Y, aunque puede parecer buena noticia, no siempre llueve a gusto de todos.

¿No es buena noticia? A nivel agroganadero, hay muchas explotaciones a las que este festival de borrascas le ha venido muy bien: viñedos, olivares, frutos secos, cereales de secano y, en general, la ganadería que se alimenta de pastos.

Pero el campo es mucho más grande. Andalucía es un buen ejemplo. Solo en la provincia de Sevilla, se han visto afectados el girasol, el garbanzo, el guisante, el repollo y el grelo. Pero hay más: los frutos rojos de Huelva, el pimiento, el pepino, la sandía y el melón almerienses o la lechuga, el brócoli y la coliflor murcianas.

A ello se le va a sumar el espárrago granadino si la situación se mantiene.

¿Pero por qué? Por una concatenación de factores, claro. Las inundaciones han ahogado muchos sembrados (con problemas de «asfixia radicular, de gangrena y de todo tipo de hongos»); las bajas temperaturas están ralentizando el desarrollo (cuando no quemando) numerosos cultivos; y la falta de mano de obra (o la imposibilidad de trabajan en terrenos enfangados) impide los trabajos necesarios — o incluso la recolección.

En cifras, según Noticias Cuatro, «los agricultores se encuentran con apenas el 15% de producción».

Tanto es así que hace unos días los agricultores andaluces suspiraban por apenas 15 días de sol.

¿Y qué va pasar? Si todo va bien (es decir, si todo va como se espera) no debería de pasar nada. Es verdad que la situación ha sido lesiva, pero si el tiempo se normaliza y sin restricciones de agua, la campaña está a tiempo de salvarse. Si la situación «anómala» se alarga, sí que tendremos un problema.

Sin embargo, sea como sea, es muy posible que notemos el parón en el supermercado. Hace un par de años, Europa se quedó sin pimiento rojo por un ola de frío. Lo que ha ocurrido es muy parecido. Ahora mismo, hay una docena de productos que juguetean con la rotura del suministro.

Por si el cambio climático no supusiera ya suficientes problemas, ahora está obstinado en desordenarnos las estaciones. Y eso, claro, supone un reto para uno de los sectores clave de España.

Imagen | Markus Winkler | Chandler Cruttende

En Xataka | «No se salva ni un cultivo»: España está a punto de descubrir en sus carnes los efectos de la escasez de agua

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