Ultimas Noticias

Edward Albert Lancelot Dodd Canterbury Caterham Wickfield era uno de los jueces más prestigiosos de Brasil. O eso creía Brasil

Hace exactamente 10 años, una década, los medios hicieron famoso el caso de un australiano de origen vietnamita. Su historia hoy forma parte de ese conjunto de relatos surrealistas que nacieron (y murieron) en la red. Al parecer, el tipo, llamado nada menos que Phuc Dat Bich, fue censurado por Facebook debido a su nombre (y su hilarante similitud con “Fuck that bitch”). Desgraciadamente, la historia al final resultó demasiado buena para ser cierta.

En Brasil ha ocurrido al parecido, pero durante 23 años nadie dudó del juez Edward Albert Lancelot Dodd Canterbury Caterham Wickfield.

El “aristócrata” de la campiña. La versión corta: durante más de dos décadas, el sistema judicial del estado de São Paulo albergó a un juez que no existía. La larga: José Eduardo Franco dos Reis, un ciudadano brasileño, logró pasar los exámenes públicos, graduarse en Derecho en la Universidad de São Paulo y ejercer como magistrado bajo una identidad completamente falsa: Edward Albert Lancelot Dodd Canterbury Caterham Wickfield, un nombre tan extravagante como anglófilo.

La farsa comenzó en los años 80, cuando Dos Reis, decidido a reinventarse, falsificó su partida de nacimiento para presentarse como un aristócrata británico nacido en Brasil pero criado en el Reino Unido. En 1995, ya convertido oficialmente en juez, consolidó el personaje con entrevistas a la prensa en las que narraba una infancia ficticia entre castillos ingleses y linajes nobles.

Una mentira institucionalizada. Lo realmente fascinante de toda esta historia es el tiempo que ha pasado desapercibido para las autoridades. La verdad salió a la luz en 2024, cuando Dos Reis (aun usando el nombre de Wickfield) acudió a una oficina gubernamental para renovar su documento de identidad.

Aunque todos sus papeles legales estaban a nombre de su álter ego británico, el número de registro de nacimiento coincidía con el de un ciudadano brasileño. El cruce de huellas digitales confirmó la sospecha: el juez Edward Albert Lancelot Dodd Canterbury Caterham Wickfield nunca existió. Era, en realidad, un personaje cuidadosamente construido y sostenido durante más de 20 años por “José”, un hombre que jamás salió del país y que logró engañar a colegas, instituciones y organismos de control sin que nadie cuestionara su historia… a pesar de la evidente teatralidad de su nombre.

Una explicación inverosímil. Tras descubrirse el fraude, Dos Reis fue citado a declarar. Entonces sí, el hombre compareció bajo su nombre real por primera vez en décadas, aunque ofreció una defensa aún más delirante: dijo que Wickfield era su hermano gemelo, adoptado en la infancia por una pareja de aristócratas británicos.

Tampoco aportó pruebas ni explicó el origen de los nombres, aunque medios como Folha de S. Paulo han señalado la clara y evidente inspiración literaria: desde sir Lancelot de la Mesa Redonda hasta el señor Wickfield de David Copperfield, de Charles Dickens. La fiscalía lo acusó formalmente de falsedad ideológica y uso de documentos falsos, pero hasta ahora no ha podido ser localizado, por lo que no ha sido formalmente notificado.

Una fortuna judicial. Durante su carrera, “José” acumuló prestigio, poder y una jugosa pensión de más de 28.000 dólares mensuales, las misma que siguió cobrando incluso tras su retiro en 2018. Sin embargo, tras la revelación del fraude, el Tribunal de Justicia de São Paulo ha ordenado la suspensión inmediata de sus pagos, un montante que solo en febrero superaró los 166.000 reales.

Qué duda cabe, el caso ha dejado a la opinión pública brasileña atónita, no solo por la magnitud del engaño, sino por la dimensión del fallo estructural de las instituciones que permitieron que un hombre viviera bajo una identidad literaria, absurda y completamente inventada dentro de uno de los poderes más vigilados del Estado.

A la pequeña pantalla. Si se quiere también, el escándalo no es solo una anécdota de impostura, sino una metáfora viva de cómo la apariencia, el lenguaje y la autoridad pueden construir realidades paralelas en sistemas que no siempre exigen pruebas rigurosas para validar sus pilares. El caso Wickfield-Dos Reis no solo ridiculiza al sistema judicial brasileño, sino que revela la fragilidad burocrática frente al carisma impostado y una narrativa (aparentemente) bien hilada.

Plus: que un juez pudiera inspirarse en la literatura británica para crear su identidad y ejercer durante décadas sin ser descubierto, es tanto un fallo estructural como una tragicomedia institucional digna de una novela de Dickens… o de un guion que a buen seguro podría preparar la mismísima Netflix.

Imagen | Luan de Oliveira Silva

En Xataka | Efectivamente, si dudabas de que alguien se llamase Phuc Dat Bich, tenías razón

En Xataka | Agloe: la historia de cómo se introdujo en los mapas una ciudad que no existía hasta que Google la eliminó

source

Mostrar más
Botón volver arriba