He conducido el Jaecoo 5 EV en China: el SUV eléctrico que ya no pide permiso
No hace falta mirar dos veces para darse cuenta de que Wuhu, una ciudad 1.100 km al sur de Pekín y 340 km al oeste de Shanghai, no es exactamente Detroit.
Pero a su manera, esta ciudad china empieza a parecerse al epicentro de algo. Chery –y todas sus marcas, entre ellas Omoda y Jaecoo– ha convertido sus instalaciones en una especie de laboratorio viviente del futuro del coche. Aquí se ejecuta, no se ensaya.
Y en medio de ese despliegue, he tenido la oportunidad de conducir el nuevo Jaecoo 5 EV: la versión eléctrica de este SUV chino, razonablemente accesible … y muy serio.
El silencio que habla
Lo primero que llama la atención es lo bien que lo han hecho, además de su nada sospechoso parecido con las líneas de los Range Rover (con quien Chery tiene un viejo acuerdo para ser su fabricante en China).
No hay rastro de aquella condescendencia con la que Occidente solía mirar a la industria china del automóvil. El Jaecoo 5 EV no viene a aprender, sino a competir. En Wuhu lo saben, y por eso se respira una calma casi provocadora. Como si ya tuvieran claro que van a ganar, pero no tuvieran prisa por demostrarlo.

Imagen: Xataka.
Lo segundo que llama la atención es la autonomía: marcaba 442 km al 94% con el modo Eco activado. Al acabar la prueba marcaba 329 km para el 73% restante. Si hacemos una regla de tres, al 73% debería ser superior, de unos 343 km, pero hicimos uso del aire acondicionado y de algunos momentos de conducción forzada para ponerlo a prueba a través de su modo Sport. Así y todo, sigue siendo una autonomía más que notable.

Imagen: Xataka.
En movimiento, el coche confirma las sospechas: este no es un experimento, sino un producto maduro. La conducción es suave, como cabe esperar en un eléctrico, pero también firme en lo que no se suele esperar en un SUV: la estabilidad.
Toma las curvas sin dramatismo ni inclinaciones innecesarias. No hay sensación de barco, ni siquiera al apurar en tramos más rápidos. La suspensión filtra con solvencia, en los baches con cierta contundencia, y en todo momento parece más enfocado en transmitir seguridad que espectáculo. Lo consigue. Y además con el silencio sepulcral que cabe esperar de un eléctrico.
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Consejo ofrecido por la marca
Los acabados, otro síntoma de madurez, apuntan en la misma dirección. No hay lujos, pero sí criterio: donde toca tocar, hay materiales agradables y acolchados; donde no se ve ni se roza, aparecen plásticos duros. Lo justo y lo inteligente para mantener precios a raya. Es un coche que apunta a rondar los 30.000 euros, quizás algo más, en esta versión eléctrica, y eso, más que razonable, es estratégico.

Imagen: Xataka.

Imagen: Xataka.
La regeneración, eso sí, necesita una vuelta más. Tiene tres niveles: el más bajo, que es casi decorativo; otro intermedio pero aún así muy suave, y un tercero que coquetea con el exceso. Echo de menos un punto intermedio real, más fino.
También el pedal de freno, por lo demás predecible, tiene un último tramo algo más brusco, como si se resistiera a aceptar que el coche ya se ha detenido. No es ni mucho menos grave, pero tampoco es lo más elegante. E importa en un coche que aspira a seducir por su refinamiento silencioso.
Lo que sí sorprende es todo lo demás: la visualización del tráfico circundante –al estilo que Tesla marcó a la industria– funciona con precisión y sin histrionismos, como adecuadas son las recreaciones del coche en 3D y 360º.
Mención para las ayudas a la conducción, especialmente el sistema anticolisiones, que funcionó estupendamente: el altavoz suena y el volante vibra si el coche detecta que nos lanzamos hacia un obstáculo en frenada. No solo en estático, sino detectando que el coche de delante está frenando aunque siga moviéndose.

La vista 360º y la recreación del tráfico a nuestro alrededor. Imagen: Xataka.

Esta suerte de PiP con la recreación aparece cuando usamos el intermitente. Imagen: Xataka.

Imagen: Xataka.

Imagen: Xataka.

Lo de la ventilación en los asientos en un coche de esta horquilla de precios es un detallazo. Imagen: Xataka.

Imagen: Xataka.
Al finalizar el trayecto, la pantalla del Jaecoo 5 EV indica que llevamos 1 hora y 37 minutos de conducción y que el consumo medio ha sido de 13,1 kWh cada 100 kilómetros.
Es un consumo muy competitivo para un SUV eléctrico de este tamaño, lo cual habla de su buena mezcla de aerodinámica, gestión eficiente del motor y peso razonablemente contenido. Es una autonomía coherente con lo que el coche proyecta: más solidez que espectáculo.

Imagen: Xataka.
Más que un coche, una declaración
Pero lo más interesante no es el coche. Es el contexto. Wuhu no es solo un lugar geográfico. Es una coordenada en el mapa de quien quiere un cambio de reglas. Desde aquí, Chery ha creado una dupla con Omoda y Jaecoo que ya no quiere imitar a los europeos, quiere adelantarlos. Y con una receta conocida:
- Atiborrar de equipamiento.
- Cuidar mucho la estética.
- Ofrecer tecnología que funcione.
- Y mantener un precio agresivo.
Pero ellos lo hacen sin pedir permiso. No están en la fase de aprender de los grandes ni de ganarse el respeto. No copian ni piden validación, no hacen cola en la puerta del club europeo a ver si el portero es majete y les deja entrar.
Ya están dentro.
Y con productos que ya no tienen aroma a “coche barato chino”, sino a “esto tiene mucho sentido”. Con decisiones de diseño propias, con tecnología funcional, con materiales bien elegidos y una puesta a punto que sorprende: dirección precisa, suspensión bien equilibrada aunque a veces algo dura en los baches, y una insonorización que aísla con solvencia incluso en tramos irregulares. No hay chirridos ni no hay vibraciones. Hay una voluntad clara de que el coche se sienta bien construido y no solo bien equipado (que lo está).
Y de fondo, una estrategia clara: saturar de equipamiento, mantener el precio a raya y ofrecer una experiencia que, sin ser revolucionaria –al menos en estos precios no es la intención–, es solvente, redonda y seria. Lo suficiente como para competir con marcas asentadas… pues eso, sin pedir permiso.
No se han adaptado al canon europeo. Han creado el suyo. Sin complejo, sin necesidad de parecer alemanes. No intentan replicar la ligereza japonesa ni la solidez bávara: el resultado es algo más fluido y cómodo, orientado al conductor que valora que todo funcione a la primera sin tener que entenderlo demasiado.
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