Opinión

ANÁLISIS 

Tomás Flores Rosales 

Se diluye el poder presidencial a un ritmo acelerado de siete meses.

Pocas y pocos desearían que a Delfina Gómez Álvarez le fuera mal al término de este lapso .

• La sucesión presidencial en la urnas va , a pesar de que sea y de quien sea . 

Seguramente pocas y pocos estarían de acuerdo en que a Delfina Gómez Álvarez le fuera mal tras agotarse los próximos siete meses luego de la salida para siempre de Andrés Manuel López Obrador de Palacio Nacional en septiembre próximo .

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    Y es que debe entenderse que en México el poder del Presidente de la República es “meta constitucional” , concepto casi convertido en teoría instaurado por Jorge Carpizo MacGregor considerado uno de los intelectuales académicos más sobresalientes de la época contemporánea nacional .

   Es verdad lo que analiza el tratadista, abogado , jurista y político mexicano que ocupó destacados cargos públicos, entre ellos el de rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, Procurador General de la República y Secretario de Gobernación.

    Pero también es verdad cuando la fuerza del jefe del Ejecutivo federal desvanece a la misma velocidad de su influencia ante el vulgo . 

   Es decir :

   1.- En este preciso momento, Andrés Manuel López Obrador está investido de poder total sentado aún en la silla presidencial o del Águila como suelen describirlo algunos de los historiadores que admira el tabasqueño .

    2.- En este preciso momento , Andrés Manuel López Obrador , también experimenta el adelgazamiento del poder presidencial .

   No fue gratuito lo que ayer expresó en el marco de la presentación de sus 20 propuestas de igual número de iniciativas de reforma constitucional cuando dijo que si regresaran sus adversarios al poder no les sería fácil destejer lo alcanzado por su administración al tiempo de aclarar que no se refería al futuro inmediato .

   Lo cierto es que en el fondo , Andrés Manuel López Obrador , entiende a la perfección los tiempos de la política y los tiempos del poder presidencial y acota en el sentido que éste último no es para siempre .

     Y tendría razón el mandatario mexicano si reflexiona con ciertos sesgos de honestidad en virtud de que en el re juego de investirse de poder y posteriormente devolverlo se acuña la máxima de que a pesar de todo y de quien sea habrá sucesión presidencial , esté o no esté el Presidente de la República saliente .

    Una sucesión presidencial ya no depende del mandatario saliente y , por eso , en menos de 90 días el ambiente político en México ya no será el mismo de antes y el poder Presidencial estará diluido independientemente de la persona que lo encarna y de los actores políticos que lo alimentan .

    Por eso no pocas y ni pocos estarían a favor de ensalzar a Delfina Gómez Álvarez para evitar que el halo del Presidente de la República que tanto la ha cobijado decaiga a la par del poder presidencial y, la verdad , la maestra seguramente está consciente de ello .

    Y es que este escenario de adelgazamiento del poder presidencial no depende de los partidos políticos ni de sus actores principales , tampoco del mandatario mismo , sino de la elocuencia ciudadana cuya politización durante el reciente quinquenio ha alcanzado nuevos estadíos para bien o para mal del régimen que aún mantiene en las desigualdades sociales a millones de mexicanas, mexicanos y mexiquenses.

    Por eso siete meses en política no son nada y tampoco lo son para el presidente de la República que ya se va.

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