Llevamos años reintroduciendo al bisonte europeo en la península Ibérica. El problema: quizás nunca la habitó
Resilvestrar o no resilvestrar, es el nuevo debate abierto por la llegada a la península Ibérica de unos animales que llevaban milenios sin asentarse en estos lares: los bisontes.
Adaptable. El debate ha sido en parte abierto por la reciente publicación de un estudio en el que un equipo de investigadores, entre ellos científicos de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y de la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA) del CSIC. En él se señala que el bisonte europeo (Bison bonasus) puede adaptarse a la vida en el ecosistema mediterráneo.
Protegido en Europa. El bisonte europeo es el mayor mamífero terrestre de nuestro continente. Llegó a desaparecer en su estado salvaje a comienzos del siglo XX. Su recuperación solo fue posible gracias a algunos ejemplares en cautividad, un proceso que comenzó en la década de 1950.
Cuando en 2020 la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) cambió su status de “amenazado” a “casi amenazado” se contabilizaban unos 6.200 ejemplares en libertad. Un ascenso notable desde los 1.800 estimados en 2003.
Analizando la alimentación. El reciente estudio estudió los hábitos alimenticios de distintos ungulados residentes en una finca de la provincia de Jaén. Además de los bisontes el estudio abarcó también la dieta del ciervo rojo o común (Cervus elaphus), y del gamo común (Dama dama). Estudio que fue publicado recientemente en la revista Biodiversity and Conservation.
Los autores del trabajo señalan las diferencias y paralelismos alimentarios entre estos animales a través de las estaciones del año. A través de el análisis llegan a la conclusión de que estas especies pueden convivir sin problemas derivados de la competencia por los recursos, algo muy relevante a la hora de abordar la “reintroducción” del bisonte en la península.
“La principal conclusión que podemos extraer de este trabajo es la existencia de una distribución de recursos tróficos entre las tres especies de herbívoros cuando conviven en el mismo hábitat, lo que parece evidenciar su capacidad para vivir juntos, y, por otro lado, la capacidad del bisonte para adaptarse a las condiciones bioclimáticas del monte mediterráneo,” explicaba en una nota de prensa Jorge Cassinello, coautor del trabajo.
La vuelta del bisonte. La reintroducción del bisonre forma parte de los esfuerzos en resilvestrar la península, a menudo bajo el término “rewilding”. Los promotores de esta iniciativa la defienden como el regreso de una especie autóctona.
Este regreso propiciaría algunas ventajas para los ecosistemas. Los bisontes ayudarían a “limpiar” ecosistemas abandonados por el vaciamiento rural. También servirían de alimento a especies locales como las aves carroñeras.
Introducción o reintriducción. ¿Podemos considerar que estamos reintroduciendo una especie autóctona? ¿O acaso estamos introduciendo una especie foránea en nuestro ecosistema? No es una pregunta tan sencilla. No es una pregunta tan sencilla. La respuesta puede depender de qué es lo que entendamos por bisonte.
Sin embargo este término hace referencia a un género de animales ungulados que incluye distintas especies, algunas de ellas ya extintas. Como demuestran las pinturas rupestres en lugares como Altamira, los bisontes habitaron la península unos 12.000 años atrás. Sin embargo estos bisontes probablemente no fueran de la misma especie que los que ahora se intentan reintroducir.
La presencia del bisonte europeo en la península es discutible: no tenemos pruebas de su llegada a la península, aunque más difícil resulta probar su ausencia. De lo que sí tenemos pruebas es de la existencia del bisonte de estepa (Bison priscus), una especie ya extinta a la que habrían pertenecido los ejemplares inmortalizados en el arte rupestre.
Un debate en ciernes. Las autoridades y el Ministerio de Transición Ecológica se inclinan por ver al bisonte europeo como una especie foránea y por ello no se han impulsado medidas para su protección. A pesar de ello el proyecto de reintroducción continúa trayendo ejemplares criados ahora en semilibertad.
El último estudio es un punto para quienes defienden la reintroducción ya que su coexistencia con otros herbívoros es un punto clave para evaluar su idoneidad. Sin embargo quedan otras cuestiones por responder, como la interacción con otras especies endémicas de la península.
También está la cuestión climática. El clima de la península era distinto cuando los bisontes la habitaron. El clima actual también dista mucho del clima que los bisontes europeos viven en países como Polonia o Bielorrusia de donde son autóctonos. Y lo que es más: la diferencia probablemente se acentúe como consecuencia del cambio climático.
Imagen | Charles J. Sharp