Parecía imposible que la leyenda del Palacio del rey Ghezo fuera cierta. Un estudio confirma el horror de los hechos
El palacio que vemos en la imagen de portada perteneció a una de esas figuras oscuras e infames de la historia de África. Ubicado en la zona occidental del continente, en la ciudad de Abomey, en Benin, esta arquitectura de 1800 muy posiblemente vio entre sus paredes auténticos actos de terror perpetrados por el rey Ghezo. De hecho, la leyenda contaba que la construcción se levantó de la forma más sanguinaria posible, y un estudio acaba de confirmarlo.
Levantar cimientos con sangre. Se contaba que la estructura fue construida con la sangre de 41 víctimas bajo el rito de los sacrificios vudú de la época, y el trabajo que se acaba de publicar en Proteomics ha revelado que, efectivamente, levantaron la arquitectura con la inclusión de sangre humana en una mezcla sin sentido lógico que hacía las veces de mortero.
El noveno rey, el monstruo Ghezo. Como capital del antiguo reino de Dahomey, Abomey fue la sede de 12 reyes sucesivos que gobernaron desde el siglo XVII hasta principios del XX. El noveno rey, Ghezo, ocupó el trono de 1818 a 1858 y fue famoso por su poder y brutalidad militar. Es más, existe toda una serie de relatos entorno al hombre que gobernó el reino con mano de hierro.
De hecho, el estudio se impulsó por algunas de estas historias, como aquella que decía que era tan cruel, que “el callejón que conducía a su cabaña estaba pavimentado con cráneos y mandíbulas de enemigos derrotados”, mientras que su trono “descansaba sobre los restos de cuatro líderes enemigos”.
La estancia más sangrienta de palacio. Y de entre todas las estancias deleznables, dentro del recinto de su palacio se contaba que había una cabaña funeraria construida con materiales poco convencionales: sangre de 41 víctimas sacrificadas, posiblemente prisioneros de guerra o esclavos, apuntan los investigadores.
El rito vudú. El estudio recuerda que el número de víctimas no es baladí. El 41 es un número sagrado en el vudú, y probablemente fueron sacrificados en una ceremonia destinada a proteger los restos del difunto rey, ya que los reyes de Abomey eran «reyes-dioses», con una cultura y una religión centradas en el rito. Debido a ello, los elementos utilizados para consagrar edificios eran, entre otros, agua sagrada y sangre de enemigos.
Un esfuerzo conjunto por confirmar el horror. Así, un equipo de investigadores del Museo del Quai Branly en París, la Universidad Abomey-Calavi en Benin y el Ministerio francés de Europa y Asuntos Exteriores, se propuso determinar si la leyenda sobre la tumba de Ghezo era cierta. ¿Cómo? Utilizaron espectrometría de masas en tándem de alta resolución para analizar el mortero rojizo utilizado para construir las paredes de las cabañas funerarias y desglosar su composición exacta.
Los resultados no arrojaron dudas. En lugar de fijarse en los resultados genómicos (el ADN se degrada fácilmente con el tiempo según el lugar), se centraron en los proteómicos como “archivo biológico”. De esta forma, identificaron la presencia de hemoglobina e inmunoglobulinas tanto de humanos como de pollos en el mortero. En efecto, habían construido los cimientos con sangre humana entre sus ingredientes.
Plot twist. Entre los restos de mortero no encontraron únicamente el líquido rojo como elemento sorprendente, también dieron con trigo, lo cual parece francamente difícil si tenemos en cuenta que no se cultivó en el África subsahariana hasta tiempo después de la muerte de Ghezo. ¿Entonces?
Los investigadores sugieren que, como Ghezo era ferviente admirador del emperador francés Napoleón III, y a menudo enviaba obsequios diplomáticos a Francia, es posible que recibiera trigo (quizás en forma de panes u otros horneados) de vuelta, y que finalmente Ghezo los utilizara o incorporara al mortero de su palacio como ofrenda de sacrificio.
Una última historia de terror. Para finalizar el trabajo, los autores también recuerdan que la muerte de los reyes de Dahomey solía estar marcada por el sacrificio de centenares de víctimas, en un ritual conocido como “Grandes Costumbres”. Quizás un nuevo trabajo sobre la estructura pueda desvelar si la sangre se derramó para dicha ocasión.
Imagen | Karalyn Monteil, Charlier et al., Proteomics 2024, Forbes, Frederick E., Karalyn Monteil
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