He conducido el nuevo Lamborghini Revuelto y tengo una cosa muy clara: estos superdeportivos son joyas que debemos salvar
Ha llegado el momento. Nos toca subirnos al nuevo Lamborghini Revuelto.
Estamos en la tercera entrega de este viaje a la historia de los Lamborghini V12. Por el camino hemos tenido contacto con históricos modelos de la compañía del toro: Countach, Diablo y Murciélago. También hemos conocido la planta donde se producen, con ritmo artesanal, los Lamborghinis más rápidos y potentes de la historia.
Esta vez, hablaremos del Revuelto.
El Lamborghini más potente de la historia es un híbrido enchufable.
¡Sacrilegio!
¿Sacrilegio?
Rompiendo con todo lo esperado
Amanece en Emilia Romaña, la región que acoge el Motor Valley en Italia. Aquí se dan cita las casas de Lamborghini y Ferrari, pero también de Ducati o Maserati. Hace frío a primera hora, algo de rocío en el campo. Pronto se disipará porque el sol ya empieza a alzarse.
Estamos citados en un hotel de lujo a unos 60 kilómetros de Sant’Agata Bolognese, la casa de la firma del toro. Pero hoy no tomaremos rumbo al interior de Italia. Hoy tomaremos camino hacia el mar, hacia Rávena para viajar entre lagos, ver el mar Adriático y volver al aeropuerto de Bolonia para alcanzar el avión que nos aterrice de nuevo en Madrid, nos ponga los pies en el suelo y termine este sueño.
En un aparcamiento, en la zona trasera del hotel, los Lamborghini Revuelto están dispuestos en fila, la mítica puerta en forma de tijera abierta. Paseos, fotos y toque de corneta. Nos reunimos, el personal de Lamborghini nos pone al día del programa y nos dice que ya va siendo hora de que nos sentemos en los coches y comencemos a rodar. Tenemos día largo por delante.
«¿Todo correcto? ¿Alguna duda?», me pregunta uno de los monitores que nos hará de guía. «Ninguna, por mí podemos salir», respondo.
Subo la tapa que esconde el botón de encendido. Es roja, esconde las esencias de un enorme V12 de 6.5 litros que producen 825 CV (a 9.250 rpm) y 725 Nm. Pulso, toco la leva derecha para meter la directa. Miro extrañado. Nada suena.
Recuerdo en ese momento que bajo mi mano derecha, donde debería ir el túnel de la transmisión tengo ahora una batería de 3,8 kW de la que toman la energía tres motores eléctricos. La transmisión, de hecho, se ha instalado en posición transversal, tras el motor. En su interior, una caja de cambios de ocho relaciones y doble embrague, bañados en aceite.
En esa misma transmisión también hay un pequeño motor eléctrico. En el eje delantero hay otros dos motores eléctricos, de 150 CV, que envían la potencia a cada rueda y que tienen la virtud de generar un reparto vectorial del par independiente. Esto es, que en una curva, la rueda exterior puede seguir empujando mientras la goma interior no recibe nada de potencia. Incluso puede estar recuperando energía para la batería en ese momento. Se consigue así un paso por curva más efectivo y que el coche pueda funcionar exclusivamente moviendo las ruedas de su eje delantero.
Pero además de todo esto, las ruedas delanteras también convierten al coche en un eléctrico de tracción delantera durante unos pocos kilómetros. Entregan 180 CV cuando funcionan en el modo Città, el que se activa por defecto al encender el coche. De ahí que nada suene cuando piso el acelerador y cubro los primeros metros.
Estoy completamente anonadado. Yo esperaba un estruendo ya de inicio. Pero aquí estamos, una caravana de Lamborghini Revuelto saliendo de un hotel de lujo a primera hora de la mañana sin despertar a todos y cada uno de los huéspedes que se alojan en su interior. No solo eso, la salida no es particularmente ancha y obliga a tener cierto cuidado con los bordillos pero esta bestia de 4,98 metros parece maniobrar como un compacto. Podía llevarlo con una sola mano si mi cabeza no me recordara que tengo medio millón de euros entre las manos.
Una pasión
Superamos la barrera que separa la tranquilidad con las calles italianas. Parada. Comprobamos que estamos todos listos. Intermitente… ¿Intermitente? Recuerdo que lo tengo en el pulgar de mi mano izquierda. Sonrío pensando lo lejos y lo cerca que estoy de aquel viaje en Tesla de Madrid a Alemania con el nuevo Model 3.
Lo que sucede apenas unos metros después no tiene nada que ver. Cambiamos el modo Città a Strada. Hemos tenido suficiente motor eléctrico por un rato. De golpe tenemos en unos pocos centímetros de pie derecho 886 CV de potencia. Preferimos circular un rato así, tranquilos, disfrutando del rumor que nos deja a nuestra espalda el V12 de aspiración natural.
Después de haber conducido los clásicos de Lamborghini, el sonido del motor se nos hace un hilo musical agradable. Nada comparado con el constante rumor bronco del Countach o los chillidos del Murciélago al cambiar con sus levas. Aquí el coche permite que lo disfrutemos. Es la primera evidencia de que el objetivo de la marca es otro radicalmente distinto al que hemos experimentado anteriormente.
Es increíble lo fácil que se siente llevar un coche que puede entregar en cualquier momento casi 900 CV. No es solo la facilidad para maniobrar en cualquier situación, tomando rotondas como si las tomara con mi viejo Fiat Punto, es la falsa sensación de que podemos llevar el coche allí donde queremos. Pensar por un momento que podemos buscarle los límites es una idiotez en la que es fácil caer.
“En Lamborghini no somos enemigos de la electrificación pero si tenemos que utilizarla lo haremos con un enfoque más deportivo, buscando la manera de mejorar las prestaciones”, nos explican desde la marca. Pero, ciertamente, creo que hay algo que va mucho más allá.
Lo comentaremos en la parada para comer con los ingenieros de la marca y su equipo de comunicación. Quizás no estamos ante un coche para disfrutar todos los días pero sí para hacerlo muy a menudo, para hacerle muchos más kilómetros de lo que esperaríamos de un coche de este estilo.
Su eje trasero direccionable hace que moverse entre el tráfico de una gran ciudad no sea un suplicio. Tampoco lo hace su entrega de potencia, comedida si no se le buscan las cosquillas. El coche es hasta cómodo, suave. Lamborghini ha querido ofrecer un coche a la altura de su historia pero también un superdeportivo que se pueda pasear con gusto por el centro de Londres o Roma. Sabe que a su público quiere que le vean.
Y a la gente le gusta ver coches como un Lamborghini Revuelto. La pasión italiana por el motor se siente en cada pueblo, en cada pequeña localidad que superamos. Una pareja de ancianos me dicen que adelante, que pase yo primero por el paso de cebra mientras levantan el pulgar con una sonrisa en la cara. Algunos ciclistas se paran un momento en el arcén de una carretera poco transitada y sacan el móvil para inmortalizar el momento lo más rápido que pueden. Durante la comida, los niños miran con ojos brillantes todos los detalles de lo nuevo de Lamborghini.
El millar
Irremediablemente, mientras hablábamos de todo esto la conversación nos ha llevado al futuro de Lamborghini. ¿Qué pasará en los próximos años si Europa sigue presionando para poner las cosas complicadas al motor de combustión?
«Sinceramente, no veo el momento en el que Lamborghini cuente con un coche eléctrico. El público sigue reacio», nos comentan desde la marca cuando hablamos del futuro de la compañía y del caso Rimac, con un superdeportivo eléctrico que no consiguen vender.
“Si nos obligan a ello, llegará. Pero para nosotros es clave que se haya admitido el uso de combustibles sintéticos. De momento, no son exactamente lo mismo pero sí concebimos un futuro donde los modelos topes de gama utilicen combustible sintético. Si todo es eléctrico, está claro que un motor de combustión será un símbolo de distinción”, dejan patente.
Lo cierto es que si me preguntan hace algo más de un año diría que el futuro de este tipo de motores parece realmente complicado. Quizás esté muy equivocado. Ojalá, de hecho.
En los últimos meses hemos visto a Ferrari lanzar el 12Cilindri. Lamborghini sale al mercado con el Revuelto y su salvaje V12. Quizás nos pudo una visión demasiado centrada en Europa. Ojalá, de hecho.
Porque cuando salimos a la carretera de nuevo, se acabaron las tonterías. Del modo Strada pasamos al Sport. Ahora tenemos 907 CV de potencia a golpe de pedal. Un toque más y activaremos el modo Corsa para romper la mágica barrera de los 1.000 CV de potencia. Con este modo de conducción, combinado con el más agresivo Performance pensado por y para circuito, estaremos moviéndonos con un superdeportivo de 1.015 CV.
Es imposible sacarle jugo a cualquiera de estos modos en una carretera abierta. Si quisiéramos podríamos lanzar el Revuelto hasta los 100 km/h en apenas 2,5 segundos. La Autobahn es el único sitio seguro para no jugarse el carné de conducir alcanzando los 200 km/h en menos de siete segundos. Su punta lo marcan los 350 km/h, una velocidad a la que cuesta hacerse a la idea.
No solo es una cuestión de velocidad, es que no tenemos carretera que nos aguante una aceleración de este tipo. Pisas a fondo y cuando quieres darte cuenta tienes metida segunda, te asomas a las 6.000 rpm y sabes que no puedes ir más allá sin infringir cualquier normativa de tráfico. Te queda mucho camino por delante hasta llegar a los límites
El ronroneo del motor, que por un momento se ha hecho ensordecedor, parece quejarse por no darle lo que pide. Sabe que su sitio está en la zona alta del cuentavueltas, donde unas rayas rojas toman protagonismo y recomiendan que hagas uso de la caja de cambios. Frenas con fuerza al llegar a la siguiente curva sabiendo que apenas has rozado con la punta de los dedos lo que esconde este Revuelto. Quedas clavado en el sitio y te convences de la bomba que debe ser esto en un circuito.
Asombra cómo un coche con esta capacidad para dar lo mejor de sí en un entorno cerrado y puede disfrutarse en carretera abierta. No hay el traqueteo de antaño, no está el sonido metálico del pomo de una caja de cambios en H.
Lo que hay es un coche demencialmente rápido, con un monocasco de fibra de carbono, mismo material que también se deja ver en el subchasis delantero. El trasero está construido sobre aluminio y todo el conjunto ha convertido al coche en un superdeportivo un 10% más ligero en su chasis que el Aventador. Si no fuera por el sistema híbrido, sería más ligero que su antecesor. Además, es un 25% más rígido. Genial para aguantar su potencia desbocada.
Y, al mismo tiempo, sabes que podrías recorrer los kilómetros que hicieran falta. Ahora entiendes que el mejor regalo que puedes hacerte cuando compras un Lamborghini que supera con crecer los 400.000 euros es volver a casa conduciendo. Tomar las llaves, pulsar ese botón que está bajo una pieza roja y poner en el navegador la dirección de la residencia que prefieras.
La primera, la segunda… la que sea. Porque Lamborghini ha devuelto el sabor del pasado con un superdeportivo que no es solo un objeto en sí mismo. Será híbrido enchufable, funcionará en eléctrico si quieres o estará todo lo insonorizado que queramos. El gran logro de Lamborghini es recordarte que todo esto es accesorio. Lo verdaderamente importante es disfrutar del viaje.
Y con el Lamborghini Revuelto puedes hacerlo en una carretera de curvas, a toda velocidad en una Autobahn o apurando el vértice en un circuito.
Fotos | Lamborghini