Las imágenes satelitales de la Antártida revelan algo inquietante: ha empezado a ser más verde que blanca
La Antártida cada vez tiene más vegetación. Y es algo nefasto. La Antártida se ha convertido en uno de los termómetros que los científicos utilizan para medir los efectos del cambio climático. Por ejemplo, hace unas semanas nos dimos cuenta de que la Antártida se está elevando unos cinco centímetros al año. El fenómeno es fascinante, pero también siembra la duda de cómo esto afectará a la subida del nivel del mar.
Ahora, los investigadores han comparado imágenes satelitales de los últimos 30-40 años y la conclusión es que la vida vegetal está comiendo terreno al hielo. Y a una velocidad pasmosa.
La Antártida verde. Vamos con el dato: la vida vegetal ha aumentado en este entorno extremadamente hostil más de diez veces en los últimos 40 años. La investigación fue llevada a cabo por científicos de las universidades británicas de Exeter y Hertfordshire que, como apuntan desde la publicación en Nature, se realizó gracias a la observación de imágenes satelitales realizadas por el programa Landsat de la NASA y al uso de imágenes multiespectrales para monitorizar la vegetación.
Así, se dieron cuenta de que en 1986 había menos de un kilómetro cuadrado de la Península Antártica que tenía color verde, algo que aumentó hasta los 11,9 km² en 2021. La tendencia desde 1986 hasta 2016 fue de un aumento de 0,31 km² al año, pero eso se disparó entre 2016 y 2021, llegando a un crecimiento de la zona vegetal de 0,42 km² anuales. Actualmente, la densidad de la vegetación sigue aumentando y es algo que se puede ver claramente en las imágenes:
Se está calentando. Y el calor es el gran responsable de todo esto. Estos últimos 60 años, la Antártida se ha calentado significativamente y a un ritmo más rápido que el resto del mundo. Los últimos veranos son ejemplos, con temperaturas de hasta 20 grados por encima de lo normal en 2022 y con unos 10 grados por encima de lo normal a mediados de julio de este 2024. Y los modelos contemplan que la zona seguirá calentándose hasta el año 2100 a razón de 0,34 grados de media por década.
Semillas viajeras. Cuanto más hielo se funda, aparte de contribuir al aumento del nivel oceánico, más espacio habrá para la vegetación y más lluvias en la zona, lo que contribuirá a desarrollar esa vegetación. Pero… ¿cómo están llegando las semillas a la Antártida? En declaraciones a CNN, Thomas Roland —uno de los autores del estudio— afirma que «las semillas, esporas y fragmentos de plantas pueden llegar fácilmente a la Península Antártica en las botas o equipo de turistas e investigadores, pero también a través de rutas más ‘tradicionales’, como las aves migratorias o el viento».
Vegetación colonizadora. Ahora bien, esos casi 12 km² verdes son sólo una minúscula porción de los 522.000 km², pero el problema no es el tamaño de la Antártida verde, sino la rapidez a la que se está expandiendo la vegetación y, también, que ha sido estos últimos años cuando se ha observado un aumento del ritmo de colonización vegetal debido a unas temperaturas más elevadas.
Para los seres vivos nativos también es un problema. Esa colonización de plantas ajenas al ecosistema irá comiendo terreno rápidamente a la vida silvestre nativa. Además, aunque los resultados expuestos por el equipo ya son preocupantes, el profesor Matthew Davey, de la Asociación Escocesa de Ciencias Marinas, afirma que puede haber más de la que los investigadores han encontrado. El motivo es que el estudio se centra en los campos de musgo, pero también hay líquenes, pasto y algas verdes y rojas que contribuyen a aumentar el área de vegetación de la Antártida.
Adiós al gran espejo. Otros investigadores que no han participado en el estudio, como Andrew Shepherd —jefe del Departamento de Geografía de la Universidad de Northumbria— afirman que los resultados son «muy interesantes» y coinciden en que son las condiciones ideales para que la vida tenga ahora un punto de apoyo para desarrollarse. Y todo puede acelerarse no sólo por el aumento de temperaturas que ya se está produciendo, sino por los efectos secundarios.
Como la mayor parte de la superficie está cubierta por hielo, la Península Antártica actúa como un gran espejo que refleja la radiación solar hacia el espacio. Sin embargo, a medida que el hielo desaparece y asoma tanto la roca como la vegetación, menos radiación será reflejada y más se absorberá el calor. Olly Bartlett es otro de los autores del estudio y afirma que el impacto de esto será, probablemente, local, pero ayudará a acelerar el crecimiento de la vida vegetal.
No siempre fue blanca. Está claro que los investigadores van a tener tarea investigando cómo las plantas son capaces de colonizar las áridas tierras de la Península Antártica. Ahora bien, parece que, hace unos cuantos millones de años, la vegetación era lo que dominaba la zona. Al igual que algunos de los mayores desiertos del mundo en la actualidad, una vez fueron bosques o selvas, la Antártida fue un bosque.
Ocurrió hace 40 millones de años, cuando los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera provocaron un potente efecto invernadero que provocó que hubiera un ecosistema vivo con vegetación y animales prehistóricos. Volver a ese escenario… no sería nada positivo para el resto.