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Tras años buscando algo que haga ejercicio por nosotros, hemos desarrollado una molécula que simula correr 10 km en ayunas

Tener un rato cada día para entrenar es maravilloso. Es una forma de ganar en salud física y mental. Claro, esto es ideal si disfrutas el ejercicio y quieres dedicar tu tiempo libre a ello. Si lo haces simplemente por ver resultados o sentirte mejor, entrenar es algo muy tedioso. ¿Pero y si pudiésemos tener los beneficios de hacer ejercicio tomando una simple pastilla?

Llevamos casi 10 años hablando de la píldora que puede simular los efectos de la actividad física. Ahora, investigadores de la Universidad de Aarhus han desarrollado una molécula que produce el mismo efecto que correr 10 kilómetros con el estómago vacío.

La píldora. Es importante señalar que esta píldora no está destinada a sustituir el ejercicio con el fin de lograr un cuerpo en forma. En lo que los investigadores se están centrando es en la búsqueda de encapsular los beneficios del ejercicio, como la mejora de la salud cardiovascular y neurológica. Se han ido haciendo avances relevantes y, por ejemplo, en 2020, un grupo de investigadores de la Universidad de California en San Francisco observó que los ratones segregaban una proteína llamada Gpld1 tras hacer ejercicio.

Los niveles altos en sangre de esa proteína se correlacionaban con una mejor función cognitiva en ratones de edad avanzada y descubrieron que esa misma enzima también está en los humanos que practican ejercicio regularmente. Lo malo es que todo esto estaba en el plasma sanguíneo, pero los investigadores apuntaban que, algún día, podría estar disponible en forma de medicamento. Estidos estaban explorando fármacos para «engañar» a nuestro cuerpo, haciéndole pensar que nos estamos ejercitando.

Molécula milagrosa. Y el motivo por el que están realizando estas investigaciones no es para lanzar una pastilla para todo el mundo, sino para ayudar a personas con dificultades para la práctica de la actividad física y, de este modo, ayudar a que obtengan los beneficios de esa actividad. En esa línea está el estudio que se acaba de publicar en Journal of Agricultural and Food Chemistry.

Se trata de un estudio llevado a cabo por investigadores de diversas áreas de medicina de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca y, básicamente, han creado una molécula que puede inducir los mismos efectos metabólicos que el ejercicio en ayunas, pero sin esfuerzo físico… ni ayuno.

Como correr 10 km en ayunas. Thomas Poulsen es profesor en el Departamento de Química de la universidad danesa y cuenta que han «desarrollado una molécula que puede imitar la respuesta metabólica natural del cuerpo al ejercicio intenso y al ayuno. En la práctica, la molécula lleva al cuerpo a un estado metabólico equivalente al que experimenta cuando corremos 10 kilómetros a gran velocidad con el estómago varío».

Vale, pero… ¿cómo? «Cuando aumentan los niveles de lactato y de cetonas en la sangre, aumenta la producción de una hormona que suprime el apetito y disminuye el nivel de ácidos grasos libres en la sangre. Esto tiene numerosos beneficios para la salud como, por ejemplo, el de reducir el riesgo de desarrollar síndrome metabólico», comenta Poulsen.

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En los gráficos podemos ver cómo cambia la concentración de lactato y cetonas (curvas azules) frente al grupo de control sin LaKe

Cetonas y lactato. Inciso aquí. Las cetonas se producen en el hígado a partir de ácidos grasos cuando los niveles de glucosa en sangre son bajos. Esto ocurre en dietas bajas en carbohidratos o durante el ayuno prolongado (cuando despertamos sin haber desayunado y nos ponemos a entrenar, por ejemplo). Cuando hacemos ejercicio de baja y moderada intensidad, el cuerpo utiliza las reservas de grasas como energía, pero en condiciones de ayuno, el hígado convierte los ácidos grasos en cetonas para que el cuerpo las use como combustible.

El ácido láctico, por el contrario, ocurre cuando hacemos ejercicio de alta intensidad. En este tipo de ejercicio, los músculos necesitan combustible y descomponen la glucosa para producir energía rápida. Esto se convierte en lactato, que vuelve al hígado, donde se convierte nuevamente en glucosa y se reutiliza.

LaKe. El nombre elegido para esta molécula es el de LaKe y, realmente, sus creadores la están “vendiendo” como la verdadera molécula milagrosa. Afirmanq ue no es posible conseguir el mismo efecto únicamente con dieta, ya que aunque el lactato y las cetonas se producen de forma natural, no lo hacen solas y aparecen junto a ácidos y la sal.

LaKe es el producto de tres años de investigación sobre estudios ya realizados y es la fusión química del lactato y las cetonas sin esos «compañeros de viaje» dañinos en forma de sal y ácido. Y, aunque nos puedan chocar esos efectos, Pulsen comenta que es algo que a ellos no les sorprende en absoluto porque simplemente estaban combinando y aislando sustancias conocidas. Su aportación es que, ahora, han creado una molécula que permite controlar artificialmente esas cantidades de lactato y cetonas de forma segura.

Molécula > suplementos. Poulsen comenta que, actualmente, sólo han probado la molécula en ratas, pero que ya están en marcha los primeros ensayos en humanos en el Hospital Universitario de Aarhus y esperan que sea de gran ayuda para personas que no pueden seguir un plan de ejercicio y dieta estricta. Será como un suplemento nutricional avanzado para «personas con problemas físicos como un corazón débil o debilidad general. Puede ser la clave para una mejor recuperación», comenta el profesor.

Efectos secundarios (positivos). ¿Recuerdas que comentamos hace unas líneas que se habían llevado estudios para crear medicamentos que indujeran a una persona los beneficios de salud mental que obtenemos cuando hacemos deporte? Bien, según los investigadores, este LaKe también tiene potencial para aliviar las dificultades de concentración y puede usarse para tratar Párkinson o demencia.

«Dado que el lactato puede sustituir a la glucosa en el cerebro en condiciones estresantes o traumáticas, se han realizado experimentos para aumentar los niveles de lactato en personas con conmoción cerebral. Los pacientes que no pueden realizar ejercicios extenuantes se beneficiarán enormemente de un fármaco que pueda aumentar esos niveles», comenta Poulsen.

Veremos qué tal evolucionan esos primeros ensayos clínicos en humanos, pero parece que estamos más cerca que nunca de conseguir esa ansiada pastilla que simule en nuestro organismo los efectos del ejercicio, pero sin atarnos las zapatillas ni correr un solo kilómetro. Y, como apunta el estudio, sería algo revolucionario para muchas personas que, por diferentes condiciones, no pueden realizar esa práctica deportiva.

Imagen | Universidad de Aarhus, Elsa Olofsson, Earnest J. Barnes

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