Tras 20 años de espera, la NASA ha lanzado una de las naves más grandes de la historia. Su fin: buscar vida en Europa
Un poderoso cohete Falcon Heavy de SpaceX ha gastado hasta la última gota de combustible que tenía en su interior para lanzar Europa Clipper, una de las misiones más importantes de la NASA para la próxima década.
Una sonda enorme. Europa Clipper es la nave más grande que la NASA ha construido nunca para una misión planetaria. Solo puede compararse en este ámbito con la sonda JUICE de la ESA, que persigue el mismo destino. Pesa seis toneladas (3.241 kilogramos más el combustible) y cuenta con 24 motores. Sus paneles solares desplegados miden la friolera de 90 metros cuadrados.
El tamaño, el peso y el destino (Europa, la luna helada de Júpiter) empujaron a la NASA a contratar un cohete Falcon Heavy desechable para el lanzamiento. Los propulsores laterales del lanzador de SpaceX, que habían volado seis veces cada uno, cayeron al océano en vez de aterrizar después de un ascenso especialmente largo.
Un destino intrigante. Europa Clipper tardará cinco años en llegar a Europa, la luna de Júpiter que esconde un océano de agua salada bajo la gruesa capa de hielo de su superficie. Los astrónomos creen que podría ser más grande que todos los océanos de la Tierra juntos, y uno de los mejores lugares del sistema solar (si no el mejor) donde buscar vida extraterrestre.
Europa Clipper realizará cerca de 50 sobrevuelos de Europa una vez que llegue a Júpiter en 2030, asistida por la gravedad de Marte en 2025 y de la Tierra en 2026 tras su inserción en órbita este lunes por parte del Falcon Heavy.
Una misión importante. Con un presupuesto de 5.200 millones de dólares, Europa Clipper es la misión de exploración planetaria más importante de la NASA para esta década: la primera que investigará en profundidad la luna Europa y su potencial habitabilidad.
Desde los años 50, los astrónomos han tenido indicios de hielo de agua en Europa, pero el descubrimiento de su océano subsuperficial y la posibilidad de que exista vida microbiana en su interior evidenció la importancia de una misión a Europa. Será complementada por los resultados de la nave europea JUICE, que también se dirige a las lunas heladas de Júpiter.
Años de retrasos. Europa Clipper lleva sobre la mesa más de una década (y más de 20 años, si tenemos en cuenta las misiones predecesoras que nunca vieron la luz). En 2013, recibió financiación de la NASA para el desarrollo de instrumentos. En 2015, se seleccionaron los nueve instrumentos que volarían en la nave.
De 2015 en adelante, Europa Clipper pasó por varias fases de diseño que incluyeron un cambio de cohete. Inicialmente se iba a lanzar con el SLS de la NASA, pero se eligió el Falcon Heavy de SpaceX por disponibilidad, coste, vibraciones en el lanzamiento y sobre todo para no tener que pasar por Venus, cuya temperatura podría haber afectado a los instrumentos de la sonda.
Una ñapa de última hora. El huracán Milton causó el último retraso de la misión: del 10 de octubre al 14. Pero hace unas semanas, no estaba claro que Europa Clipper fuera a lanzarse. La NASA descubrió un defecto en los 900 transistores MOSFET utilizados para controlar todos los sistemas e instrumentos críticos de la sonda.
Básicamente, los transistores eran susceptibles a fallar en el ambiente radiactivo de Europa. La solución, implementada en tiempo récord, fue instalar a la nave una unidad tipo «canario en la mina» que monitoriza la salud de los MOSFET, alertando al equipo de control en la Tierra de posibles fallos inminentes, lo que daría pie a posibles estrategias de mitigación.
Suerte, Europa Clipper. La nave explorará Europa con cámaras de alta resolución (EIS y E-THEMIS), espectrómetros (Europa-UVS y MISE), magnetómetros (ECM y PIMS), un radar capaz de penetrar el hielo (REASON) y analizadores químicos (MASPEX y SUDA).
El objetivo principal de la misión será confirmar o descartar la habitabilidad de otro mundo en nuestro sistema solar. Aunque no aterrizará, servirá de ayuda junto con JUICE de la ESA en la selección de lugares candidatos para el difícil aterrizaje de futuras sondas.
Imágenes | NASA, SpaceX