El CEO de Ford viajó a China y volvió a EEUU con el coche de Xiaomi. Ahora no se quiere bajar de él
Imagina que eres el CEO de una compañía como Ford y pudieras elegir coche gratis para moverte e ir todos los días al trabajo. Un F-150 Raptor sería una genial opción (sobre todo en una Estados Unidos enamorada de los coches enormes). La alternativa también puede ser un Mustang GT y, si quieres un eléctrico, el Mach-E. Pero no: el presidente de Ford lleva seis meses conduciendo el Xiaomi SU7 por las calles de Chicago.
No es una cuestión de conocer a la competencia: dice que no quiere renunciar a él.
Buscando plata, encontró oro. Hace unos meses, Jim Farley, director ejecutivo de Ford, realizó junto a su comitiva un viaje a China para conocer el estado de la industria. Básicamente, quería comprobar de primera mano por qué China está comiendo la tostada a occidente con el coche eléctrico, a excepción de la norteamericana Tesla, claro. Por ejemplo, tenemos compañías como BYD o SAIC que están inundando el mercado occidental con sus modelos antes de que se apliquen los aranceles.
En esa labor de observación del mercado, y como leemos en Electrek, Farley se encontró con coches que le sorprendieron, como el Seagull de BYD, pero el que realmente lo enamoró fue el Xiaomi SU7.
El coche de Xiaomi. Lo que son las cosas. Tras años hablando del coche eléctrico de Apple —proyecto que se canceló oficialmente este año—, el coche de otra compañía de tecnología que está acaparando muchas miradas es el de Xiaomi. El SU7 es un sedán que apunta al mercado de Tesla y Porsche (por qué no decirlo, el diseño es muy Porsche) tanto por su potencia como por las enormes baterías de 150 kWh fabricadas por CATL con autonomías de 1.000 kilómetros.
Se trata de una de las partes más importantes de la estrategia de la compañía, según la propia Xiaomi, y tardaron menos de tres años en desarrollarlo. Tiene muchísimos automatismos, un interior extremadamente tecnológico con un HUD enorme, es compatible con Apple mediante AirPlay y, como monta el sistema HyperOS, también permite controlar dispositivos del hogar desde el propio vehículo. Esto en China, donde el ecosistema de Xiaomi es enorme.
Está encantado. Volvamos a Farley. El Xiaomi SU7 debió impactarle tanto que encargó importar uno de Shanghai a Chicago, donde reside y, como ha confesado en un podcast llamado Everything Electric Show, que los últimos seis meses ha estado conduciendo el coche de Xiaomi. También dijo que no le gusta hablar de la competencia, pero que no quiere renunciar a él, ya que considera que «es fantástico».
De hecho, parece que no sólo admira el propio vehículo, sino el imán que puede ser la marca para el usuario. Farley calificó a Xiaomi como «un gigante de la industria, una marca de consumo mucho más fuerte que las compañías automotrices», y esto tiene que ver con el mencionado ecosistema. Xiaomi, como otras compañías, puede generar un fuerte sentimiento de pertenencia y hacer que un usuario que ya tiene varios dispositivos de Xiaomi, adquiera más. Y, ahora, dentro de esa fórmula cuentan con un coche eléctrico que, pese a algunos problemas, se antoja como un producto que puede poner en jaque a la industria.
China es una amenaza. Todo esto es de lo más curioso cuando tenemos en cuenta la fuerte guerra comercial entre Estados Unidos y China, con los aranceles a los coches extranjeros en la ecuación. Del viaje a China, Farley se trajo algo más que el Xiaomi SU7. En un artículo de The Wall Street Journal se expone cómo el CEO encargó a sus ejecutivos que importaran varios coches chinos. El objetivo era examinar y probar qué hace que estos modelos sean especiales y cómo se consiguen vender a precios asequibles.
Esta estrategia tiene otras patas, como la de contratar los servicios de los proveedores de estas compañías chinas para crear nuevos coches eléctricos, saber cómo competir en mercados asiáticos o comprender qué es lo que hace que hayan podido establecerse en México, representando estos coches chinos un 20% de las ventas.
Además, a Farley le quedó claro: la industria automotriz de China era una «amenaza existencial» y tanto Ford como los fabricantes occidentales deben ponerse las pilas.
Imágenes | Xataka, Ford
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