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Alemania tenía la iglesia más alta del mundo desde 1890. Su récord está a punto de terminar por culpa de la Sagrada Familia

Se suele decir que la espectacular arquitectura de la Sagrada Familia en realidad es todo lo que Antoni Gaudí alguna vez soñó para Barcelona, lo cual no es poco, obviamente. La monumental iglesia que se convirtió en Patrimonio de la Humanidad en 2005 nunca parece estar terminada del todo, y posiblemente esa sea una de sus singularidades: la capacidad para parecer “viva” continuamente. Sea como fuere, si finalmente el templo concluye sus obras en 2026, una cosa parece clara: será la iglesia más alta del mundo. 

Ulmer Münster: todavía con récord. Hablamos de una arquitectura alemana, una iglesia luterana de estilo gótico situada en el sur del país que ostenta el título de la iglesia más alta del mundo desde su finalización en 1890, con una altura de 161,5 metros. Sin embargo, su reinado parece tener los días contados hacia finales de 2025, cuando se complete presuntamente la «Torre de Jesucristo» de la Sagrada Familia, la cual alcanzará 172,5 metros, superándola por apenas 11 metros.

Por supuesto, a los alemanes les queda la esperanza de que la iglesia de Barcelona se retrase, y no sería descabellado. La construcción de la Sagrada Familia ha durado más de 142 años (y contando), aunque la idea es concluir en 2026 coincidiendo con el centenario de la muerte de Gaudí.

La cruz. Lo más curioso de esta historia es que, irónicamente, el último tramo que permitirá alcanzar esta altura final dependerá de una cruz de 17 metros fabricada por una empresa alemana. A pesar de ello, los habitantes de Ulm parecen no estar preocupados, pues consideran que la verdadera grandeza de la Ulmer Münster reside en su historia y significado espiritual. O al menos eso dicen en público.

En cuanto a la pieza, se trata de una cruz de vidrio transitable que coronará la «Torre de Jesucristo» de la Sagrada Familia. La estructura, fabricada en seis partes, está siendo elaborada en Gundelfingen, una localidad situada a 36 kilómetros de Ulm.

La culpa “alemana”. Contaba el Bild que la empresa alemana Josef Gartner GmbH, especialista en fachadas y proyectos arquitectónicos de renombre mundial, es la encargada de fabricar y ensamblar la cruz de vidrio. Con una trayectoria que incluye la construcción de la Elbphilharmonie en Hamburgo o la sede de Apple en San Francisco, esta compañía ganó la licitación para el proyecto en Barcelona antes de la pandemia.

¿Qué ocurrió? Que debido a las interrupciones causadas por el coronavirus, los trabajos se reanudaron a finales de 2023. Ahora, la fabricación de los componentes avanza y se espera que sean transportados progresivamente a Barcelona, donde el montaje en la torre comenzará a principios del verano de 2025.

El camino hasta convertirse en símbolo. La historia de la Ulmer Münster comenzó en 1377, cuando los ciudadanos de Ulm decidieron reemplazar su antigua parroquia, ubicada fuera de las murallas de la ciudad, por una nueva estructura en el corazón de la localidad. Aquella decisión surgió debido a los riesgos de cruzar las puertas de la ciudad durante las constantes guerras de la Edad Media. Financiada directamente por los propios ciudadanos, la arquitectura fue concebida con la ambiciosa idea de tener la torre más alta del mundo.

Por supuesto, la construcción no estuvo exenta de dificultades. En el año 1543, con la Reforma Protestante y las tensiones económicas de la época, los trabajos quedaron paralizados. Durante más de tres siglos, la estructura permaneció inacabada hasta que las obras se reanudaron en 1844. Finalmente, el 31 de mayo de 1890, la iglesia fue completada, alcanzando una altura histórica de 161,5 metros y superando así a la Catedral de Colonia, que se eleva hasta los 157,2 metros.

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Vista aérea de la Ulmer Münster

Resiliencia al tiempo y la destrucción. Durante la Segunda Guerra Mundial, la ciudad de Ulm fue prácticamente arrasada por un bombardeo en 1944. A pesar de la destrucción de toda la urbe, la Ulmer Münster permaneció en pie, perpetuándose desde entonces como un símbolo de resistencia y esperanza en medio del caos. Con todo, su antigüedad y el desgaste natural, sumado a la afluencia de más de un millón de visitantes anuales, han hecho que la iglesia requiera trabajos constantes de restauración y mantenimiento.

En la actualidad, los visitantes pueden ascender por sus 560 escalones hasta una plataforma situada a más de 100 metros, espacio desde donde se disfruta de vistas panorámicas de la ciudad y sus alrededores. La plataforma superior, a 143 metros exactos, permanece cerrada temporalmente por reformas y reparaciones en la estructura de la escalera.

Un orgullo a pesar de todo. Contaban hace unos días en AP que los ciudadanos de Ulm no sienten la pérdida del título como una tragedia. La iglesia seguirá siendo un símbolo central de la ciudad, no solo por su altura, sino por la dedicación de generaciones que hicieron posible su construcción. Para los habitantes locales, como Christos Kalokerinos, el verdadero valor de la iglesia reside en su historia, su espiritualidad y su belleza arquitectónica, más allá de cualquier récord mundial.

No solo eso. Ulm también tiene otro motivo de orgullo: su conexión con Albert Einstein. El célebre físico nació en la ciudad en 1879 y, aunque solo vivió allí durante sus primeros 15 meses, su vínculo con el enclave sigue siendo recordado. Es más, en 1923, Einstein regresó y subió hasta lo alto de la torre de la Ulmer Münster, un hecho que la ciudad planea resaltar aún más en su estrategia turística.

Turismo. Sea como fuere, y ante la inminente pérdida del título de la iglesia más alta del mundo, el departamento de turismo de Ulm dice estar listo para adaptarse. Dirk Homburg, portavoz del área de turismo, destacaba que la ciudad tiene mucho más que ofrecer: una rica combinación de arte, cultura y tradición. Además y como decíamos, planean reforzar ese legado de Albert Einstein como un símbolo adicional de la ciudad y su importancia histórica.

Aunque tarde o temprano la Sagrada Familia tomará el título en los próximos años, la Ulmer Münster seguirá siendo un monumento incomparable, una prueba de la tenacidad de los ciudadanos de Ulm y de la grandeza del arte gótico. Si se quiere también, para los suabos, no es necesario que el mundo entero conozca su grandeza, basta con que ellos mismos lo sepan. 

Como subrayan con orgullo, su iglesia seguirá siendo un faro espiritual y cultural para generaciones futuras, independientemente de su posición en los récords mundiales.

Imagen | Martin Kraft, Pexels, Armin Appel

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