Canoo prometía una enorme revolución en el coche eléctrico. Ahora afronta una bancarrota inminente
Hace siete años, Canoo se presentaba al mundo. O, al menos, el germen de Canoo porque en 2017 se llamaba Evelozcity. Si me preguntan, les vino bien el cambio de nombre. Ahora, en los primeros días de 2025, Canoo se ha ido a la bancarrota. Es el enésimo ejemplo de lo complicado que es lanzar un coche al mercado… y sobrevivir en el intento.
La bancarrota. ¿Qué o quién era Canoo? Canoo era un fabricante de coches eléctricos. Eso es lo que se puede leer en la Wikipedia donde se especifica con acierto el «era». Porque la compañía ha solicitado acogerse a la bancarrota en Estados Unidos. Una medida que se esperaba desde noviembre cuando apenas 30 personas quedaban en las filas de la compañía.
En su comunicado, la compañía ha señalado lo siguiente:
A pesar de fabricar en Estados Unidos, entregar con éxito a organizaciones tan reconocidas como la NASA, el Departamento de Defensa (“DOD”), el Servicio Postal de los Estados Unidos (“USPS”), el Estado de Oklahoma y tener acuerdos con Walmart y otros, desafortunadamente Canoo no ha podido asegurar el apoyo financiero en la Oficina del Programa de Préstamos del Departamento de Energía (“DOE”). Los ejecutivos de la empresa mantuvieron conversaciones con posibles inversores extranjeros. Sin resultado, la Junta ha tomado la difícil decisión de solicitar la insolvencia
¿Por qué era famosa Canoo? La compañía de automóviles se hizo un hueco en el mercado con la promesa de lanzar vehículos eléctricos fácilmente adaptables a cualquier exigencia y requisito. Aseguraban que su plataforma Skateboard podía adoptar diversas formas. De hecho, en 2019 se presentó como una suerte de monovolumen futurista pero en 2021 también mostraron otro prototipo en formato pick-up.
El proyecto gustó a los inversores por rupturista. Las formas tan redondas, el diseño amable y poco agresivo, un interior que se olvidaba de las pantallas y la promesa de contar con una plataforma de adaptable a todo tipo de necesidades permitió a la compañía ganarse una valoración de 3.550 millones de dólares.
La promesa de una plataforma tan polivalente llamó la atención de Hyundai y Kia quienes, de hecho, llegaron a meter dinero en la empresa. Y hasta Apple entró en conversaciones con Canoo en 2020 según contó The Verge, algo que recordamos después de que el Project Titan se pareciera estéticamente tanto a los prototipos de Canoo.
Promesas incumplidas. Desde su lanzamiento, Canoo fue prometiendo la fabricación y la distribución de sus coches eléctricos. Siete años después de que 300 ingenieros, algunos llegados desde Faraday Future y BMW, fundaran la compañía con el de Evelozcity, lo cierto es que Canoo apenas ha entregado un puñado de unidades preserie.
Tres años después y ya bajo el nombre de Canoo, la compañía salió a bolsa en diciembre de 2020. Desde entonces, su valoración fue menguando conforme las promesas se iban incumpliendo. De hecho, Hyundai y Kia anunciaron en 2021 que separaban sus caminos. Pese a todo, ese mismo año Canoo seguía prometiendo una producción de más de 10.000 vehículos en 2023. Una que, por supuesto, nunca llegó.
De hecho, en sus presiones por conseguir que la compañía cumpliera sus objetivos, los empleados de Canoo llegaron a probar las furgonetas encargadas por Wallmart sin los airbags instalados.
Una misión imposible. Es lo que parece ser el lanzamiento de un coche nuevo al mercado. Con cada nuevo producto revolucionario, las expectativas se disparan pero lo que hay que tener claro es que, por sencillo que parezca ponerlo el coche eléctrico, lanzar un automóvil a la calle conlleva un gasto de dinero mil millonario.
Señala Guillermo García Alfonsín, experto en el mercado del automóvil, que lanzar un nuevo producto le cuesta a un fabricante ya asentado unos 900 millones de euros. Una cifra que, fácilmente, hay que duplicar cuando se trata de comprar o levantar fábricas, poner el coche en la línea de montaje, construir una red de distribución y montar una red postventa. Esos 900 millones iniciales son los que habría quemado la compañía en sus siete años de historia.
La única manera, por tanto, de sostener años de pérdidas es la promesa a los inversores de cumplir plazos o tener entre manos un producto que prometa ser diferencial. En ese camino hacia la rentabilidad, llegar a acuerdos con fabricantes con historia a sus espaldas parece imprescindible, como hizo Tesla con Toyota o está haciendo Rivian con Volkswagen.
No será esta vez. Lo que parece claro es que Canoo no será la próxima gran revolución del coche eléctrico que algunos esperaban. Su producto no ha contado con el respaldo de unos inversores que han visto cómo las expectativas se les escapaban entre los dedos.
Igual que sucedió con Fisker, los días de Canoo parecían contados desde hace tiempo. Unos plazos que han terminado por disiparse en los primeros días de enero. En Fortune señalan que tampoco las perspectivas para las startups de coches eléctricos son ahora más alentadoras con Donald Trump en el poder y su promesa de retirar todo tipo de ayudas a la compra de coches eléctricos.
Foto | Canoo