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El BluRay ha sido durante años el último refugio de los coleccionistas "físicos". Ahora la industria lo está estrangulando

Sony ha anunciado que abandona la producción de formtos físicos como el Blu-Ray. No son los únicos: Panasonic, Sony y Oppo dejaron de fabricar dispositivos reproductores en 2018, Samsung en 2019 y, a finales del año pasado, también lo hizo LG. Podemos estar a favor o en contra de los formatos físicos, considerarlos más o menos superfluos, pero la posición de la industria está clara: los reproductores cada vez van a escasear más, y llegará un momento en el que el formato, actualmente un remanente para juegos en formato físico y el mundo de la edición en disco de películas, cada vez más dedicado al coleccionismo, desaparezca.

No es definitivo, pero casi. Aunque el paso de Sony es más radical, como contábamos ayer, LG ha dado algún matiz extra a su decisión de dejar de fabricar reproductores: ha eliminado de su web la sección de estos dispositivos, según ArsTechnica, pero desde LG Korea no han afirmado que este cese sea permanente. Aunque sí que van a hacer un paréntesis en la fabricación y venta de sus dispositivos, de los que además no sacaba ningún modelo nuevo desde 2018, siendo los UBk90 y UBk80 los últimos que actualizó.

Las consolas ya no son el último reducto. A esta escasez creciente de reproductores se suma que las consolas ya no son ese especio seguro para los devotos del formato físico. Tanto las Xbox Series X y S como Playstation 5 salieron al mercado con reproductor de Blu-Ray, pero pronto se sumaron opciones sin lector de disco. Pero hace ya más de cuatro años de eso, y la tendencia empieza a soplar en dirección contraria: Playstation 5 Pro sale, por defecto, sin disco (que se puede comprar de forma independiente a un precio completamente disuasorio). Y el viraje de Microsoft hacia una filosofía de «cualquier dispositivo es una Xbox» favorece el juego en la nube y el abandono de lo físico. Et tu, Brute?

Menos discos. Por supuesto, acompañando a esta caída tenemos el descenso de lanzamientos de los propios juegos y, sobre todo, películas en el soporte. Cada vez hay menos tiendas que se ocupan de ello: la cadena Best Buy, una de las más importantes de Estados Unidos, ha dejado de vender Blu-Rays y DVDs en 2024, y la también extendidísima Target anunció que solo lo haría en fechas señaladas. En España, no hay más que darse un paseo por comercios que antaño eran cita ineludible para el coleccionista de formato físico: en El Corte Inglés, por ejemplo, la zona de cine ha sido reducida a la mínima expresión, y atienden bajo pedido en la mayoría de los casos.

El mercado se comprime. A velocidad de infarto, además: entre 2019 y 2023, el mercado estadounidense del DVD y el Blu-Ray se redujo un 40%, y la situación es suficientemente compleja como para que sea complicado encontrar un solo culpable. El principal y más llamativo es el streaming. Quien ve películas para pasar el rato encuentra más que satisfechas sus necesidades con el streaming, no necesita acumular películas en formato físico que sí, se ven mejor, pero con matices que ya solo interesan a los expertos (vivimos tiempos en los que las televisiones vienen, por defecto, con opciones activadas que revientan el trabajo de fotografía y color de cualquier película). Pero Netflix y Prime Video no son los únicos villanos de esta historia.

Es el mercado, amigo. También ha cambiado el público que consume formato físico: antes de la llegada de las plataformas, lo económico de formatos como el DVD y los últimos coletazos del VHS hacía que fuera económico comprar películas. Ahora es un artículo de lujo, en un camino paralelo al que han seguido los vinilos de música. Sumemos a esta circunstancia que el espacio para almacenar formatos físicos se ha reducido en estos tiempos de habitáculos alquilados de 60 metros cuadrados, donde cada centímetro de balda es vital, y tendremos circunstancias poco favorables al amontonamiento de Blu-Rays (al menos de la forma caótica y compulsiva de los DVDs: ¿recuerdas cuando era imposible comprar el periódico sin que te cayeran media docena de discos?)

Tampoco las productoras están por la labor. Y finalmente, tenemos a las propias compañías, poco interesadas en el negocio de lo físico, ya que el streaming es mucho más rentable: una plataforma que incluye su catálogo o el de sus socios en su oferta puentea a intermediarios como las tiendas, y da más beneficios. El formato digital, además, hace que si queremos ver una película y pagamos por un servicio de suscripción, tengamos que mantener ese servicio o volver a contratarlo si pasado un tiempo queremos volver a ver la película: estaremos pagando más de una vez por disfrutar de un mismo producto, algo que no pasa cuando se posee una copia física de una película.

Siempre nos quedará el coleccionismo. Curiosamente, mientras las majors se distancian poco a poco del mercado físico (Disney anunció hace poco que editaría menos películas en 4K, testigo que recogería Sony con parte de su catálogo, mientras que las opciones menos comerciales de su cine posiblemente desaparecerían), el coleccionismo y las ediciones especiales viven una edad dorada, en un camino de nuevo muy similar al que ha recorrido el vinilo. Recuperaciones de clásicos, una atención al cine desconocido y de culto como no se veía desde la primera explosión del VHS, y sellos como Criterion, Arrow, 88 Films, Eureka o Indicator, entre muchos otros haciendo unas ediciones de cine clásico y moderno como no se había visto nunca. Ese es el auténtico futuro del formato: un remanente para cinéfilos y cinéfagos.

Cabecera | Diego Correa

En Xataka | Llevo más de 20 años probando las mejores teles que salen al mercado y estas son las películas que uso para analizar su calidad de imagen

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